
El borrego cimarrón o cimarrones (Ovis canadensis), es un mamífero de la familia Bovidae y se distribuye en las regiones desérticas del norte de México, que incluye los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León. Su ambiente predilecto corresponde a cañadas profundas, riscos escarpados, pendientes pronunciadas y acantilados. Los cimarrones llegan a pesar entre 80 y 130 kg, según su edad y época del año. Su pelaje es color café claro a oscuro de acuerdo con el tipo de vegetación en la que habite. Presenta una coloración blanca en la parte ventral y a lo largo de las patas, la cola es negra y corta. Entre la nariz y el hocico, presenta un color blanco, donde resalta el negro de los orificios nasales. Las hembras se reproducen al alcanzar los dos o tres años y el periodo de gestación es de seis meses. Por lo general, solo nace una cría, pero hay registros que pueden nacer gemelos en poblaciones silvestres y en cautiverio. Las crías suelen nacer en las partes bajas, en praderas, ya sea en una cueva o un lugar seguro, pero posteriormente se desplazan a zonas altas para protegerlas de los depredadores. A lo largo del año se producen nacimientos, pero principalmente de enero a marzo. Su extensa distribución pone de manifiesto su gran capacidad de sobrevivencia, ante las condiciones extremas de los ambientes desérticos. Los borregos cimarrones se encuentran activos principalmente por las noches, pues en el día se resguardan del intenso calor. Forman rebaños de hembras y macho, pueden ser de hasta nueve animales, pero los machos mayores de 3 años se separan del rebaño y viven en grupos de solo machos, el estatus social en ellos se basa en el tamaño de los cuernos y fuerza con la que luchan entre ellos, mientras que las hembras jóvenes suelen permanecer con un grupo materno, y entre ellas no existe una competencia en el estatus social.
Las hembras poseen pequeñas cornamentas, delgadas y curvadas ligeramente. Pueden medir entre 25 y 33 cm, no crecen tan grandes ni voluminosas como las de los machos. En cambio, la cornamenta de los machos, son grandes y simétricos, los cuales se encuentran enroscados y pueden medir entre 80 y 120 cm de longitud, hasta 43.5 cm de diámetro en la base y llegan a representar el 10 % del peso total del animal. El núcleo óseo de estos se encuentra integrado por cámaras huecas que reducen el peso del cráneo. Los cuernos crecen conforme a la edad. El macho de mayor edad y con el mayor tamaño de cuernos, es decir el más “cornudo”, es el que domina al grupo.
Alrededor de los cuernos se identifican anillos córneos y el número de éstos corresponde con la edad del animal. Según la cornamenta, los machos se clasifican como: macho tipo I (2.5 años), tipo II (3.5 a 6 años), tipo III (6 a 8 años) y tipo IV (8 a16 años), que es la máxima edad reportada para un individuo en vida libre. Los cuernos dejan de crecer en la época reproductiva y es cuando se forma el anillo córneo. En los individuos jóvenes, los cuernos presentan una apariencia suave, pero con la edad adquieren una apariencia áspera, incluso en algunos, se llegan a presentar huellas del desgaste. Los machos utilizan la cornamenta para enfrentar batallas entre ellos, ya sea para dominar el territorio donde está el rebaño o tener mayor jerarquía, así como su lucha por aparearse con varias hembras, conducta en algunos animales que se denomina “harem”. Previo al encuentro, dos machos se alinean, uno frente al otro y manteniendo contacto visual, retroceden simultáneamente unos pasos. Después de unos instantes, de manera sincrónica inician una carrera frenética uno hacia el otro, para brincar al aire y estrellarse con un magnífico estruendo de sus cornamentas. También las utilizan para golpear árboles o cactus en busca de la caída de frutos que puedan ser aprovechados. Debido a estas actividades, sus cornamentas se desgastan y se doblan en los extremos.
Desde el año 2001, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) incluyó al borrego cimarrón en la Norma Oficial Mexicana-059, que es la ley que protege a la vida silvestre, como una especie bajo protección especial, categoría que hasta la fecha se mantiene. La autorización de permisos para la caza de la especie en áreas destinadas para esta actividad es una estrategia de poder conservar a su vez el hábitat del borrego cimarrón, y así mismo la biodiversidad de esa área. Las poblaciones naturales se vieron fuertemente afectadas por la transformación de su hábitat natural, introduciendo especies exóticas, es decir especies que no son originarias de ese lugar, como la producción de ganado mayor, vacas, caballos y mulas, o bien ganado menor como ovejas, cabras, puercos, por mencionar algunos, además de la cacería furtiva. Su cornamenta es considerada uno de los trofeos cinegéticos más valiosos a escala mundial, pues los ejemplares que presentan un mayor tamaño corporal y de cornamenta son los más difíciles de ser cazados ya que su ámbito hogareño está alejado de los núcleos poblacionales y de reproducción en zonas escarpadas. El costo promedio de un permiso para cazar borrego cimarrón oscila alrededor de los 35 mil dólares americanos, pero puede aumentar hasta cientos de miles de dólares.
Los ejemplares para caza se encuentran en Unidades de Manejo y Uso Sustentable de la Vida Silvestre (UMAs). Las UMAs son predios registrados por la SEMARNAT, que contribuyen a cuidar el ambiente y a la conservación de las áreas destinadas al aprovechamiento sustentable de las especies silvestres que ahí habitan. Una vez cazados, se otorgan “cintillos” o bandas autoadheribles, lo que garantiza que el animal fue legalmente abatido. Estas bandas son otorgadas cuidadosamente por la SEMARNAT. La cacería del borrego cimarrón en las UMAs ha permitido generar beneficios económicos para los lugareños que viven en esas zonas, a su vez, permite la conservación de la especie y de su hábitat, y evitar la cacería furtiva.
Es importante mencionar que, anteriormente los censos poblacionales de borrego cimarrón se hacían con helicópteros a vuelos bajos en las sierras y se categorizaban por el número de ejemplares avistados por hora de vuelo, existiendo de 9 hasta 40 individuos. Debido a los altos costos de estos procedimientos y que el ruido de la aeronave asustaba a los cimarrones volviendo impreciso el método, actualmente los censos son llevados a cabo a pie y con la ayuda de drones.
Hacia el año 2000, existían 26 Unidades de Manejo para la Vida Silvestre (UMA) en Sonora, con más de 2 mil borregos cimarrones producidos, provenientes de sus 26 UMAs. Chihuahua y Coahuila le seguían con una producción de 375 y 400 ejemplares, respectivamente, mientras que Nuevo León iniciaba esta actividad con una producción más modesta de 10 animales.
En 1975 se reintrodujeron ejemplares a la Isla Tiburón, Sonora, con la intención de reproducir a la especie y posteriormente repoblar aquellas áreas donde antes se distribuía el borrego en Sonora, incluso se han reintroducido en áreas de Chihuahua, Coahuila y Nuevo León, asimismo se ha permitido abastecer criaderos intensivos en otros estados. Los criaderos en la Isla Tiburón, han beneficiado a los pueblos originarios “Seris”, que son indígenas de Sonora y ha permitido contribuir con el mantenimiento de la especie en otros estados. Sin embargo, debido a la destrucción de su hábitat natural, cacería furtiva e introducción de especies exóticas, se sigue afectando seriamente las poblaciones de borrego cimarrón en Chihuahua, Coahuila y Nuevo León.
A partir del año 2005, la SEMARNAT y el gobierno de Sonora, iniciaron un programa para la conservación, repoblación y aprovechamiento sustentable del borrego cimarrón, lo que permite tener un monitoreo aéreo y protección de la especie en dicho estado. Considerando que es una especie de importancia cinegética y las poblaciones ya no habitan en algunas áreas de su distribución, es propio poner atención especial a este “cornudo”. En Baja California, existe el compromiso de conservar esta especie, por ejemplo, es el emblema de instituciones educativas, como la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y deportivas, siendo la mascota universitaria de la UABC. A su vez, esta Universidad tiene como objeto el estudio de este borrego para su manejo, conservación y aprovechamiento sustentable.
Es importante priorizar que esta especie, además de su importancia cinegética es también económica, cultural, ecológica, biológica y simbólica, por lo que su conservación también implica preservar su hábitat, con la intención de seguir admirando los majestuosos ejemplares y aquellos machos con una solemne cornamenta, siendo los mejores “cornudos”.
División de Ciencias Biológicas y de la Salud. Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa. Ciudad de México, Ciudad de México, México. bvm@xnum.uam.mx (BVM) carmennavarro2006@yahoo.com.mx (MCNM), deme@xanum.uam.mx (DAAG).
*Autor de correspondencia
Therya ixmana 4(1):66-67