
Los robots son cada vez más sofisticados desde un punto de vista técnico para lograr un comportamiento realista, pero en ocasiones basta con unos tubos, aire y las leyes de la Física para lograr que uno se mueva de forma coordinada y con gran autonomía.
El Laboratorio de física experimental de los Países Bajos (AMOLF) ha creado esta pequeña máquina de robótica blanda, llamada así por el tipo de materiales que se usan y que también hace referencia a su comportamiento y forma de desplazarse, que suele inspirarse en la naturaleza y algunos animales.En este caso, la inspiración parte de los grandes cilindros de tela que recuerdan a muñecos con brazos y que bailan cuando se les insufla aire por la base.
La mayoría de los robots dependen en gran medida de procesadores centralizados para orquestar sus movimientos, sin embargo, los animales lo hacen integrando el sistema nervioso, la mecánica corporal y las interacciones con el entorno. Una coordinación descentralizada que les permite no depender de la dirección constante del cerebro.
Con esas dos premisas, el equipo ha creado uno de los robots blandos más rápidos hasta la fecha y de los más sencillos, pues no tiene ordenador, ni software, ni sensores, pero se mueve de forma coordinada gracias a su cuerpo y a cómo interactúa con el entorno.El robot, según describe un estudio que publica Science, tiene tubos de silicona doblados a modo de patas que, sin flujo de aire, permanece en posiciones estables y dobladas.
Cuando se introduce una corriente de aire constante, cada pata por sí sola oscila espontáneamente y al azar, pero cuando se juntan varias, sus movimientos se sincronizan rápidamente, adoptando andares rítmicos de locomoción.
“De repente, el orden surge del caos”, no hay “código ni instrucciones. Las patas se sincronizan espontáneamente y el robot despega”, explicó el primer autor del estudio Alberto Comoretto.Sucede lo mismo con las luciérnagas que parpadean sincronizadas o las células cardíacas que laten al unísono, los movimientos colectivos complejos surgen de interacciones sencillas.
Este movimiento surge de un bucle de retroalimentación entre la presión, la formación de pliegues y la resistencia del tubo, similar a un latido mecánico, uniendo físicamente varias extremidades.
Además, es un robot rápido, cuando se le da un flujo de aire de entrada alcanza los 30 cuerpos por segundo, como comparación, un Ferrari llega a 20.La sincronización entre sus patas además se adapta. Si e
El robot se topa con un obstáculo se reorienta y, cuando pasa de la tierra al agua, la marcha cambia espontáneamente de un patrón de saltos a un estilo libre de natación.Estas transiciones se producen sin procesador central ni lógica de control, pues “el movimiento surge de la estrecha relación entre el cuerpo y el entorno”.
En biología se ve a menudo una inteligencia descentralizada similar, explicó el también autor del estudio Mannus Schomaker, quien se refirió a las estrellas de mar, capaces de coordinar “cientos de patas tubulares utilizando la retroalimentación local y la dinámica corporal, no un cerebro centralizado”.
Las posibles aplicaciones futuras van desde las píldoras inteligentes a la tecnología espacial. Microrrobots seguros sin microelectrónica, que puedan tragarse y liberar fármacos tras alcanzar de forma autónoma el tejido diana, indicó el AMOLF en un comunicado.
También puede abrir al camino a máquinas mecánicas autónomas adecuadas para entornos extremos como el espacio, donde la electrónica tradicional puede fallar.