
El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación ambiental, la deforestación, la crisis hídrica, la generación de desechos y el consumo abusivo son algunos de los factores que hoy afectan y ponen en riesgo la vida en nuestro planeta. La mayor parte de ellos se presentan a causa de las acciones antropogénicas (como resultado de las actividades humanas), mientras que otros derivan de procesos naturales.
La destrucción del medio ambiente provocada por las actividades humanas se considera un grave problema a nivel mundial y está llevando al límite la capacidad del planeta. La Organización de las Naciones Unidas ha reconocido lo que hoy se denomina “triple crisis planetaria”: cambio climático, pérdida de la biodiversidad y contaminación ambiental.
Ante esta situación, se han generado diferentes estrategias que pretenden lograr el compromiso de los gobiernos y de los pueblos para desacelerar, y de ser posible, revertir los efectos detrimentales sobre el medio ambiente. De esta forma se han firmado tratados, se han establecido estrategias como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, han surgido movimientos mundiales y se han decretado leyes. Sin embargo, nada de esto tendrá impacto si no se modifica de fondo la manera en la que cada individuo asume su compromiso.
Es indispensable promover políticas públicas que dirijan sus acciones a la toma de conciencia de la sociedad y se realicen prácticas individuales y comunitarias para modificar los hábitos de consumo lineal que hoy prevalecen. Adoptar estrategias de economía circular, que reutilicen los materiales que se consumen tantas veces como sea posible, sustituir el consumo de plásticos de un solo uso por materiales biodegradables, poner en práctica las “6 Rs”: Reducir, Reutilizar, Reciclar, Rechazar, Repensar y Reparar, respetar la vida silvestre, entre otras acciones, permitirá modificar paulatinamente la grave situación que hoy se presenta.
La educación ambiental desde la infancia surge como una herramienta poderosa para lograr generar verdaderos cambios. De acuerdo al Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, se trata de un campo multi e interdisciplinario que integra conceptos de las ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades para promover una comprensión integral del medio ambiente y fomentar prácticas sostenibles.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo tercero establece que todas las personas tenemos el derecho humano de acceder al conocimiento científico y a sus beneficios. De esta forma, las instituciones educativas juegan un papel indiscutible al ser portadoras del conocimiento y de estrategias de divulgación científica. La incorporación de la educación ambiental en los programas de educación básica a través de la Nueva Escuela Mexicana debe fortalecerse para transmitir de forma asertiva la conciencia del cuidado de nuestro entorno.
Las estrategias de educación ambiental también pueden dirigirse a personas adultas a través de información directa mediante estrategias de apropiación social del conocimiento como parte de la responsabilidad social institucional, que exige que las y los divulgadores se involucren en provocar cambios en beneficio común y determinar al avance que las acciones generan.
Urgen cambios de fondo en la forma en la que interactuamos con nuestro ambiente y, muchos de esos cambios dependen de cada persona.