Las guerras oficializadas, previstas y relativamente evaluadas, son tan nefastas como las toleradas que transcurren a la vista de muchos y en varios niveles con la aquiescencia velada o abierta de algunos organismos internacionales que pierden hegemonía porque no hay un solo orden mundial. Pensemos en las invasiones a Irak, Afganistán, Libia. En Sudamérica, padecemos un constante intervencionismo de nuestro propio “socio”. Preguntémosle a Bolivia para la que Macri tenía un plan más ambicioso que sacaría de órbita a los que sueñan con una América como la UE. Ese orden tiene socios y México formalmente es uno de ellos mediante el TLC. En este contexto, la invasión de Rusia a Ucrania prefiero verla también como un conflicto multilateral con una larga historia de invasiones, que nosotros padecimos y en la que perdimos la mitad de nuestro territorio. El desarrollo de este conflicto tuvo un acto siniestramente simbólico en esta semana: colocar la banderita roja en un país estratégico para los poderes en disputa.

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Por qué se venía gestando y se gestó esa guerra anunciada de las que hay múltiples crónicas. Yo he tratado de darme una explicación nutrida de algunas fuentes periodísticas ajenas a casi todas las desgastadas bolsas de box que tiene el presidente en las mañaneras. La complejidad del conflicto multilateral podemos verla con distintas gafas pero no con las de la complacencia o el odio monofocal.

La estridencia en el debate público no me gusta aunque no niego su funcionalismo. Pero esta guerra está acompañada, como todos los conflictos bélicos, con guerra mediática y sus promotores involuntarios o pérfidos, operando con varios grados de ceguera o maquiavelismo.

En el plano nacional y para algunos medios y opinadores, la crítica biliar es el mejor ejercicio aunque no necesariamente el más conveniente para el país y nuestro bolsillo. Para nuestra mini otán mediática que algunos llaman “ilustración”, lo mejor es tomar partido, no por Ucrania (aunque se la tome de pretexto), sino por la Otan y sus aliados. Es decir: hay quienes defienden un inexistente orden unipolar regulado por el dólar y la economía de Guerra.

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No creo que la Guerra Fría se esté reactivando. Aunque contamos con medios menos sesgados que los que están en sintonía con la narrativa belicista estadunidense y su mainstream con sucursales salvajes o políticamente correctas desde la misma visión monofocal, hay que analizar casi todo y formarnos un criterio propio.

El viejo “orden” mundial y la esfera de influencia de algunos de los países más poderosos del mundo capitalista (Rusia y China también lo son), alcanzó su tope. La población trabajadora de Ucrania, Rusia, Reino Unido, la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y México, financiaremos con mayor o menor margen estas vencidas incendiarias.

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Bajarle el Swift a “ciertos” bancos rusos es parte de la estrategia de vencidas. Todavía no sabemos cuáles serán las consecuencias y bajo qué circunstancias le pegarán al mundo estas medidas de la banca centralizada que imprime dólares desbocadamente, pero pondrá a prueba otros sistemas financieros. No olvidemos que Rusia tiene una de las mayores reservas de oro sólido del mundo y puede resistir. A final de cuentas Ucrania se quedó sola y su presidente lo sabía.

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La postura de México ha sido la correcta. No podemos comerciar libremente con China, como lo hacen otros países de Latinoamérica, y nuestro intercambio con Rusia, que se portó solidariamente con nosotros en la peor época de la pandemia, no es tan intenso. Estamos amarrados incluso con el TLC. A Biden tampoco le conviene exigirle a México que apoye el bloqueo como ya lo hizo con sus “socios” de la OTAN. Antes de tomar la medida financiera contra Rusia, Biden dijo: era esto o la tercera guerra mundial.

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Para muchos la tercera guerra mundial es sinónimo de exterminio humanitario y desde luego que tienen razón, ¿pero por qué no entender este conflicto como una tercera guerra mundial en las que se están reacomodando las hegemonías y el “orden” financiero internacional capitalista en todo sentido?

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De las redes sociales me gustaría citar este tuit de @atenea_rv: “Eterno recordatorio de que unx puede oponerse al imperialismo ruso, al intervencionismo de EUA, y al nacionalismo ucraniano al mismo tiempo. No es contradictorio. Es desconfiar de cualquier estado-nación, saber que los pueblos no son sus gobiernos, y que el mundo merece [algo] mejor.”

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La verdadera alternativa para evitar una nueva crisis mundial es dejar de crecer salvajemente. Pero México está como Ucrania, histórica y geopolíticamente asediado por la voracidad externa e interna. ¿Se imaginan esta crisis con Lilly Téllez, Margarita Zavala o Ricardo Anaya en la presidencia? Yo sí y sería catastrófica.