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A 120 años del nacimiento del artista, su creación en la Biblioteca Central de la UNAM sigue siendo símbolo de permanencia, ingenio y expresión nacional

Edificio que se volvió Mural: Legado de Juan O’Gorman en la UNAM

Composición O’Gorman

La Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no es solo el edificio más representativo de Ciudad Universitaria, también es un mural monumental que encapsula siglos de historia en piedra. Para Juan O’Gorman, su autor, este proyecto marcó su regreso a la arquitectura después de un retiro de más de una década.

O’Gorman nació el 6 de julio de 1905 y, a sus 31 años, decidió abandonar la arquitectura tras solo seis años de ejercicio. “Tuve la buena idea de cerrar el despacho para dedicarme a actividades más acordes con mi personalidad y con mi modo de ser”, escribió alguna vez. Sin embargo, en 1949 recibió una invitación por parte de Mario Pani y Enrique del Moral, responsables del Plan Maestro de Ciudad Universitaria, para integrarse al diseño de la biblioteca. Esa oportunidad le permitió unir sus dos pasiones: la pintura y la arquitectura.

El proyecto de la Biblioteca Central, que diseñó junto a Gustavo Saavedra y Juan Martínez de Velasco, se convirtió en un símbolo nacional. De esa misma época es su obra Autorretrato múltiple, donde se representó como arquitecto y pintor al mismo tiempo, reflejando su dualidad creativa.

La doctora Louise Noelle Gras, quien conoció a O’Gorman entre 1976 y 1980, asegura que el edificio es uno de los mejores ejemplos de integración plástica en México. “Si se le quitara el mural, perdería su esencia; y sin el edificio, las imágenes no tendrían el mismo impacto”, explicó.

Una frase del arquitecto suizo Le Corbusier resume perfectamente esta visión: “Arquitectura y artes plásticas no son dos cosas yuxtapuestas; son un todo coherente y sólido”. O’Gorman supo aplicar este principio a la perfección.

Juan O’Gorman

Historia grabada en piedra

Aunque pocos recuerdan el nombre del mural (Representación histórica de la cultura), la mayoría reconoce sus imágenes compuestas por miles de piedras de colores. En cada una de sus cuatro caras, el edificio narra episodios del pasado prehispánico, la Nueva España, el México moderno y el papel de la UNAM.

O’Gorman explicó que eligió el mosaico de piedra porque el edificio, originalmente, sería un “cubo horrible” cubierto con vitricotta. Decidió entonces transformarlo en una obra duradera y significativa.

El origen de esta técnica se remonta a 1945, cuando colaboró con Diego Rivera en el Museo Anahuacalli. En ese proyecto, experimentaron con incrustaciones de piedra en el concreto. Para la Biblioteca, O’Gorman perfeccionó la técnica: dibujó cada sección a escala real, colocó piedras con guía de plantillas y fabricó paneles tipo rompecabezas que ensambló en la fachada.

Para obtener los materiales, recorrió el país con ayuda de un ingeniero de minas. Usó piedras de más de diez colores distintos, como obsidiana negra, mármol blanco, calcedonia, vidrio triturado azul, y tonos rojizos, verdes y grises, provenientes de distintas regiones de México.

Biblioteca Central de la UNAM

Un mural que desafía al tiempo

Montar el mural fue un trabajo de precisión que duró más de un año. El cuidado con el que se hizo es tan notable que, aunque han pasado más de 70 años, la obra se conserva casi intacta. A pesar de la contaminación y la lluvia ácida, los colores y las formas siguen vivos gracias al ingenio de O’Gorman y la resistencia natural de la piedra.

“La pintura se borrará con el tiempo, pero el mosaico de piedra permanecerá”, dijo el artista, y tenía razón. Su visión no solo transformó un edificio funcional en una obra de arte, sino que también dejó un legado cultural que continúa inspirando a nuevas generaciones.

La Biblioteca Central es hoy uno de los edificios más fotografiados del país. Su mural no solo decora, cuenta la historia de México desde sus cimientos. Y detrás de cada piedra, está la mente de un hombre que supo unir ciencia y arte como pocos.

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