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Campesinos de Oaxaca obtienen 74 mdp en venta de bonos de carbono

· Los datos de este año fueron dados a conocer durante la Décima Asamblea Anual de la Integradora de Comunidades Indígenas y Campesinas de Oaxaca

La Guelaguetza no sólo es un baile o un grupo de bailes o una fiesta; es una forma de ser; es la cualidad de cooperar con el prójimo. Así lo entienden indígenas y campesinos de 12 comunidades de Oaxaca que, al cierre del año 2022, ya destinan una superficie acumulada de 28 mil 500 hectáreas de sus bosques para la captura de dióxido de carbono presente en la atmósfera. Con esta decisión y con los duros trabajos que les exige reforestar, prevenir y combatir incendios y plagas, ellos ayudan a mitigar una de las más graves amenazas para el planeta: el llamado efecto invernadero, que es una de las principales causas del cambio climático.

Los logros más recientes de estas comunidades fueron presentados los pasados días 27 y 28 de octubre cuando celebraron con bailes, música, alimentos y bebidas de Guelaguetza, el décimo aniversario de su organización, llamada Integradora de Comunidades Indígenas y Campesinas de Oaxaca (ICICO), así como su segunda venta internacional de bonos de carbono.

El encuentro de las 12 comunidades, de 5 etnias, fue celebrado con bailes de Guelaguetza en Santa María Peñoles.

El encuentro de las 12 comunidades, de 5 etnias, fue celebrado con bailes de Guelaguetza en Santa María Peñoles.

Rosendo Pérez / ICICO

Fue un encuentro de trabajo, una capacitación técnica, una recepción a los compradores nacionales e internacionales, pero también una fiesta e intercambio en la comunidad mixteca de Santa María Peñoles, que es una de las doce comunidades fundadoras de ICICO. En ese lugar, donde el 70 por ciento del territorio es un ecosistema altamente húmedo de bosques de pino y árboles del género Alnus o “palo de águila”, se recordó que la idea de cuidar sus bosques para vender bonos de carbono nació desde el año 2000, pero fueron necesarias cientos de asambleas comunitarias para que empezaran a vender sus primeros bonos en 2008 y fue hasta 2012 cuando se constituyeron como sociedad que vende directamente el resultado de su trabajo. En 2020 salieron a ofrecer el resultado de su trabajo a los mercados internacionales y ya han logrado su segunda venta, más allá de las fronteras mexicanas.

Hoy, el trabajo de conservación de bosques y captura de carbono que realiza ICICO es certificado y auditado científicamente, con protocolos tan estrictos que les ha permitido vender bonos de carbono a empresas dentro y fuera de México, aportando este año un ingreso de 74 millones de pesos que se invierte en atender necesidades y disminuir rezagos en las comunidades, mediante esquemas de decisión participativa.

El aprendizaje les ha costado errores y fracasos, pero el tejido social que les respalda es tan fuerte, con la participación de hombres, mujeres, adultos mayores y niños, que ha sido objeto de estudio de investigadores como Elizabeth Shapiro Garza, profesora de Ciencia, Políticas y Prácticas Ambientales de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos.

Dar y recibir

La Guelaguetza tiene bailes indígenas de las ocho regiones de Oaxaca y para las personas de ese estado significa compartir y también significa disfrutar juntos la naturaleza y la vida. Por eso en la asamblea de trabajo de ICICO se presentaron informes técnicos, pero también se entregaron regalos de artesanía de barro, palma, madera y vidrio, además de alimentos elaborados en las 12 comunidades de cinco etnias: zapotecos, chinantecos, mixtecos, mixes y chatinos.

Ellos son pobladores de las comunidades de San Bartolomé Loxicha, Santa María Tlahuitoltepec, San Juan Metaltepec, San Miguel Maninaltepec, San Juan Yagila, Santiago Teotlaxco, Santa María Zoogochi, Santiago Xiacuí, La Trinidad Ixtlán, Capulálpam de Méndez, Santa María Peñoles y San Juan Lachao.

Parte de las actividades del encuentro incluyeron trabajo de campo y demostraciones de medición técnica de captura de carbono

Parte de las actividades del encuentro incluyeron trabajo de campo y demostraciones de medición técnica de captura de carbono.

Rosendo Pérez / ICICO

¿Para qué se usa el dinero y cómo se evita malgastarlo? Las comunidades usan sus formas tradicionales de planeación y evaluación en asambleas.

“Todo está socializado, todo es transparente y se maneja a nivel de la comunidad, a través de los espacios de las asambleas comunitarias”, como explicó a los lectores de Crónica, Rosendo Pérez, quien es miembro de ICICO y enlace internacional del proyecto.

“Una vez que el dinero es pagado a cada una de las comunidades, la organización ICICO va con cada una de ellas y genera un esquema de planeación participativa para que el recurso que llega no sea mal enfocado y se utilice para superar carencias de tipo social, ambiental o económico que pudiera tener la comunidad. Todo se hace con un diagnóstico que construye cada comunidad, para atender los problemas que ya tienen identificados”, añade Rosendo “Charly” Pérez.

Con estos mecanismos, que existían desde muchos años antes de que abordaran el tema de los bonos de carbono han acordado atender problemas que les preocupan a todos, como el asegurar el abasto futuro de agua limpia, que puede escasear de manera peligrosa en tiempo de sequía. El trabajo para garantizar el agua es una de las principales preocupaciones que se expresan en las asambleas locales y uno de los beneficios directos que ellos identifican del cuidado de la cubierta vegetal.

Compradores y mejoras

La superficie de bosques que ya dedican a la venta de bonos de carbono equivale a 285 kilómetros cuadrados, comparable con la quinta parte del territorio de la Ciudad de México y apenas más chica que la superficie territorial de Guadalajara y la de Monterrey.

El informe de los beneficios generados por el proyecto fue dado a conocer en plaza comunitaria de Santa María Peñoles, donde estuvieron presentes más de 300 personas representantes de las cinco etnias indígenas participantes, así como empresas de México que compran estos bonos de carbono como el banco BBVA, el Festival Vive Latino, la farmacéutica Chinoin, la armadora de camiones Scania y compradores internacionales de bonos de carbono como la empresa Cool Efect, de California, Estados Unidos. Uno de los datos importantes del encuentro es que, debido a sus procesos certificados, las comunidades de Oaxaca llegan a vender sus bonos de carbono hasta en 14 dólares por tonelada de carbono capturada, mientras que en otras regiones de América Latina sólo se paga entre 2 y 3 dólares por tonelada.

Compradores mexicanos y extranjeros de bonos se carbono acudieron a Santa María Peñoles a entregar cheques a las comunidades.

Compradores mexicanos y extranjeros de bonos se carbono acudieron a Santa María Peñoles a entregar cheques a las comunidades.

Rosendo Pérez / ICICO

El encuentro de Santa María Peñoles no sólo sirvió para recordar lo pasado y celebrar lo alcanzado; también se presentaron dos iniciativas de trabajo para futuro:

1) Se planteó la iniciativa Gobiernos neutros, para que en cada lugar participante se tomen medidas que reduzcan la huella de carbono de las autoridades locales para ser congruentes con el objetivo de mitigar el cambio climático y para eso usarían parte del dinero que reciben. Así sólo ofrecerían a los compradores los bonos de carbono que capturen más allá de lo que ellos mismos emiten.

Y 2) Otra iniciativa que se lanzó en el encuentro de Santa María Peñoles fue llamada Estrategia regional de Cambio climático y consiste en unir el esfuerzo de 8 comunidades de ICICO que comparten un gran macizo forestal en la Sierra norte para que, juntas, incorporen a más comunidades de la región que todavía no están en el programa de bonos de carbono y puedan crear un gigantesco corredor biológico de más de 22 mil hectáreas.

El encuentro, de menos de 48 horas, fue una celebración en la que se habló de trabajo, de problemas y acciones para mejorar, pero también se notó que hay una base o soporte social fuerte que permite que todas las etnias indígenas y campesinas logren a puntos de entendimiento, a pesar de que provienen de contextos diferentes e incluso hablan seis lenguas diferentes. Lo que los une es la tierra, el contacto directo con la naturaleza y la comprensión de los procesos de salud y enfermedad de los ecosistemas.

Los representantes de las 12 comunidades revisaron el trabajo acumulado de 10 años vendiendo juntos bonos de carbono.

Los representantes de las 12 comunidades revisaron el trabajo acumulado de 10 años vendiendo juntos bonos de carbono.

Rosendo Pérez / ICICO

Guelaguetza no sólo es un baile o un grupo de bailes o una fiesta; es una forma de ser; es la cualidad de cooperar con el prójimo. Así lo entienden indígenas y campesinos de 12 comunidades de Oaxaca que, al cierre del año 2022, ya destinan una superficie acumulada de 28 mil 500 hectáreas de sus bosques para la captura de dióxido de carbono presente en la atmósfera.

Protección de árboles y de la biodiversidad

Uno de los esfuerzos paralelos de las 12 comunidades integrantes de ICICO es identificar y proteger a la flora y fauna silvestre que está en los territorios que son de su propiedad. Para ello han acordado apoyar estudios científicos que les ayuden a identificar en qué partes de sus bosques está concentrada la mayor parte de animales y vegetales. Con esos datos científicos, ellos buscan construir un corredor biológico muy claro, que esté resguardado y administrado por los propios indígenas y campesinos, que ya luchan contra incendios y plagas.