Opinión

A descansar en un mundo turbulento

La verdad es que esta semana invita al dolce far niente, el dulce no hacer nada, a detener el ajetreo y enchufarse a la pantalla. En mi caso es pura ilusión, por una razón o por otra tengo que sentarme frente a la computadora y nunca acabo con mis tareas.

Estos últimos días flotan en el ambiente las similitudes entre lo que ocurre actualmente y los años oscuros del Tercer Reich. Por un lado, la confrontación política de los aliados de la OTAN y la locura de Vladímir Putin, que quiere recuperar a la Rusia imperial. China lo apoya en muchas cosas. Y, entretanto, ocurrió el brutal atentado contra civiles en una sala de conciertos en Moscú. Putin primero culpó a Ucrania, pero la organización terrorista ISIS-K se adjudicó el asesinato de ciento y pico de rusos. Centrado y obsesivo, Putin no ceja en su guerra con Ucrania e incluso amenaza con utilizar armas nucleares.

En Medio Oriente las cosas no van bien. Israel no desiste de su embestida constante a la franja de Gaza, aunque finalmente el Consejo de Seguridad de la ONU haya aprobado, después de varios intentos fallidos, la resolución que exige el cese al fuego israelí. Para el primer ministro de Israel eso significó un retroceso porque no se pide a cambio la liberación de los secuestrados por Hamás. Y ese punto hay que considerarlo.

Vladímir Putin se reeligió dizque con el 87% de los votos. Inició su quinto mandato, no consecutivo. El caso es que lleva 24 años como gobernante. Stalin se mantuvo 29 años en poder, así que Putin no se encuentra muy lejos de alcanzar la permanencia del temible Stalin. Todo el mundo sabe que la competencia electoral en Rusia no fue equilibrada. Primero desaparecieron a su gran contrincante, Navalni, y los otros opositores no pintaron mucho. La mano negra de Putin, además, fue implacable.

El presidente Vladimir Putin lanza una acusación contra la OTAN nada más ganar las elecciones en Rusia

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EFE

¿En qué sugiere todo esto que volvemos a los años treinta del siglo pasado? Acaso en la intolerancia de los regímenes populistas, en el poder de China, en la arrogancia de Putin.

Xi Jinping, presidente de China, otro dominado por el poder, ha gobernado desde el 2013 y es vital que funcionen bien sus servicios diplomáticos con los de Estados Unidos. Resulta de suprema necesidad para el mundo entero. Ese es el asunto. It is economy, stupid, pero también es el poder, le agrego yo a la frase utilizada durante la campaña de Bill Clinton a la presidencia a principio de los años noventa.

Latinoamérica también tiene lo suyo, no pocos países han adoptado el populismo de izquierda, que es tan pernicioso como el de derecha. Nicaragua, Cuba, Venezuela, Bolivia viven el terrorismo de estado, el maltrato a los disidentes, la miseria y la violación institucionalizada a los derechos humanos. Agréngenle a esto el poder del narco y sus relaciones con los mandatarios.

México por allí va, se persigue a los periodistas críticos, surgen sus nombres en las “mañaneras” para “apedrearlos”, algunos de los comentaristas pierden sus empleos; el presidente desea a toda costa acabar con todos los órganos autónomos, imponer a su candidata y habla de posibles golpes de Estado para las próximas elecciones del 2 de junio. En realidad, el que lo realizaría sería él: militarizó al país y ha adquirido, de manera incontingente, un poder inusitado.

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Todos nos preguntamos qué demonios es la Cuarta Transformación, cuando no ha habido más que destrucción de instituciones que funcionaban desde largo tiempo atrás, como la Salud, mal que bien, la Educación, la economía va mal, aunque digan que va bien, y, en un amplio sentido todo es confuso. Lo más importante es la figura del señor presidente. Para él, resulta esencial que los funcionarios de su gobierno le sean leales antes que conocedores del trabajo encomendado. Y de esta manera vamos dando tumbos. No existen los secretarios de estado sobresalientes, solo destaca el presidente. Su candidata es su copia fotostática. Nunca habíamos visto nada igual. Y digo fotostática porque esas copias siempre salían sucias y se borraban las palabras con facilidad.

Hablan de una continuidad también borrosa. ¿Qué ha sido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador? ¿Un gobierno de “izquierda” por las ayudas sociales? Nuestra economía sigue siendo neoliberal, capitalista, aunque hable el presidente constantemente del bienestar y del pueblo. No hay cambios, señoras y señores, hay problemas que se resolvieron mal y un dispendio extraordinario en obras que no sirven para nada.

Entretanto, las potencias del mundo no abrigan a nadie. Imagínense si vuelve a gobernar Donald Trump. ¿Puede eso ser posible, en primera instancia? Sería, ahora sí, como en una novela del gran Philip Roth, La conjura contra América, que HBO ha adaptado a la pantalla.

De Vladimir Putin hemos mencionado algunas de sus gracias, como mandar matar opositores e invadir Ucrania.

Netanyahu, imparable. Los chinos misteriosos y de temer. Por cierto, en estas vacaciones les recomiendo una serie que vale la pena y que expone los instríngulis del poder: Tres cuerpos. Veámosla en paz…. mientras podamos.