Es posible que algunos Torquemadas fruncieran el entrecejo porque este domingo es día de elecciones en México, pero no, no voy a hablar de las que tienen hoy lugar en seis estados del país, con dos claros frentes en disputa ante los cuales los electores decidirán si utilizan su sufragio para avanzar o dejar sus territorios en manos de sátrapas. Como dicen algunos con una jerga recalcitrante: “Al final del día” hay definiciones o vagas nociones de satrapía cuando uno ejerce su derecho al voto.

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Del proceso electoral del que ninguna veda me impide escribir es del colombiano. Exactamente en quince días los parceros estarán en un dilema tan grave como el que millones de electores tuvimos que enfrentar en 2018: votar por un presidente que le dé estabilidad a Colombia o por otro que lo termine de hundir en esta segunda vuelta y quien luce frente a cualquier votante sensato, como un candidato loco, mezcla de Bolsonaro, Bukele y Trump: el ingeniero Rodolfo Hernández.

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Hay opiniones versadas que indican que la sensatez no siempre va de la mano del elector. Algunos van acompañados a las urnas con una especie de zombi diabólica que le hace manita de puerco al votante para que vote con el intestino grueso o la vesícula, haciendo caso omiso de lo que le dice el cerebro o inclusive el corazón. Sobre todo cuando los aparatos mediáticos hegemónicos, incluidos los que se mueven en redes, le apuestan todo a una opción que les permitirá seguir medrando.

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Es innegable que frente a una opción liberal y progresista como la representada por Gustavo Petro, ganador de la primera vuelta con una amplia ventaja y de quien escribí la semana pasada, irá en balotaje el domingo 19 contra Roberto Hernández.

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Para muchos colombianos y una gran cantidad de observadores del proceso electoral colombiano por venir, este señor de 77 años de edad que afirma que las venezolanas refugiadas son una fábrica generadora de pobreza, “se reveló como una sorpresa” al superar al candidato del oficialismo uribista: Federico Gutiérrez, conocido como Fico, un Homo Ridiculus de la rama del Homo Quadratis o el Homo Anayus.

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Pongo entre comillas “sorpresa” porque Rodolfo Hernández había ido subiendo en las encuestas y tanto el equipo de campaña de Gustavo Petro, pero sobre todo los uribistas, lo sabían muy bien con base en los comentarios previos y posteriores a las elecciones de algunos compañeros periodistas. El “búnker” (otro lugarazo común de la comentocracia de cualquier signo) lo sabía pero minimizó el hecho por aspectos logísticos: ¿para qué inflar más a un orate que pierde la compostura a la menor provocación y que posiblemente habrían de enfrentar en el balotaje? Los segundos lo hicieron porque era su carta bajo la manga, el plan B del uribismo de aquella gran nación que lamentablemente siempre vota por el conservadurismo.

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Rodolfo Hernández es un ingeniero civil que fue alcalde de Bucaramanga; un multimillonario que hizo su fortuna en el terreno inmobiliario acusado además de corrupción. ¿Les suena?

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Aunque Hernández se ha deslindado del llamado “centro”, indumentaria de plomo del neocolonialismo que los chuchos portan y con la que terminaron de hundir a su fracasado partido, el empresario de derecha que prometió donar su sueldo de presidente porque no lo necesita, le es mucho más útil a las pocas familias que son dueñas de medio Colombia.

De hecho, lo primero que hizo Fico al par de horas de la “sorpresa” y acatando órdenes del presunto genocida Álvaro Uribe (amigo de Calderón), fue brindarle su apoyo incondicional al candidato Rodolfo Hernández. Estas alianzas nefastas podrían llevar a Colombia al despeñadero. Al parecer no les bastó la brutalidad de Duque, algunos quieren más; al parecer se espantan más con el reflejo del espejo combo de la “venezualización” que en el espejo de la realidad bolsonarista de Brasil con quien Colombia también comparte frontera.

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A todos aquellos que se sintieron sorprendidos con el ascenso de este candidato que al igual que Samuel García sólo hace política por Tik-Tok y no asiste a los debates porque termina apaleado, habría que decirles que Hernández siempre fue la carta siniestra del uribismo. Tal como lo mostraban la encuestas previas a las elecciones del domingo pasado.

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Hizo bien nuestro presidente en brindarle su apoyo a Gustavo Petro, sabe de lo que habla porque enfrentó y enfrenta un guión de tintes internacionales que va cambiando de país en función de agendas perversas que quieren pueblos ignorantes, miedosos, pagando deudas de políticos y empresarios poco éticos y cada vez más desesperados porque por lo menos aquí el modelo del peligro para México, de la dictadura chavista, del autócrata omnipotente, del diablo comunista, etcétera, ya se desgastó y nuestra economía lo refleja.

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¿Resistirán los colombianos el bombardeo multimodal o dejarán correr otros cuatro años, quizá definitivos, gobernados por un orate? En quince días lo sabremos.