
En un presente atravesado por el exceso de imágenes, sonidos y signos, nace Trípticos, una propuesta artística que no crea desde la nada, sino desde la recolección: el arte de ensamblar fragmentos para detonar sentidos. Inaugurada el pasado 11 de julio, esta exposición propone una mirada crítica y creativa sobre la vida contemporánea a través del cruce entre arte digital, música y apropiacionismo, puedes disfrutar de este evento en Casa Rafael Galván localizada en Zacatecas 94,Roma Nte. Cuauhtémoc, 06700 CDMX.
Más que una muestra, Trípticos se presenta como una experiencia sensorial y conceptual en la que lo cotidiano se reconfigura. Bajo el principio del mosaico, las obras exhibidas no rehúyen a la fragmentación: la abrazan. Desde fragmentos visuales recontextualizados hasta sonidos intervenidos, el espectador se enfrenta a una narrativa construida con los retazos de la cultura mediática, ese mismo flujo que diariamente moldea nuestra percepción y subjetividad.
El tríptico,estructura que da nombre a la exposición, funciona aquí no solo como formato visual, sino como metáfora conceptual: tres planos que dialogan, se tensan, se contradicen. Cada obra se articula como una conversación entre lo íntimo y lo colectivo, entre el consumo cultural y la identidad, entre la imagen digital y la textura sonora. En este cruce, lo fragmentado no significa caos, sino posibilidad. Posibilidad de recomponer, de resistir, de imaginar alternativas.
En Trípticos, el apropiacionismo se vuelve herramienta política y poética. Lejos de ser copia o réplica, la reapropiación de imágenes y sonidos deviene en gesto de crítica y resignificación. La exposición invita al espectador a habitar esos fragmentos y a cuestionar el modo en que construimos y somos construidos por lo que consumimos.
Las tres piezas que conforman esta muestra despliegan un tejido visual-sonoro que apela a las sensibilidades de una audiencia acostumbrada a navegar en múltiples capas de significado. El resultado es un mapa sensorial donde el arte se vuelve interfaz para pensar las tensiones del presente: la sobreinformación, el yo digital, la (in)comunicación humana.
Al recorrer la exposición, cada fragmento actúa como un detonador: nada está cerrado, todo está abierto al juego del sentido. Trípticos no ofrece respuestas, sino caminos para pensar; no construye un discurso lineal, sino un rizoma de percepciones que invitan a repensar lo visible, lo audible y lo cotidiano.
Con esta apuesta estética, Trípticos se inserta en la discusión contemporánea del arte como espacio de recomposición crítica. Un lugar donde, como señala la curaduría, la fragmentación no es pérdida, sino materia para crear mundos posibles.