
Desde 2002, cada 10 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo. De acuerdo con la UNESCO, este día subraya la importancia de valorar la ciencia como un agente promotor de la paz y el desarrollo sostenible. Este 2025 el lema es “Confianza, transformación y futuro: la ciencia que necesitamos para 2050” y se enmarca en el Decenio Internacional de las Ciencias para el Desarrollo Sostenible (2024-2033). Busca reflexionar sobre la ciencia necesaria para el futuro, reconstruir la confianza y empoderar a la sociedad.
La generación de conocimiento debe propiciar armonía, sin embargo, existen un número importante de casos en donde el ego, la ambición o simplemente los estereotipos han invisibilizado a las mujeres científicas. Ignorar, subestimar o atribuir los logros científicos de las mujeres a sus colegas masculinos se conoce como el “efecto Matilda” en honor a la activista Matilda Joslyn Gage, quien denunció por primera vez este fenómeno en la segunda década del siglo XIX. La historiadora en ciencia, Margarte W. Rossiter acuñó el término en 1993 para identificar aquella situación social donde las mujeres científicas reciben menos crédito y reconocimiento por su trabajo científico que el que les correspondería.
Un gran número de mujeres de ciencia han sufrido este tipo de discriminación, entre ellas Rosalind Elsie Franklin, química y cristalógrafa británica que estudió la estructura del ADN y logró elucidar datos inéditos sobre el patrón en forma de cruz indicativa de una hélice, y otros parámetros críticos, entre ellos su diámetro, simetría y la distancia entre las bases gracias a su famosa “Fotografía 51”. Para entonces, otros científicos como James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins investigaban el mismo tema, por demás importante en el ámbito científico de la época.
Watson y Crick, usando datos clave de Franklin sin su consentimiento explícito, propusieron el modelo de doble hélice antiparalela, con pares de bases complementarias (A-T, C-G). En 1962, Watson, Crick y Wilkins recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por el descubrimiento de la doble hélice, sin dar los créditos correspondientes a Franklin. El uso que dieron Watson y Crick a los datos generados por Franklin no estaba autorizado, esa información era única y privilegiada que Wilkins tomó y proporcionó a Watson y Crick.
Rosalind Franklin fue discriminada por ser mujer, acosada negativamente por sus atributos poco atractivos derivados de su forma de vestir. La ambigüedad de su puesto, sumada a un ambiente de trabajo poco colaborativo y sexista, donde las mujeres no podían almorzar en el mismo comedor que los hombres, contribuyó a que Franklin dejara el King’s College para unirse en 1953 al Birkbeck College, donde dirigió su propia investigación sobre la estructura de los virus. Murió en 1958, a la edad de 37 años de cáncer de ovario derivado de su exposición a la radiación durante sus estudios y sin recibir el reconocimiento que merecía.
James Watson vendió en 2014 su medalla del premio Nobel después de quejarse de que le habían convertido en una “mala persona”, sin embargo; su conducta clasista y discriminatoria no cesó y en 2019 declaró, de manera infundada, que las personas de raza negra son genéticamente menos inteligentes que las de raza blanca. Murió el 6 de noviembre de este 2025 a los 97 años y en la antesala del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, lo que contrastó, sin duda, con el espíritu de la fecha y con el fallecimiento reciente de científicas que con su conocimiento contribuyeron a iluminar a otras personas como embajadoras de Paz y Desarrollo: Julieta Fierro (1948-2025) y Jane Goodall (1934-2025).