Opinión

Opinión e información

En ocasiones, distinguir entre dos asuntos o conceptos similares, es una cuestión de grado que no resulta fácil. Ya en un ejercicio de dialéctica, el filósofo José Sosa precisaba, por medio de ejemplos, la diferencia que hay entre el amar y el querer.

Pero no todas las personas podemos captar las distinciones sutiles entre palabras o ideas cercanas.

Así sucede con la información y la opinión. Ambos son elementos indispensables en cualquier forma de democracia (entendida esta de manera amplia, como el mando de las mayorías) pero refieren a cosas diversas.

La similitud se encuentra en que son formas de expresión, que además, suelen ejercerse desde un medio de comunicación, como este en que me lees. También puede suceder que sean ejercidas por una misma persona, de manera inmediata.

Pero necesitamos separar una de la otra.

La información tiene un nexo con el mundo real. Es una forma de comunicación que pretende dar cuenta de la existencia o la ausencia de algo, y que puede corroborarse más allá de la mera afirmación en que se encuentra.

Suponga que yo le digo que en el estado de Yucatán está penado con cárcel el robo. Claramente realizo una afirmación acerca de un hecho o realidad que, presumo, está más allá de mi mente; y por tanto, debe poder sostenerse de manera autónoma a mi dicho.

Así, para comprobarse, deberé presentar un Código Penal de Yucatán en que, efectivamente, pueda constatarse que el robo tiene como castigo la cárcel.

Una fake news, o bulo, lo es justamente porque presenta como información, esto es, como un hecho o abstención verificable, algo que no lo es, pero que aparenta verdad.

De una información se puede exigir, justamente, que sea real. Que si una nota afirma que no llovió el día de ayer en Saltillo, se pueda corroborar con el Meteorológico y, en efecto, se compruebe que no llovió.

Cuando, por ejemplo, critico el funcionamiento de la selección nacional en el partido contra Canadá, y afirmo que debió alinearse a otros jugadores, estoy expresando mi opinión.

No importa si lo hago en una mesa de café, en un tweet o en las páginas de un periódico. Es opinión y no información.

Las opiniones son hijas de las preferencias personales que cada quien tenemos. Reflejan nuestros deseos, conocimientos, inquietudes, con base en las cuales nos manifestamos a favor o en contra de un estado de cosas. También pueden estar basadas, si quiere inconscientemente, en prejuicios, estereotipos, e informaciones equivocadas.

Por tanto, cualquier opinión es altamente subjetiva. No debe suceder lo mismo con la información, dado que debe ser verificable.

Es cierto que algunas opiniones pesan más que otras. Si soy un mero espectador del futbol, no puedo esperar que mi opinión acerca del reciente partido de la CONCACAF, sea apreciada igual que la que emite un antiguo seleccionador o una experta en la materia.

Pero, aún así, las opiniones no pueden ser tomadas como verdades, mucho menos como un hecho. Con esto nada tiene que ver la manera en la que se presenten o el canal que se utilice, por ejemplo, si usted tiene algunos años, recordará una transmisión televisiva en la que una reportera hablaba de un inexistente bombardeo a una ciudad. Eso, por más que lo afirmara una periodista y se presentara en un medio de comunicación, no era información.

En ocasiones podemos confundirnos. Piense usted en un destacado profesional, digamos un economista laureado, que realice ciertas afirmaciones acerca de un problema espinoso de cuestiones agrícolas, tal vez esté usted tentado a creerle dada la fama de experto; sin embargo, está hablando respecto de un tema que no es de su especialidad, por lo que valdría la pena recordar el dicho de “zapatero a tus zapatos” y, sin dejar de considerar lo que opina, tomar sus ideas con un grano de sal.

Distinguir entre lo que es una opinión y lo que se presenta como información, nos puede servir para formar un criterio personal, acerca sí de lo político, pero en un sentido más amplio, sobre los sucesos sociales. Sobre todo, puede precavernos de caer en las explicaciones fáciles de problemas complejos.