
El océano que cada vez más evidencia ubica bajo la superficie helada de la luna Ariel de Urano pudo llegar a alcanzar una profundidad de más de 170 km., frente a los 4 del Océano Pacífico.
Es la conclusión de una nueva investigación, publicada en la revista Icarus, que caracteriza la posible evolución de este océano.
“Ariel es bastante singular en cuanto a lunas heladas”, afirmó en un comunicado Alex Patthoff, coautor del artículo y científico principal del PSI (Planetary Science Institute).
Ariel es la luna más brillante y la segunda más cercana de Urano, y con tan solo 1.159 km de diámetro, es la cuarta más grande del sistema uraniano. Presenta características geológicas muy antiguas, como cráteres, junto a otras muy recientes, como un terreno liso posiblemente creado por criovulcanismo, explicó Caleb Strom, primer autor del artículo y recién graduado de la Universidad de Dakota del Norte. Presenta fracturas, crestas y fosas tectónicas (corteza que ha descendido más bajo que su entorno) a escalas mayores que en casi cualquier otro lugar del sistema solar.
El equipo de investigación quería comprender la estructura interior y la excentricidad (cuánto se desvía la órbita de un cuerpo de la circularidad) necesarias para producir las características que se observan actualmente en la superficie de Ariel. Ambas características pueden contribuir a la tensión que se puede aplicar a la superficie, provocando su fractura bajo la fuerza de la gravedad a medida que la pequeña luna orbita a su gigante gaseoso.
CAMBIA DE FORMA POR SU POSICIÓN RESPECTO A URANO
“Primero, mapeamos las estructuras más grandes que observamos en la superficie; luego, utilizamos un programa informático para modelar las tensiones de marea en la superficie, que resultan de la distorsión de Ariel, que pasa de tener forma de balón de fútbol a una ligera forma de balón de fútbol americano y viceversa, a medida que se acerca y se aleja de Urano durante su órbita", explicó Patthoff. Al combinar el modelo con lo que observamos en la superficie, podemos inferir la excentricidad pasada de Ariel y el espesor que pudo haber tenido el océano.
El equipo descubrió que, en el pasado, Ariel necesitaba una excentricidad de aproximadamente 0,04. Esto es aproximadamente 40 veces mayor que su valor actual. Si bien 0,04 puede no parecer drástico, la excentricidad puede potenciar los efectos de las tensiones de marea, y la órbita de Ariel habría sido cuatro veces más excéntrica que la de Europa, la luna de Júpiter, que se ve afectada por las fuerzas de marea que la empujan y atraen creando su superficie agrietada y quebrada. Sin embargo, a simple vista, la órbita seguirá pareciendo un círculo.
“Para crear esas fracturas, se necesita hielo muy delgado en un océano muy grande, o una mayor excentricidad y un océano más pequeño", dijo Patthoff. “Pero en cualquier caso, necesitamos un océano para poder crear las fracturas que observamos en la superficie de Ariel”.
Además, este es el segundo de una serie de artículos que investigan el subsuelo de las lunas de Urano. El año pasado, este mismo equipo publicó un artículo sobre Miranda con resultados similares.
MUNDOS OCÉANICOS GEMELOS
“Estamos encontrando evidencia de que el sistema de Urano podría albergar mundos oceánicos gemelos“, afirmó el coautor Tom Nordheim, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins e investigador principal.
“Desafortunadamente, solo hemos visto los hemisferios sur de Ariel y Miranda. Pero nuestros resultados pueden darnos predicciones de lo que una futura sonda espacial podría observar en los hemisferios norte de las lunas, aún no fotografiados, como la ubicación de fracturas y crestas allí. En última instancia, solo necesitamos regresar al sistema de Urano y comprobarlo por nosotros mismos".
Los investigadores aún no están seguros de cuánto tiempo hace exactamente que pudo existir este océano profundo. Sin embargo, este trabajo proporcionará una importante aportación para futuras investigaciones que investiguen el comportamiento de los océanos del sistema solar exterior a lo largo del tiempo.