Opinión

Educación liberal (3 y última)

Hay varios liberalismos: no es lo mismo el liberalismo utilitario, o el liberalismo libertario que el liberalismo igualitario. Los primeros dos tienen un perfil conservador; el tercero, en cambio, postula que no puede haber libertad y democracia sin que se satisfagan las necesidades básicas de los ciudadanos. Desde el liberalismo igualitario el doctor Rodolfo Vázquez, en su obra la Educación liberal (Fontamara, 1997), nos ofrece una explicación de los fundamentos filosóficos de la educación.

El liberalismo, en su modalidad igualitaria, no atenta contra la igualdad social: según él, la libertad, aunque ocupa el centro de su discurso, es complementaria de la igualdad social. Esto exige que haya deberes positivos del Estado para promover la autonomía (sobre todo entre los menos autónomos) y la atención a las necesidades básicas como condición para que los sujetos puedan elegir libremente sus planes de vida. En consecuencia, los derechos sociales son una extensión natural de los derechos individuales.

Modelo liberal y democrático

El derecho igualitario a la educación lo consagra la ley. Este reconocimiento legal no es un hecho meramente formal, es también sustantivo si se entiende a la educación como derecho social o como prestación. El deber del Estado es ofrecer educación básica para todos y contribuir a crear una sociedad homogénea. Una sociedad es homogénea cuando todos sus miembros tienen posibilidad de ejercer los derechos vinculados con la satisfacción de sus bienes básicos o primarios necesarios para la realización de todo plan de vida.

Un primer tema a reflexionar es quién debe tener la autoridad educativa. ¿Deben tenerla los padres de familia? Esta es la posición de los tradicionalistas y de los libertarios, que conciben a los niños como una especie de propiedad de los padres. Se incurre en este caso en un autoritarismo moral. En estricto sentido, el derecho de los niños a la educación básica debe prevalecer sobre la autoridad paterna.

En la educación básica se desarrolla la autonomía de los niños, por lo cual es correcto decir que en ese nivel detentan una autonomía parcial y que es en la educación post-básica donde los jóvenes se preparan para el ejercicio de su autonomía. Por lo mismo, la educación básica debe considerase como prioritaria (sobre todo a la hora de distribuir los recursos).

Alumnos de una escuela en Acapulco

Alumnos de una escuela en Acapulco

Cuartoscuro

La igualdad de oportunidades en el inicio de la educación debe buscarse con políticas de equidad y de discriminación inversa. Se trata de combatir las desigualdades que surgen del origen familiar y social de los alumnos de forma que se construya un punto de partida similar para todos. No se trata solo de incrementar de manera sostenida la producción de recursos sino de cultivar y expandir las capacidades individuales para hacer uso de esos recursos como lo ha formulado Amartya Sen.

Debate democrático

En el Estado democrático la educación debe estar orientada por el debate democrático de los ciudadanos acerca de los valores, las políticas y los medios necesarios para su instrumentación. La discusión amplia de estos temas favorece el desarrollo de la democracia y la reproducción social consciente en forma inclusiva. El federalismo educativo es deseable siempre y cuando se fortalezca el control democrático de las escuelas dentro de los límites que impone el cultivo de una cultura común y la enseñanza de los valores democráticos. El control local facilita que los contenidos se adapten a las circunstancias locales sin renunciar a los valores comunes. Se debe rechazar que en las instancias gubernamentales se perpetúen creencias o doctrinas sostenidas por las mayorías (políticas) dominantes y evitar el “despotismo sobre las mentes” del que hablaba John Stuart Mill.

En el marco del liberalismo igualitario, el deber del profesor es doble: preservar, transmitir y recrear la cultura común y, al mismo tiempo, inculcar en los educandos y en la comunidad escolar los valores democráticos. La recreación de la cultura significa reflexionar críticamente sobre ella, poner a prueba su vocación democrática y ejercitarla dentro y fuera del salón de clases. El profesionalismo del maestro demanda un alto grado de autonomía, como la que se exige en otras profesiones como medicina, abogacía, ingeniería, etc. En este punto sería deseable que el sindicato docente pugnara por una reforma en la gestión educativa que favorezca la capacidad deliberativa de los maestros.

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Sería deseable que el Estado hiciera una distribución igualitaria de recursos en todas las escuelas. El sistema educativo en general debe reunir estas características:

Debe ser mixto, es decir público y privado.

Debe ser descentralizado, pero dentro de los límites que impone la cultura común.

Debe ser democrático, de manera que en la autoridad educativa (gestión y control) puedan participar todos los actores implicados.

Debe ser pluralista en sus contenidos para maximizar la capacidad de elección de los alumnos y de realización de sus planes de vida.

Valores liberales

Este rubro se refiere al contenido de la educación liberal. De los principios normativos antes citados (autonomía, dignidad e igualdad) derivan los valores morales que integran el “carácter liberal”. Este carácter liberal se apoya en tres premisas: a) la existencia de un pluralismo de valores; b) la imparcialidad y el respeto mutuo y c) la comprensión de que la moral tiene un carácter inderogable y supremo. Del principio de autonomía deriva la libertad para deliberar, la veracidad, el autocontrol, el compromiso consigo mismo, valores se sintetizan en la virtud de la responsabilidad. Del principio de dignidad que implica auto-respeto y respeto al otro, deriva la virtud de la tolerancia y del principio de igualdad o vinculación del sujeto con la comunidad deriva la solidaridad.