
El pasado dos de octubre se cumplieron 125 años del nacimiento de Arturo Rosenblueth Stearns (1900-1970), uno de los científicos más importantes de la historia de México y cuyos trabajos sentaron las bases de la cibernética, hoy conocida como inteligencia artificial.
Pablo Rudomin, su alumno y después colega, señala que Arturo Rosenblueth trabajó con Walter B. Cannon, Norbert Wiener, Walter Pitts y Julian Bigelow, tanto en la Universidad de Harvard y el MIT. En México estuvo en el Instituto Nacional de Cardiología.
En 1946, Arturo fue parte del grupo que fundó la Academia de la Investigación Científica y en 1960 establece el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav). Este lunes 13, añade el Premio Crónica, Pablo Rudomin, se llevará a cabo el homenaje “Celebración de los 125 años del nacimiento de Arturo Rosenblueth: De la cibernética a la inteligencia artificial. Las neurociencias en México y el mundo”, en el Colegio Nacional.
Pablo Rudomin, en entrevista y primer mexicano en recibir el Premio Príncipe de Asturias, dijo que las contribuciones de Rosenblueth fueron múltiples y muy buenas: algunas a nivel experimental para entender el funcionamiento del sistema nervioso y otras a nivel teórico y filosófico. “Pero sobre todo sus estudios conjuntos con Cannon, Wiener, Pitts y Bigelow dieron lugar a la cibernética y, con el tiempo, se transformó en la inteligencia artificial.
Lamentablemente, añade, esta contribución no la hemos podido apreciar en toda su dimensión. “Usualmente nos olvidamos de la gente cuando ya no está entre nosotros, por eso, esta mesa en el Colnal busca recordar los avances y aportaciones de Rosenblueth Stearns.
GRAN HOMBRE
Pablo Rudomin recuerda a Arturo y señala que “era una persona de dimensiones extraordinarias, tanto por sus contribuciones en la fisiología y la filosofía, como por haber promovido la actividad multidisciplinaria”.
Para su desarrollo como científico, Arturo coincidió con una serie entornos: tuvo una beca Guggenheim en la Universidad de Harvard, se volvió la mano derecha de Cannon, quien lo propuso para que lo sucediera como jefe de departamento en la Universidad, pero hubo mucha oposición entre los miembros de ésta. Alegaban que Arturo tenía un carácter irascible, que se enojaba y discutía todo. Otros adujeron a su origen judío, aunque ya su familia se había bautizado, y otros a su origen mexicano. Inclusive le estaban pidiendo que, si quería quedarse, debería cambiar de nacionalidad, pero él decidió regresar a México, tiempo en que se estaba fundando el Instituto de Cardiología. El doctor Ignacio Chávez lo invitó y él aceptó.
Fue un cambio importante para México. Primero la investigación que se hizo en el Instituto Nacional de Cardiología, donde algunos tuvimos la fortuna de ser estudiantes suyos. “Yo entré en el año de 1957, estuve en Cardiología con él y luego me ayudó tener la beca Guggenheim. Años después, cuando estaba en Italia y se fundó el Cinvestav, Arturo s me invitó a ser parte del Centro y ahora tengo 60 años ahí”.
En el Cinvestav, añade, Arturo estableció una serie de principios de investigación científica y de colaboración, que persisten sobre en la institución.
Pablo Rudomin cuenta: “Fui afortunado porque tuve una relación buena con él, siempre me apoyó y me estimulaba, pero era muy estricto. Tenemos muchas anécdotas juntos. Una es sobre es la foto que sale en el póster de la conferencia. Se trata de la silla que él usaba para sus experimentos en el Cinvestav. Cuando falleció, la agarré y la tengo en mi laboratorio, como un símbolo y cuando alguno de mis alumnos hace algo bien, lo dejo sentarse en esa silla, para que lo atrape el espíritu del maestro Arturo y se vuelva mejor. En lo que a mí respecta, me trató como un hijo. Fue mi padrino de bodas, el que iba a ser de doña Flora era Diego Rivera, pero murió un mes antes”.
En el Cinvestav, agrega Pablo Rudomin, siempre me apoyó y recuerdo que él tenía la idea que las computadoras eran carísimas. “Cuando saqué un donativo y pedía una pequeña computadora a EU, bueno, en esa época no era pequeña, eran todos unos santos armatrostes y que por cierto está en el Museo de Tecnología del Politécnico, fue una odisea convencerlo, porque se necesitaban fondos adicionales.De hecho, fueron esas las primeras discusiones que tuve con él, pero logré su apoyo y fue la primera computadora que llegó a México, en la cual se podían procesar datos en línea, es decir, directamente del experimento y tener la retroalimentación. ¡Una novedad extraordinaria!”.
Otra de las anécdotas, es que cuando estábamos en el Instituto Nacional de Cardiología, convocaba una reunión los jueves por la noche en su casa. No tenía hijos, entonces casi nos adoptó como tales. Íbamos, cenábamos y luego se ponía a tocar el piano. Tuvimos una relación bastante intensa. Murió joven, aunque en esa época 70 años nos parecía una persona muy vieja. Ahora es la juventud de la tercera edad los 70 años.
PARTICIPANTES
Pablo Rudomin señala que el doctor Carlos Coello insistió en que los participantes en el homenaje sean de El Colegio Nacional o investigadores del Cinvestav.
Sobre los temas, añade que el doctor Coello hablará sobre cibernética e inteligencia artificial, el doctor Rafael Gutiérrez se referirá a los cambios de transmisión química y eléctrica, que era el martillo de discusión con Cannon.
También, agrega, se va a presentar Eugenio Friccione y su discurso versará sobre el problema mente-cerebro y, además, invitamos al doctor Enrique Hernández Lemus, quien es un físico con el que hemos colaborado mucho para que hable del papel de los modelos en ciencia, refiriéndose a un trabajo que escribieron Wiener y Rosenblueth .
PERFILES
Pablo Rudomin cuenta que se escogieron a los especialistas más destacados para el homenaje. Aunque quizás hayan quedado algunos fuera. “Al principio, pensamos hacerlo en dos sesiones, pero como El Colegio nacional está en el Centro Histórico, a veces las personas le sería complicado ir dos veces. Entonces, será una sesión presencial y obviamente difundida por las redes de El Colegio Nacional.