
¿Cuál es la relación más duradera que conoces? ¿La de tus abuelos, quizá? Pues te sorprenderá saber que existen vínculos que llevan más de 50 millones de años... y que seguirán muchos más. Estas interacciones entre seres vivos son extraordinariamente estrechas y complejas, siendo cruciales para la supervivencia de los involucrados. Por un lado, el parasitismo representa un juego de supervivencia donde un organismo prospera a costa de otro. Por otro, la simbiosis mutualista muestra el poder de la cooperación evolutiva. Es el caso de ciertas asociaciones entre hongos e insectos.
Hongo-Hormigas
Las hormigas cortadoras de hojas del género Atta y Acromyrmex (Formicidae: Attini) son expertas en el cultivo de una especie de fúngica del género Leucocoprinus (Agaricales: Agaricaceae) el cual usan como alimento. Este proceso comienza cuando la reina fecundada construye su nido, portando fragmentos de micelio en su bolsillo intrabucal, que es una cavidad especializada en sus mandíbulas. Una vez establecido el nido, la reina regurgita y lame el micelio, enriqueciéndolo con gotas de líquido fecal el cual es rico en nitrógeno, está mezcla estimulará el crecimiento del hongo. Tras la siembra, la reina cuida meticulosamente del micelio hasta que este alcance el tamaño adecuado y pueda servir como sitio de oviposición (i.e. puesta de huevos). Llegado el momento, tanto larvas recién eclosionadas como la reina se alimentan del micelio y al emerger las primeras obreras, estas asumen el control y mantenimiento del hongo, recolectando hojas de la vegetación circundante para mantener vivo y en crecimiento a su preciada fuente de alimento. Es importante decir que el micelio desarrolla estructuras especializadas llamadas gongilidios que son como pequeñas ampollas repletas de nutrientes (azúcares, carbohidratos y lípidos) que constituyen el principal alimento de la colonia (Fig. 1). Como una estrategia de cuidado, se ha encontrado que, en el exoesqueleto, las hormigas portan ciertas bacterias que producen antibióticos que protegen su alimento de patógenos potenciales.

Hongo-Termitas
Similar a la simbiosis hongo-hormigas, tenemos el caso de algunas termitas de la subfamilia Macrotermitinae, las cuales son especialistas en el cultivo de hongos del género Termitomyces (Agaricales: Lyophyllaceae). Estas termitas recolectan hojas secas o madera, que después mastican y procesan formando una pasta rica en celulosa y enzimas digestivas. Esta mezcla se deposita en cámaras dentro del nido y sirve como sustrato donde se cultiva el micelio del hongo. Los hongos, gracias a su acción enzimática degradan la celulosa en compuestos más simples, y al ser compuestos más digeribles, las termitas lo utilizan para alimentarse. Gracias a esta simbiosis, uno de los beneficios que obtiene el hongo es poder llevar un ciclo de vida en condiciones adecuadas de humedad y temperatura, lo cual asegura su sobrevivencia. Cuando las termitas abandonan el nido, el hongo deja de recibir nutrientes y pierde sus condiciones óptimas de vida. En esta situación de abandono, el hongo forma cuerpos fructíferos que emergen fuera del nido, liberando esporas en el ambiente para dispersarse y establecer nuevas asociaciones simbióticas si las esporas son recogidas por otra colonia de termitas (Fig. 2).

Hongo-Escarabajos ambrosiales
No todas las relaciones entre hongos e insectos ocurren en el mundo subterráneo. Algunas se desarrollan en el corazón de los árboles, como es el caso de los escarabajos ambrosiales (Curculionidae: Scolytinae) y sus hongos simbiontes (Ascomycota: Ophiostomatales). Aunque no está claro qué motiva a las hembras a abandonar la seguridad de su hospedero y emprender un viaje de dispersión en busca de uno nuevo, se sabe que viajan con su hongo simbionte como polizonte. Este hongo se transporta en estructuras especializadas llamadas micangios, similares a los bolsillos intrabucales de las hormigas, pero ubicadas en diferentes partes del cuerpo del escarabajo, como la cabeza, protórax o abdomen, dependiendo de la especie. Una vez que la hembra selecciona un nuevo hospedero, comienza a construir un sistema de galerías y va inoculando su hongo simbionte. En condiciones ambientales adecuadas, el hongo crece y contribuye a la degradación de la madera mediante su acción enzimática. La mezcla de madera degradada y hongo se convierte en la principal fuente de alimento para la progenie de la hembra fundadora (Fig.3).

Finalmente, cabe destacar una diferencia evolutiva fascinante: mientras hormigas y termitas heredaron una antigua estrategia agrícola (sus simbiosis con hongos surgieron una sola vez en su historia evolutiva y se mantuvieron prácticamente inalteradas durante millones de años), los escarabajos ambrosiales representan un caso de innovación reiterada. Este grupo “reinventó” la agricultura fúngica al menos doce veces, con diferentes linajes domesticando sus propios hongos y desarrollando micangios independientes. Este contraste revela un principio clave de la evolución: cuando una estrategia es exitosa como cultivar alimento en equipo, la naturaleza puede perpetuarla, ya sea mediante la conservación de un legado ancestral (termitas y hormigas) o mediante la convergencia adaptativa (escarabajos). El resultado, en cualquier caso, demuestra un asombroso y notable ejemplo de cooperación en la naturaleza y al ser estas relaciones tan íntimas, resuenan con un ¡Yo sin ti me muero!
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