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La iniciativa analiza esta alimentación desde diferentes perspectivas fomentando su conocimiento y aprovechamiento consciente

Desarrollan UAQ y UNAM investigación sobre el consumo de insectos en el Bajío

Estudio. La Universidad Autónoma de Querétaro.

La Facultad de Ciencias Naturales (FCN) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) unen esfuerzos y desarrollan en conjunto un libro que registrará los insectos comestibles existentes en Querétaro, San Luis Potosí y Guanajuato.

En la entidad queretana aún no se ha registrado científica ni culturalmente la entomofagia, que se refiere al consumo de insectos como alimento, por lo que esta publicación abordará enfoques biológicos, ecológicos, gastronómicos y culturales, con el propósito de ofrecer una visión integral de dicha práctica.

El Grupo Antropoentomofagia del Bajío, desarrollador del libro, se conforma por el Dr. Erick Omar Martínez Luque profesor investigador de la FCN; Dr. Carlos Isaac Rivas Vela de la Licenciatura en Gastronomía UAQ; Dra. Ludivina Barrientos Lozano, directora de la sociedad mexicana de entomología, Tamaulipas; y el Mtro. Juan Manuel Pino Moreno, especialista de la UNAM en el tema en el país y exteriormente.

Localmente, los ejemplares que se consumen comúnmente son las hormigas chicatanas, que suelen prepararse fritas o en salsas; y las chinches de mezquite, también conocidas como tantarrias, que se comen mayormente tostadas. Ambos se encuentran en mayor cantidad en los meses en los que hay lluvias, pero pueden encontrarse durante todo el año.

La ingesta se originó en zonas alejadas de las ciudades, particularmente en las comunidades, cuando en temporada de sequía se quedaban sin alimentos ni ganado. En esos contextos hostiles, los animales ya mencionados eran abundantes y se convirtieron en una fuente de nutrición necesaria para sobrevivir.

Estos representan una alternativa nutritiva, ya que poseen un elevado contenido de proteínas acompañado de un bajo nivel de grasas saturadas en comparación con las carnes tradicionales, también, esta producción requiere menor cantidad de agua y tierras que la ganadería. Además, aportan vitaminas y minerales, entre los que destacan calcio, fósforo, magnesio y vitamina B2, lo que los convierte en una opción saludable y equilibrada.

Para robustecer la publicación, la FCN se encuentra recolectando evidencias biológicas y ecológicas para aportar. Esta edición busca sentar las bases para futuras investigaciones que profundicen en la dieta, producción y documentación en la región. Además, pretende sensibilizar sobre su relevancia en la cultura, promoviendo el estudio y la conservación de forma responsable.

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