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Inició cuando beduinos quisieron cobrar peaje a comerciantes drusos por transitar por una región bajo su control

Minorías en guerra en Siria: claves para entender conflicto entre drusos y beduinos

Conflicto Siria Beduinos contra drusos: un conflicto de décadas que vuelve a impactar Siria.

Si bien la caída del presidente sirio Bashar Al-Asad en diciembre de 2024 puso fin a más de trece años de guerra civil, volver a establecer un estado de derecho, así como lograr la reconciliación nacional resulta un proceso que puede llevar tiempo.

Durante el periodo de guerra las tensiones entre grupos étnicos y religiosos se acrecentaron, sobre todo con el surgimiento del Estado islámico y de las Fuerzas Democráticas Sirias, el principal grupo armado kurdo. Estos conflictos, de carácter interreligioso e interétnico, se radicalizaron debido, en buena parte, a la intervención de países y potencias extranjeras con intereses en la región, que durante la guerra han apoyado militar y económicamente a alguno de los bandos y continúan haciéndolo.

En marzo pasado de este 2025, un enfrentamiento entre milicias progubernamentales y miembros de la minoría alauita (una rama del islam chíí a la que pertenecía la familia del depuesto presidente Al-Asad) llevó a la matanza de alrededor de 1400 civiles.

Ahora, en el mes de julio se dio un duro enfrentamiento entre drusos y miembros de tribus beduinas. Su particularidad es que está atravesado por los intereses de Israel en la región pues, desde unos meses antes del derrocamiento de Al-Asad, sus agentes incrementaron sus contactos con los grupos drusos en Siria (Times of Israel, 12/03/2025).

Por lo que vale la pena insistir en lo que es la fe drusa, nacida de un cisma del islam chií ismailí en el siglo XI, tomando algunos elementos dee otras religiones. Pero interessa destacar su secretismo como algo fundamental, y sólo los iniciados pueden conocer los principios de la religión y tienen estrictamente prohibido difundirlos.

Los drusos están presentes principalmente en Siria, Líbano y los territorios ocupados en los Altos del Golán, que la ONU ha calificado de ilegal, y en Jerusalén. La relación del gobierno israelí con los drusos ha sido oportunista, por decir lo menos, porque la mayoría de los drusos se reconocen sirios y han rechazado nacionalizarse israelíes. Pero el 40% de los drusos que habitan en los territorios ocupados han aceptado la ciudadanía israelí y los hombres en edad de hacerlo han prestado servicio en el ejército israelí. Es decir, que hay un sector de drusos dispuesto a colaborar y a formar parte de Israel, sobre todo los más jóvenes, nacidos después de 1967.

Con la caída de Al-Asad el gobierno israelí ha insistido en su meta de anexar la parte sur de Siria de mayoría drusa, para unificarla con los Altos del Golán con el resto de la región habitada por este grupo. Durante meses Israel ha enviado emisarios a negociar con los líderes drusos afines para convencerlos de la anexión. En su mayoría, los drusos ha rechazado el ofrecimiento, aunque hay también los que consideran dicha posibilidad. En este contexto fue que se suscitaron los enfrentamientos más recientes.

En el otro bando de estos enfrentamientos se encuentran miembros de tribus beduinas, los grupos étnicos más antiguos de la región. Están presentes en el Líbano, Siria, Israel, en los países del Golfo y en Egipto. Su forma de vida seminómada y autogestiva ha ocasionado que resulten incómodos para los estados nacionales que los contienen. A menudo se les considera como un Estado dentro del Estado. Están organizados a través de redes de parentesco, y se rigen por el derecho consuetudinario, heredado de generación en generación.

Durante los siglos XVIII y XIX, las grandes tribus de cría de camellos Aneza y Shammar del Nejd en lo que hoy es Arabia Saudita, se desplazaron hacia el norte para conquistar la región de Badia y Jazira en la Gran Siria. Comenzando su dominio sobre las estepas desérticas entre Siria, Líbano, Irak, Jordania, Arabia Saudita e Israel. Durante el período Otomano, los beduinos controlaban el paso de las caravanas comerciales y de las peregrinaciones musulmanas entre Damasco y Bagdad, y entre Damasco y La Meca.

Ante la imposibilidad de dominar a las tribus beduinas, el Imperio Otomano optó por cobrarles un impuesto y reconocer zonas de dominio, donde podían a su vez cobrar impuestos al comercio local.

Durante las últimas años del Imperio Otomano, la élite beduina se involucró en las ideas políticas del nacionalismo árabe, entonces emergente. Algunos líderes beduinos apoyaron el establecimiento de un Estado árabe independiente bajo el mando del emir Faysal. Luego lucharon contra el mandato francés, un gran cambio para un grupo que tradicionalmente se mantuvo al margen de los asuntos políticos de los gobiernos estatales (Chatty, 2010).

Con el mandato francés sobre Siria, los beduinos fueron sujetos de distintas políticas con el fin de garantizar las rutas comerciales bajo su control. Francia creó la Oficina del control beduino, dedicada a negociar y regular a estos grupos. Fue a través de esta organización que los franceses debitaron paulatinamente la solidaridad grupal, dividiendo a las tribus más importantes.

Con la independencia de Siria, las tribus beduinas que durante el mandato francés gozaron de un estatus especial, fueron vistas como un enemigo y como grupos atrasados y primitivos que había que asimilar. Para ello se implementaron políticas con vistas a lograr la sedentarización y el sometimiento a las leyes estatales.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los gobiernos nacionalistas la solidaridad y la organización tribal se mantuvieron. Durante la década de 1980, el entonces presidente Hafez al- Asad, recurrió a las tribus beduinas para enfrentar la rebelión del grupo islamista de los Hermanos musulmanes. A partir de esa alianza, dejó de insistir en la sedentarización de los beduinos y se mantuvo un pacto de facto en el que los beduinos recuperaron su dominio en parte de la frontera esteparia siria (Lâle Can, 2024).

Décadas después, cuando iniciaron las manifestaciones contra el gobierno de Bashar al-Asad en 2011, algunos jeques beduinos se pronunciaron sobre la necesidad de mayores libertades e instaron a los miembros de sus tribus a protestar pacíficamente. Cuando el conflicto escaló a enfrentamientos armados, algunas se unieron al Consejo Tribal Sirio, que se reunió en Amán y posteriormente en Estambul para encontrar puntos en común con la Coalición Nacional Siria. Desde entonces y hasta la caída del régimen, la mayoría de los beduinos apoyaron a los grupos antigubernamentales (Chatty, 2022).

Aunque, como se dijo, esta no fue una posición unificada, algunas tribus se aliaron a los kurdos para enfrentar al Estado Islámico, mientras las menos, se unieron al frente Al-Nusra.

Por el contrario, los drusos se mantuvieron relativamente aislados durante la guerra civil, pues la mayoría de las milicias opositoras al régimen de Al-Asad eran sunitas y veían con desconfianza a los drusos. Sólo en el contexto del combate al Estado Islámico, los drusos decidieron aliarse con los kurdos que gozaban, y gozan aún, del respaldo de Estados Unidos.

Aun así, es difícil decir que los enfrentamientos de julio hayan tenido un carácter religioso, aunque los beduinos son en su mayoría suníes, no suelen comulgar con grupos islamistas radicales. Pero si se puede decir que históricamente las comunidades beduinas y drusas en la provincia de Sweida, donde se desataron los enfrentamientos, han alternando períodos de cooperación con enfrentamientos violentos. Principalmente por la diferencia en sus modos de vida, pues mientras que los beduinos son seminómadas, los drusos se dedican a actividades sedentarias.

El conflicto de julio comenzó cuando un grupo de beduinos quiso cobrar cuotas a comerciantes drusos por transitar por una región bajo su control. Ante la negativa de estos a pagar dichos impuestos, fueron retenidos por los beduinos desatando la confrontación. En el conflicto intervino el “Consejo Militar Druso”, una organización vinculada al influyente y singular clérigo Hikmat al-Hijri, que tiene ambiciones independentistas y una posición favorable a Israel (Anadolu, 23/07/2025).

El problema escaló cuando Israel, que se declaró protector de los drusos intervino bombardeando poblaciones beduinas y dejando que grupos armados drusos de los Altos del Golán ingresaran a territorio sirio para apoyar a sus congéneres. Este enfrentamiento terminó con cientos de muertos de ambos bandos y con el desalojo de tribus beduinas de la zona.

Con el fin de la guerra civil en Siria los dos grupos minoritarios, tanto drusos como beduinos, esperan ser incluidos en el nuevo gobierno. Los tres grandes problemas que debe enfrentar con los beduinos, los kurdos, los cristianos o los alauíes, son: 1) Cómo lograr la incorporación de los diversos grupos étnicos y religiosos, por ejemplo, reconociendo regiones autónomas autogobernadas. 2) Cómo garantizar la seguridad de estas minorías y, 3) Intentar proteger la soberanía nacional del expansionismo israelí.

*Seminario Universitario de Culturas del Medio Oriente, UNAM

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