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Breve historia de la bomba atómica en tiempos de “Oppenheimer”

Con motivo de la reciente película, Ciencia UNAM ofrece esta revisión histórica con apuntes de expertos de la Universidad

El científico J. Robert Oppenheimer, director del Proyecto Manhattan, observa la primera prueba de una bomba atómica en Nuevo México, Estados Unidos, el 16 de julio de 1945.
El proyecto Manhattan fue liderado por el físico Robert Oppenheimer. El proyecto Manhattan fue liderado por el físico Robert Oppenheimer. (Diseño Bárbara Castrejón)

El 6 de agosto de 1945, la ciudad japonesa de Hiroshima, recibió el impacto de “Little Boy”, una bomba de Uranio-235. Fue resultado del proyecto Manhattan, una división científica-militar del gobierno estadounidense dedicada al desarrollo de armas nucleares liderada por el físico Robert Oppenheimer (1904-1967), quien hoy vuelve a ser el centro de conversaciones a raíz de la película que lleva su nombre.

Entre 90 y 120 mil personas fallecieron. Miles sufrieron quemaduras. A mediano y largo plazo, la radiación impactó en las vidas de los habitantes de las ciudades atacadas. La infraestructura y riqueza histórica de la ciudad fueron destruidas.

Tres días después, Nagasaki, una ciudad en el sudoeste de Japón fue impactada por “Fat Man”, otra bomba aún más poderosa. Las montañas de la ciudad limitaron su alcance, pero aun así murieron de 60 a 70 mil personas. Los japoneses anunciaron la exigida rendición el 15 de agosto.

DE LA FÍSICA TEÓRICA A LA GUERRA

En 1938 los científicos alemanes Otto Hahn y Fritz Strassmann llevaron a cabo un experimento. Se dieron cuenta de que al bombardear núcleos de uranio con neutrones, el núcleo se podía separar en dos núcleos de elementos menos pesados. En el proceso se liberaba energía y otros elementos como el bario. El fenómeno recibe el nombre de fisión nuclear.

A partir de ese descubrimiento, las posibilidades de crear una liberación de energía y una explosión masivas a partir de una reacción en cadena, se volvieron realistas. Durante la Segunda Guerra Mundial había sospechas de que el frente nazi desarrollaba una bomba bajo este principio.

En respuesta, Estados Unidos reclutó a científicos y científicas para el Proyecto Manhattan, el nombre que usaban para la investigación nuclear secreta. Ellos fueron los primeros en demostrar el éxito esos principios teóricos de la física.

“Los núcleos atómicos liberan energía cuando se “rompen” núcleos pesados de isótopos como el Uranio-235, así como al unir núcleos ligeros de deuterio o tritio”, comenta el doctor Julio Herrera Velázquez, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM.

El “rompimiento” de un átomo pesado genera neutrones y átomos con núcleos medios. Así, se liberó energía, átomos de bario y Kriptón y neutrones como radiación, los cuales impactaron en otros núcleos de uranio generando múltiples colisiones que causaron una reacción en cadena.

La primera bomba estratégica “Little Boy” contra Japón, se activó cuando se disparó un proyectil hueco de uranio-235 hacía dos anillos del mismo material.

Entonces se producen las reacciones, una onda térmica y una exposición instantánea a la radiación.

Posteriormente durante la Guerra Fría, narra el académico, continuó el desarrollo de armamento por la presión entre las naciones enfrentadas, el deseo de demostrar poder frente al mundo, un efecto psicológico, dice Herrera, quien es experto en fusión nuclear.

Durante las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, se realizaron múltiples ensayos nucleares terrestres, atmosféricos, subterráneos y submarinos, que contaminaron de radioactividad el planeta.

También se desarrollaron bombas H o de hidrógeno, que parten del principio de fusión nuclear, en lugar de fisión. Tienen un poder destructivo mayor porque la energía liberada en la fusión es mayor.

De acuerdo con la Unión de Científicos Conscientes, la fusión nuclear consiste en un proceso contrario, en lugar de separar los átomos, se busca que algunos núcleos ligeros se pueden fusionar para formar núcleos más pesados, y se libera energía. Las armas nucleares pueden funcionar por medio de la fisión, la fusión o en combinación de ambos principios.

La bomba de hidrógeno más grande fue la bomba del Zar de Rusia en 1961, con un poder destructor 3,300 veces mayor que la bomba de Hiroshima.

TECNOLOGÍA EN MANOS DEL PODER.

El acceso a la tecnología nuclear sigue marcado por las desigualdades, menciona Gisela Mateos, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM. Las posibilidades son asimétricas, lo que inclina la balanza a un futuro susceptible a guerras injustas.

Hoy en día hay al menos 12,500 armas nucleares en manos de nueve países, Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel. 90 % de esa cantidad está en manos de Estados Unidos y Rusia. Otro dato alarmante es que a raíz de la guerra en Ucrania ha disminuido la transparencia respecto a las fuerzas nucleares.

*Colaboración de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM.

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