
Las tortugas marinas han habitado los océanos desde hace más de 100 millones de años. Comprenden siete especies a nivel global y se agrupan en dos familias: 1) Cheloniidae con seis especies Caretta caretta (caguama), Chelonia mydas (verde), Eretmochelys imbricata (carey), Lepidochelys kempii (lora), Lepidochelys olivacea (olivácea) y Natator depressus (kikila o plana), esta última endémica a Australia y 2) Dermochelyidae con una especie, Dermochelys coriacea (laúd). Actualmente todas las tortugas marinas están amenazadas, en peligro de extinción o son vulnerables de acuerdo con La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés). Desempeñan un papel vital en el equilibrio de los ecosistemas marinos, por ello se consideran indicadoras de la salud de los océanos. Por ejemplo, la tortuga verde se alimenta de pastos marinos y algas promoviendo un crecimiento saludable y evitando su sobreacumulación, lo que beneficia a otras especies marinas. También son fundamentales en la conexión entre ecosistemas terrestres y marinos, ya que los restos de las cascaras de huevos y de las crías que no sobreviven proporcionan nutrientes esenciales para la vegetación de los ecosistemas costeros y alimento para aves y pequeños mamíferos.
Su ciclo de vida se caracteriza por un periodo de alimentación en mar abierto y otro de reproducción (apareamiento y desove). Una vez que las hembras están listas para desovar arriban a las playas en donde construyen el nido en el que depositan de 50 a 200 huevos, que se incuban de 45 a 75 días dependiendo de la especie. La temperatura de incubación es un factor importante durante el desarrollo embrionario debido a que los cambios a largo plazo (p. ej., el cambio climático) pueden incrementar la incidencia de alteraciones embrionarias, el porcentaje de mortalidad neonatal y sesgar la proporción de sexos. En este breve ensayo comentaremos acerca de las malformaciones embrionarias en este grupo carismático de reptiles.
Las malformaciones físicas congénitas son defectos o anormalidades en alguna estructura corporal, ya presentes durante el desarrollo embrionario o en la eclosión de las crías. Sus causas pueden clasificarse en tres grupos: factores intrínsecos (p. ej., genéticos y fisiológicos), extrínsecos (p. ej., físicos, químicos) y antropogénicos (p. ej. contaminación de playas con pesticidas, micro plásticos). Los micro plásticos presentes en el sustrato pueden liberar sustancias químicas tóxicas (p. ej., ftalatos y bisfenoles), que alteran la actividad hormonal y pueden afectar la diferenciación celular en etapas críticas del desarrollo embrionario.
Las malformaciones más comunes se presentan en el caparazón, en las aletas, en los ojos, entre otras (Tabla 1). Estas alteraciones anatómicas y funcionales afectan su movilidad, orientación, capacidad de alimentación y evasión de depredadores, lo que disminuye drásticamente su capacidad de sobrevivir y alcanzar la madurez. Es importante señalar que la mayoría de los monitoreos en campo se enfocan en variables reproductivas generales, como el número de nidos o las tasas de eclosión. Sin embargo, la recopilación de datos específicos sobre malformaciones embrionarias sigue siendo limitada en muchas regiones. Incluir protocolos específicos para el registro de malformaciones, análisis genéticos y la evaluación de parámetros de incubación, tanto en campo como en laboratorio, podría aumentar significativamente la eficacia biológica de los programas de conservación. Esto implica, entre otras acciones, monitorear las condiciones de los nidos, reducir la contaminación en las playas de anidación, evitar la urbanización costera no planificada y fomentar la educación ambiental en las comunidades locales. Además, se recomienda incorporar estudios genéticos y fisiológicos en los planes de manejo para identificar posibles factores de riesgo, tanto internos como externos, que puedan estar afectando la salud embrionaria.
Tabla 1. Ejemplos de malformaciones neonatales identificadas en tortugas marinas.
Especie | Región anatómica afectada | Tipo de malformación |
---|---|---|
Chelonia mydas, Eretmochelys imbricata, Lepidochelys olivacea | Caparazón | Asimetrías, hipoplasia del caparazón, caparazones comprimidos. |
Chelonia mydas, Eretmochelys imbricata, Lepidochelys olivacea | Aletas | Aletas ausentes, duplicadas, polidactilia, braquidactilia y sindactilia. |
Caretta caretta, Chelonia mydas, Eretmochelys imbricata, Lepidochelys olivacea | Craneofaciales | Mandíbula ausente, girada o acortada, paladar hendido, microcefalia, rinodimo, anoftalmia (ausencia de ojos). |
Eretmochelys imbricata, Lepidochelys olivacea | Cola | Cola deforme, cola corta o ausencia de cola. |
Bibliografía
Bárcenas-Ibarra, A.; De la Cueva, H.; Rojas-Lleonart, I.; Abreu-Grobois, F.A.; Lozano-Guzmán, R.I.; Cuevas, E.; García-Gasca, A. (2015). First approximation to congenital malformation rates in embryos and hatchlings of sea turtles. Birth Defects Research Part A: Clinical and Molecular Teratology, 103(3): 203–224.
Martín-del-Campo, R., Sifuentes-Romero, I., García-Gasca, A. (2019). Hox genes in reptile development, epigenetic regulation, and teratogenesis. Cytogenetic and genome research, 157(1-2), 34-45.
1Carol Audrey Román Cruz, Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, Región Poza Rica-Tuxpan
2Janet Nolasco Soto, Instituto de Ecología A.C., Biología Evolutiva.
3Ivette Alicia Chamorro Florescano, Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, Región Poza Rica-Tuxpan