Opinión

Un escenario imaginario

Ha transcurrido más de una quinta parte de la campaña presidencial y los escenarios no parecen muy distintos a los que se vislumbraban a finales del año pasado. Las encuestas de preferencia electoral, esos instrumentos propagandísticos que bien realizados sirven para diseñar y adaptar estrategias, no muestran una variación mayor desde hace tres meses. Con las peculiaridades de cada casa encuestadora, los números relativos a la intención del voto no ha cambiado de forma sustancial en ninguna de ellas desde diciembre pasado. Si bien en la mayoría de ellas la diferencia entre el primero y segundo lugar se ha estrechado, esto ha sido más bien marginal y ninguna de ellas hace suponer que al día de la elección habrá un cambio de posiciones y que quien hoy encabeza será derrotada por quien lleva meses a la caza sin poder remontar lo suficiente. Sin embargo, estamos en una campaña presidencial y cualquier acontecimiento, por insignificante que en un inicio parezca, puede incidir en la preferencia electoral.

En esta ocasión, no realizaré ninguna reflexión o análisis sobre la coyuntura política o aspectos que pudieran suceder en el marco de la campaña presidencial. Quisiera, más bien, traer a colación algunos datos sobre la elección y lo que la oposición necesitaría para remontar las preferencias y tener oportunidad de ganar. En las últimas cuatro elecciones presidenciales, la participación fue de 63.97 por ciento en 2000, 58.55 en 2006, 63.10 en 2012 y 63.42 en 2018. Si tomáramos como parámetro el promedio de participación de las elecciones presidenciales del siglo, éste sería el 62.26 por ciento. Juguemos con este número. De acuerdo con el corte al 7 de marzo, el Instituto Nacional Electoral reporta una lista nominal de 99,082,450 electores, lo que significa que si el 62.26 por ciento acude a votar, ello significaría una participación de 61,688,733 electores.

Vayamos ahora a un escenario basado en algunas de las múltiples encuestas que circulan en medios de comunicación, redes sociales y conversaciones de café. Para el ejercicio que estamos realizando, supongamos que hoy las preferencias electorales señalan que Claudia Sheinbaum cuenta con el 54 por ciento, Xóchitl Gálvez con el 36 por ciento, Jorge Álvarez Máynez con el 6 por ciento y 4 por ciento para otros candidatos y votos nulos. Si esto fuera así, Sheinbaum tendría 33,311,916 votos, Gálvez alcanzaría 22,207,944, Álvarez Máynez 3,701,324 y 2,467,549 serían votos nulos o para candidatos no registrados.

Xóchitl, Shienbaum y Máynez

Xóchitl, Shienbaum y Máynez

Fotos Cuartoscuro

Sigamos imaginando y jugando con los números. Supongamos que, cosa extrañísima, en próximo 2 de junio sale a votar el 70 por ciento de la lista nominal, esto es, 69,357,715 ciudadanas y ciudadanos. De estos 7,668.982 nuevos votantes, 8 de cada 10 lo hacen por Xóchitl y 2 por Claudia. De igual forma, supongamos que, en aras del voto útil, una tercera parte de quienes pensaban votar por el candidato de Movimiento Ciudadano lo hacen por la Coalición Fuerza y Corazón por México y que exactamente lo mismo sucede con quienes anularían su voto o votarían por alguien sin registro. En total, Claudia Sheinbaum alcanzaría 34,845,713 votos, en tanto que Xóchitl Gálvez sumaría 30,3378,857 electores a su favor. La diferencia seguiría beneficiando a la candidata de Morena, PT y PVEM por 4,466,855 votos. Esto significaría que, además de convencer a más de 7.5 millones de abstencionistas de salir a votar y de robarle una tercera parte de sus votos a Movimiento Ciudadano e igual proporción a los anulistas, Xóchitl Gálvez tendría que convencer a 2.25 millones de votantes que hoy apoyan a Claudia de cambiar el sentido de su voto.

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El escenario que hemos establecido, aún siendo producto de la imaginación, parece imposible. Si Xóchitl Gálvez y la Coalición Fuerza y Corazón por México desean tener posibilidades de triunfo, además de plantear una estrategia que disminuya el abstencionismo, “robe” votos a MC, reduzca la anulación del voto y convenza a poco más de dos millones de morenistas de claudicar de su apoyo a Sheinbaum, deben esperar que una sucesión de hechos catastróficos para la campaña de ésta se presente. Por ahora, Claudia puede dormir en paz. El escenario de su derrota, aún imaginario, parece muy poco probable.

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com