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Durante siglos, se han acumulado innumerables informes y reportes sobre la presencia de un enorme primate que deambula por zonas montañosas de Norteamérica. A ese misterioso ser se le conoce como “Pie Grande”. ¿Qué opina la ciencia sobre su posible existencia?

La ciencia detrás del misterioso Pie Grande

Grande. Lázaro Guevara. Curador de la Colección Nacional de Mamíferos. (Pabellón Nacional de la Biodiversidad, Instituto de Biología-UNAM).

Pe Grande, también conocido como "Sasquatch" o "Bigfoot” en inglés, es una criatura de tamaño enorme y aspecto humanoide, de las más fácilmente reconocibles por la cultura americana. Se ha estimado que 1 de cada 5 estadounidenses cree que existe. Los informes sobre su presencia generalmente se basan en testigos oculares, algunos videos borrosos, huellas de pisadas, heces, e incluso pelos recogidos en el campo. Entre las “evidencias” más famosas de Pie Grande está la filmación de 1967 realizada por los cineastas Patterson y Gimlin en las montañas del norte del estado de California. Durante aproximadamente 60 segundos, se observa a un animal grande, peludo y caminando en dos patas. Para las y los defensores de Bigfoot, tanto el propio video como la forma de unas huellas encontradas en el terreno son pruebas irrefutables de su existencia. Para el grupo de los “no creyentes”, no es más que un montaje que incluyó la colusión de un actor disfrazado.

Un cúmulo de fotografías y moldes de huellas también han sido presentados como evidencias de que en algunas montañas deambula un animal de gran tamaño que según los creyentes podría representar un linaje desconocido entre los primates homínidos del género Gigantopithecus que habitó parte de Asia y cuya extinción ocurrió hace cerca de 215,000 años. Esos primates gigantes estuvieron emparentados con los actuales orangutanes, pero fueron mucho más grandes; medían cerca de 3 metros de altura y pesaban hasta 300 kg. Se sospecha que la incapacidad de Gigantopithecus para adaptarse al cambio ambiental y la interacción con otras especies de homínidos pudo haber ocasionado su desaparición.

Hasta la fecha, ningún avistamiento o evidencia indirecta de Pie Grande ha sido considerada “real” y, hasta el día de hoy, no existe algún resto óseo o del cuerpo que corresponda a éste. Tal vez por esa razón, el grupo de los defensores de la existencia de Pie Grande ha sido objeto de burlas y desprecio por gran parte de la comunidad científica; y es que, frente a la falta de evidencia confiable o contundente, es fácil declararse escéptico de su existencia. Pero, detengámonos un momento en el principio básico de que la ciencia no rechaza ni acepta una hipótesis sin antes haber examinado la evidencia. En ese sentido, un grupo de científicos sí ha examinado la información disponible para tratar de darle otra explicación o proponer hipótesis alternativas. Entonces, ¿qué dicen ellos? ¿qué dice la ciencia?

En general, que no hay evidencia clara o decisiva para apoyar la idea de que Pie Grande existe. Se ha sugerido que el oso negro americano (Ursus americanus) puede ser responsable de un número muy alto de todos los avistamientos de esta criatura en Norteamérica. El oso negro americano vive desde Alaska hasta el norte de México; puede medir hasta dos metros y pesar cerca de 300 kg, posee un pelaje de varios tonos de negro, marrón o incluso rubio. Un análisis de los registros de Pie Grande a través de Estados Unidos de América y Canadá encontró que los sitios con mayor densidad poblacional de oso negro americano coinciden con aquellos lugares en donde ha habido más avistamientos de Pie Grande. En este mismo sentido, destaca el hecho de que los informes revelan que tiene una conducta similar a la reportada para el oso negro americano, incluyendo la capacidad para mantenerse en dos patas y hacer recorridos de varios metros. En otro estudio se examinaron las condiciones climáticas de los lugares en donde se ha registrado la presencia de Pie Grande en el oeste de Estados Unidos de América, se encontró que son extremadamente similares a las de los lugares que prefiere el oso negro americano, tal como una reducida precipitación durante el invierno y bajas temperaturas a lo largo del año. Por otro lado, se han llevado a cabo algunos análisis genéticos de los pelos que se ha sugerido pertenecen a Pie Grande y al yeti, una criatura similar que se cree que habita en Asia, en la región del Himalaya. En general, los resultados han demostrado que esos pelos en realidad corresponden a mamíferos silvestres bien conocidos, como osos polares, osos pardos, mapaches, bisontes o incluso a animales domesticados como cabras, caballos y vacas. Cabe destacar que algunas muestras no se han podido analizar y otras han generado resultados no concluyentes debido, probablemente, a que las técnicas de laboratorio usadas no permitieron obtener ADN suficiente para ser analizado. Finalmente, los estudios de las fotografías y moldes de huellas han sido los más complejos y tal vez los más debatidos, ya que muestran que el pie responsable de esas huellas no es simplemente una copia agrandada del de un humano, sino que tiene una anatomía y morfología funcional diferente.

Reales o no, los informes, reportes y evidencias presentadas para comprobar la existencia de un ser cercanamente emparentado a la especie humana, son también un recordatorio de que aún existen muchas especies de mamíferos por descubrir y describir en nuestro planeta, aunque no necesariamente sean primates gigantes. Tan solo en los últimos 25 años, se han descrito cerca de 1,000 especies de mamíferos en el mundo, la mayoría de ellas roedores, murciélagos y musarañas, e incluso se han descubierto pequeños primates. No obstante, también destacan algunas que habían pasado desapercibidas por la comunidad científica a pesar de su tamaño relativamente grande. Uno de los ejemplos más notables es el saola o buey de Vu Quang, Pseudoryx nghetinhensis, un animal similar a un venado, pero con cuernos de gacela, de unos 90 cm de altura y hasta 90 kg peso. El saola fue hallado de manera fortuita en 1992 en Vietnam. La historia cuenta que un grupo de científicos encontró algunos cráneos con cuernos inusualmente largos y rectos en la casa de un cazador y que, al examinarlos con detenimiento, se dieron cuenta que se trataban de una especie desconocida. Cualquiera se preguntaría, ¿cómo es que no nos habíamos dado cuenta de su existencia a pesar de su gran tamaño? Por difícil que parezca, aún hay lugares del planeta inexplorados debido al difícil acceso, y es ahí en donde podríamos tener mayor probabilidad de descubrir especies nuevas de mamíferos.

El debate y la investigación en torno a la supuesta existencia de Pie Grande seguramente continuarán, para deleite y curiosidad de las generaciones futuras, hasta que el mítico mamífero finalmente decida salir de su escondite y se deje “atrapar” … si es que acaso existe.

*Colección Nacional de Mamíferos, Departamento de Zoología, Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México,

Ciudad de México, México. llg@ib.unam.mx

Therya ixmana 4(1):62-63

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