
Los machos más promiscuos de una variedad de diminuto ácaro terrestre con aspecto alienígena luchan, e incluso a veces se comen a otros machos para conseguir un mayor acceso a las hembras.
Investigadores de la Universidad de Flinders han descubierto que estas criaturas (Rhizoglyphus echinopus), que pueden reproducirse hasta alcanzar niveles de plaga y dañar cultivos de bulbos como cebollas y ajos, pueden regular su agresividad para atacar y devorar a rivales no emparentados.
Su artículo se ha publicado en la revista Evolution.
“Sabemos que la competencia entre machos influye en el crecimiento poblacional a largo plazo, y comprender los niveles de agresividad en las poblaciones puede ayudar a comprender sus fortalezas y debilidades si se requieren medidas de conservación o control”, afirma en un comunicado el biólogo evolutivo Dr. Bruno Buzatto, autor principal de un nuevo artículo sobre estos ácaros microscópicos de los bulbos, apenas visibles con un tamaño promedio inferior a 0,5 mm.
Por ejemplo, estudios independientes han demostrado previamente que algunos artrópodos, como los escarabajos de la patata de Colorado, los escarabajos bifurcados de los hongos, las mantis religiosas y las arañas lobo, no presentan discriminación de parentesco y muestran niveles de agresión iguales independientemente del parentesco.
“Con estos ácaros, pudimos examinar los niveles de agresión de los luchadores hacia sus propios hermanos en comparación con machos no emparentados, y en presencia de hembras“, afirma el Dr. Buzatto, director del Laboratorio de Comportamiento y Ecología de Artrópodos Terrestres (BETA) de la Facultad de Ciencias e Ingeniería.
“Los luchadores machos pueden matar rápidamente a sus rivales y es más probable que lo hagan si estos no tienen parentesco genético. Al igual que en algunos insectos y arañas, este estudio observó una menor agresión hacia sus parientes y una mayor mortalidad entre los ácaros no emparentados con los machos luchadores, y una mayor intensidad en la agresión de los luchadores cuando hay hembras".
Los investigadores afirman que el estudio ayuda a comprender plenamente el impacto del parentesco en la agresión en el contexto de la competencia de pareja, especialmente cuando la agresión evolucionó como parte de una táctica reproductiva.