Ángel vivía en la zona del basurero del Bordo de Xochiaca, en el municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México, en las afueras de la capital. Su fuente de ingresos era la recolección de desechos, relata Ester, su madre.
Era el 2014 y su esposa recién había fallecido. De vez en cuando visitaba a su madre. Una tarde de septiembre le comentó que tomaba algún analgésico para el dolor de la muela, pero la molestia persistía. “Tienes que ir al dentista para que te recete un antibiótico, le dijo Ester. “Voy a ver”, le respondió.
En noviembre cayó en cama. “Estaba ardiendo en fiebre; se sentía mareado, su cara estaba hinchada, deformada hasta el cuello. Lo llevamos al hospital, al Gustavo Baz, en Nezahualcóyotl, pero no había dentista. Fuimos al Hospital General y tampoco lo atendieron. Llegamos al Rubén Leñero, en la alcaldía Miguel Hidalgo, como estaba dado de alta en el Seguro Popular sí lo recibieron”.
“¡Por qué lo dejaron tanto tiempo con esa infección! Él ya no tiene remedio, me dijo la doctora que lo revisó”, recuerda Ester. “Haga lo posible doctora. Tiene tres niños y está solo”, le rogó. La infección ya le estaba obstruyendo el aire, Ángel no podía respirar; necesitaba una traqueotomía. Lo ingresaron a quirófano, pero no sobrevivió.
La médica le explicó que la infección le llegaría al corazón, a los pulmones durante el procedimiento. Ester recuerda que en el acta de defunción de su hijo anotaron muerte por sepsis maxilofacial, una complicación grave de la enfermedad dental.
“Sí, fue una caries que él no se atendió por desidia, por falta de dinero, por lo que tú quieras...”, lamentó la madre en la entrevista realizada unos días antes de cumplirse nueve años del fatal suceso.
Los riesgos mortales del daño progresivo de las infecciones bucales son poco temidos y difundidos. Del 2000 al 2021 fallecieron 338 personas por una infección dental en la Ciudad de México, es decir, un promedio de 16 al año.
Los decesos pueden ser el indicador más grave de las infecciones dentales, como la gingivitis y la caries, que se extienden entre el 50 y 90% de la población mayor de 30 años, de acuerdo con datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Patologías Bucales (SIVEPAB).
A pesar de las afectaciones que tienen estos malestares en la población, pues también son causa de discapacidades, el sistema sanitario público del país enfrenta limitaciones para prevenirlos y tratarlos. Por ejemplo, en la Ciudad de México, cuya población es de 9.2 millones, hay poco más de 500 odontólogos en las unidades de primer nivel destinadas la atención de más de 4 millones de habitantes sin seguridad social laboral, como Ángel.
Las muertes por patologías bucales en la Ciudad de México se registraron en hospitales de la Secretaría de Salud, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y privados, según datos proporcionados por Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México en respuesta a una solicitud vía Transparencia. El registro incluye a un menor de cuatro años que falleció en el hogar por sialadenitis, una infección bacteriana de las glándulas salivales.
En tanto, la misma solicitud de información dirigida a la Secretaría de Salud capitalina reveló un total de 12 decesos en 2021, todos pacientes de entre 35 y 60 años. ¿Las causas? Enfermedades de la pulpa y los tejidos periapicales, gingivitis, enfermedades periodontales, estomatitis y lesiones afines.
En ninguno de los informes SIVEPAB aparecen cifras de la mortalidad; algunos odontólogos consultados negaron que ocurra, otros dijeron que es poco frecuente. Para una familia que ha perdido a un ser querido, se prende una señal de alarma. Ester aún expresa conmoción, nunca imaginó que el daño acumulado de la caries sería tan peligroso.
La mañana del 19 de febrero, como es su costumbre de todos los días, Virginia se levantó y colocó leche, frutas y semillas en la licuadora. La mezcla es su único alimento en el desayuno en casa. No adquirió este hábito para bajar de peso o cuidar los niveles de azúcar, sino porque a sus 76 años sólo conserva cuatro piezas dentales y masticar alimentos sólidos se le dificulta.
Se cree que es normal llegar a la vejez sin dientes. Para Virginia y su familia, habitantes de la alcaldía Venustiano Carranza, en la Ciudad de México, esta pérdida empezó mucho antes de que se acercaran siquiera a la tercera edad.
“Se me fueron cayendo poco a poco desde que tenía unos 30 años. No tenía dolor, únicamente sentía que se me aflojaban y luego se me desprendían”.
La señora no sabe qué enfermedad bucal le generó esta pérdida. Su madre y sus cinco hermanos pasaron por lo mismo, el único exento fue su padre, quien murió a los 65 años y tenía todos sus dientes.
Virginia ha vivido sin seguridad social, el comercio fue su fuente de ingresos por mucho tiempo. El tratamiento que le ayudaría es una prótesis, una dentadura artificial que no es parte de la cobertura de la odontología pública del primer nivel de atención, un dentista privado tampoco ha sido una alternativa para ella por el alto costo.
Ella no considera grave vivir sin dientes y muelas, a pesar de que el edentulismo, como se le llama en Odontología a la pérdida de los dientes permanentes, es uno de los principales padecimientos bucales. La percepción predominante de la población es que la falta de las piezas es parte del envejecimiento o que únicamente es un asunto estético, poco se habla de su lado discapacitante.
“Si les faltan los dientes no pueden masticar bien, hay dolor, problemas gastrointestinales; eso impacta en la nutrición y también en lo estético. Vemos que usan las prótesis para salir porque les ayudan con la estética, pero se las quitan para comer”, comenta Aída Borges, coordinadora del Departamento de Salud Pública Bucal en la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Una dentadura completa tiene 32 piezas. La mayoría de las pérdidas de dientes y muelas a lo largo de la vida es resultado de una infección no atendida: la caries y la periodontitis, causadas por la proliferación de bacterias. Estas son las más presentes en la boca de la población mexicana, tanto que representan un problema de salud pública, además figuran entre los 22 programas de acción específicos nacionales y en la lista de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles.
La caries se encuentra en todos los grupos de edad: en el 70% de infantes entre los dos y cinco años y en el 90% de personas mayores de 30 años, indican las estimaciones de la Secretaría de Salud federal de 2021.
Su panorama predominante se ha mantenido en los últimos 20 años y se repite en todos los estados del país. Le siguen las enfermedades periodontales. En 2021, la prevalencia de la gingivitis rebasó el 50% en personas de 35 a 79 años. La fluorosis dental –asociada a la exposición a altos niveles de flúor en el agua de consumo– tiene menor alcance, aun así está incluida en la vigilancia epidemiológica nacional.
Luis Alberto Gaitán, patólogo de la Facultad de Odontología de la UNAM, advierte sobre el aumento del cáncer oral, en especial en jóvenes y mujeres, una población que durante décadas había sido superada por los hombres en las estadísticas.
Las primeras políticas públicas de salud bucal en México se instauraron desde finales de la década de 1980, al seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de incluir este componente en los sistemas sanitarios; la fluoración de la sal de mesa como medida para el control de la caries sigue vigente; sin embargo, la proliferación de los padecimientos orales ha ido en aumento.
Esta expansión es representativa de la transición sanitaria del país en las últimas décadas. El investigador Héctor Gómez Dantés, del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), refiere que antes el problema eran las infecciones que mataban a las personas, pero con un mejor acceso a la medicina se fueron controlando.
Su carga disminuyó y ahora rebasan “las enfermedades crónicas, degenerativas y no transmisibles, asociadas al estilo de vida, a la nutrición y a la exposición a factores de riesgo como el consumo de alcohol, tabaco, el consumo de azúcar […] que pasan mucho tiempo afectando la salud y ya cuando tienen manifestaciones de enfermedad, el daño es muy grande”.
El avance de una infección bucal es lento, imperceptible; es frecuente que las personas toleren una molestia leve durante meses e incluso años. Llegado el momento del dolor punzante e insoportable acuden al dentista en busca de una solución rápida.
“El dolor dental es una cuestión demasiado fuerte. Cambia tu estilo y forma de vida; te impacta, es discapacitante; está entre los dolores más fuertes que puede experimentar el ser humano”, describe Luis Pablo Cruz Hervert, cirujano dentista y doctor en epidemiología.
Desde el Instituto Nacional de Salud Pública, el doctor Gómez Dantés analiza la carga de las enfermedades en México, una metodología que ha cobrado relevancia para evaluar los problemas sanitarios.
“Es un indicador de la cantidad de años de vida saludable perdidos (AVISA) por estar enfermo, discapacitado o por una muerte prematura. Vivir con una dentadura lesionada tiene impacto en la capacidad de morder y comer, lo que reduce la esperanza de vida de las personas”, explica.
La carga de los padecimientos orales en México fue de 200 AVISA por cada 100 mil habitantes en 1990. La cantidad aumentó a 300 en 2019, según los resultados del Estudio Global de las Enfermedades (GBD, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington. El cálculo considera datos sobre la caries dental no tratada, la periodontitis grave y la pérdida total de dientes.
Éste no es un problema exclusivo de los mexicanos. Las condiciones bucales de los europeos en promedio son peores, mientras que los africanos mantienen una tendencia más saludable. Algunos expertos lo relacionan con un mayor acceso a los productos industrializados y la inexistencia de sistemas públicos de salud bucal en países de Europa, mientras que en África todavía se conserva una dieta tradicional de alimentos menos procesados, más bajos en carbohidratos y azúcar.
La OMS lo confirma, el aumento de las infecciones bucodentales es alarmante, advierte en un informe publicado en 2022. Su alcance en la población mundial ya superó a la diabetes, el cáncer y a todas las enfermedades humanas. Prevenirlas y sobre todo atenderlas es un desafío complejo. Influye la edad, los alimentos, los hábitos de higiene, las condiciones de vulnerabilidad social y económica, así como el acceso a los tratamientos. La industria odontológica es costosa para los países y las personas, lo que limita su integración a las unidades de primer nivel.
Por ejemplo, una endodoncia, un procedimiento que salva y reconstruye estéticamente la pieza dañada por caries avanzada, cuesta entre 5 y 8 mil pesos en un consultorio privado. El más caro es el que ofrece la mayor calidad del material empleado. El precio mencionado es el promedio en una zona de la Ciudad de México en donde el nivel de ingresos de los habitantes es mayoritariamente de bajo a medio.
En 2023, el salario mínimo es de 207 pesos diarios en la mayor parte del territorio mexicano, acceder a una endodoncia significaría un gasto de hasta dos meses de sueldo.
En este escenario, a veces la única opción es vivir con el daño acumulativo y potencialmente grave de una enfermedad dental no tratada o buscar la solución en un consultorio privado, como hizo Manuela:
“Siempre, desde joven, he ido de dentista en dentista. Gasté mucho en resinas, limpiezas, endodoncias y coronas. He perdido dientes y muelas, y los que aún me quedaban los tenía muy debilitados y con daños a nivel del hueso; se me agravó después del último embarazo”.
A sus 50 años, en 2017, destinó sus ahorros, un total de 40 mil pesos, al implante de una dentadura artificial de acrílico, un tratamiento de última generación, lo único que podría aliviar su problema.
Narra que le retiraron todas sus muelas y dientes bajo anestesia general, se sintió bien con la dentadura sustituta que le sería funcional toda la vida, según le prometió el cirujano. Al cabo de unos años, una parte del implante se trozó. “Fui al consultorio donde me lo hicieron y cuál fue mi sorpresa que ya no estaba nadie. Les clausuraron y desaparecieron”.
Consultó a otros especialistas; le dijeron que tendrían que retirar toda la dentadura y colocar implantes de manera individual, diente por diente. Hoy ve lejano contar con los recursos para pagarlo. “Como alimentos blandos y evito morder del lado roto de la dentadura para mantenerla el mayor tiempo posible”.
Manuela espera volver a reunir el dinero para el nuevo tratamiento, pues no se resigna a vivir sin dientes.
En la capital del país, la entidad a cargo del Programa de Salud Bucal es Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México. Las acciones curativas se realizan en las unidades de primer nivel de atención en los centros de salud distribuidos en las 16 alcaldías.
“Nos enfocamos sobre todo a la eliminación de lesiones por caries, a la obturación temporal o permanente de cavidades que estén expuestas en las piezas dentales; la colocación de curaciones, de resinas… Actualmente estamos manejando dos materiales: el vidrio híbrido y ionómero de vidrio en sustitución de la amalgama. También se realizan las extracciones”, detalló en entrevista Luis Antonio Rodríguez, responsable del Programa.
Cada uno de los más de 500 odontólogos que laboran en este sistema público tiene la meta de atender a ocho pacientes en un día, como indica el Programa de Acción Específica. “Ahí está establecido que cada odontólogo debe tener la cobertura de 8 mil habitantes (…) Esto es a nivel nacional, todos los estados del país tenemos el mismo indicador de consultas”, precisó Rodríguez.
Para enfrentar la demanda de servicios “se hace la referencia de pacientes sobre todo a universidades, que es en donde nos apoyamos más y la otra es referirlos a la parte del sector privado, pero muchos de nuestros pacientes no cuentan con los recursos financieros”, comentó.
En 2014 este sistema de salud bucal otorgó 514 mil consultas de casos de primera vez, es la cantidad máxima en el periodo de 2012 a 2022. Desde entonces ha tenido un descenso año con año. En 2020 y 2021 la reducción derivó del periodo más crítico de la pandemia de Covid-19. “La recuperación ha sido paulatina”, señaló el odontólogo Rodríguez.
Al revisar atrás en el tiempo, se encuentra que durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera (2012-2018) en la Ciudad de México se concretaron dos acciones de salud bucal: una orientada a la prevención y la otra hacia la rehabilitación de los adultos mayores.
Se dio luz verde a SaludArte, un programa de educación para la salud que incluyó el cuidado dental. Se llevó a cabo de 2013 a 2018 en escuelas públicas de nivel básico con el aval de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en zonas de mayor marginación social.
La investigadora Aída Borges explicó en qué consistió esta estrategia, a la que se sumó en 2014. “Las empresas privadas facilitaron un kit de cepillado dental; a la UNAM la invitaron a que evaluara el cepillado en los niños, supervisado por profesores. Fueron muchas escuelas en diferentes delegaciones y grupos vulnerables. Hicimos la evaluación y vimos que el cepillado correcto disminuía la acumulación de placa dentobacteriana y la inflamación gingival”.
A partir de los resultados surgió una propuesta de ley que se implementó en la Ciudad de México. “Es una de las pocas veces que los resultados de nuestras investigaciones se toman en cuenta para formar una nueva política de salud bucal”, expresó.
La Ley de Salud Bucodental entró en vigor el 19 de abril de 2017 y establece el derecho a recibir información para la prevención de enfermedades, además de que en cada ciclo escolar se otorga un paquete de salud bucodental a todos los alumnos de escuelas públicas de preescolar y primaria.
Tres años antes, Mancera había anunciado la apertura de la Clínica de Odontogeriatría, la primera en el país especializada en brindar tratamientos a las personas de la tercera edad, como se lee en la nota de Excélsior. La clínica se encuentra dentro de un centro de salud en el popular pueblo de San Lorenzo Tezonco, en la alcaldía de Iztapalapa. Ésta tiene un millón 835 mil 486 habitantes; es la más poblada y con el mayor número de adultos mayores, un total de 262 mil 64 registrados por el Censo de Población y Vivienda 2020.
Durante un recorrido por los consultorios, Pascual, paciente de la Clínica de Odontogeriatría desde 2022, comenta que le retiraron seis dientes y dos muelas casi destruidas por la caries. Un año después, en el momento de la plática con él, se encontraba en la lista de espera para recibir una prótesis.
“Vengo desde Culhuacán (otro de los pueblos de Iztapalapa). La doctora del centro de salud de allá me dijo que había una clínica donde atienden al adulto mayor, que ahí me podían atender porque sí tenía bastante afectados los dientes”.
Su esposa también acude a esta unidad especializada. Le han hecho dos endodoncias y le estaban tratando de salvar otro diente.
Vicente Guerrero Marín es el odontólogo responsable de esta clínica, en donde es común que los pacientes lleguen desdentados parcial o totalmente por caries y enfermedad periodontal.
Declara que el valor de este servicio público es tratar los problemas bucodentales desde una perspectiva distinta. “Porque el enfoque del primer nivel de atención estaba dirigido a mutilar al usuario, o sea, extracciones, a quitar el problema. Nosotros rehabilitamos a los pacientes”, comenta Guerrero Marín.
Desde su perspectiva, la prioridad es preservar la mayor cantidad de órganos dentarios para un beneficio de funcionalidad a los pacientes, quienes deben ser referidos desde alguna unidad de primer nivel para acceder a este servicio del sector público.
La cobertura es de hasta 50 pacientes al día en promedio, con un equipo humano de 13 odontólogos, cinco generales y ocho especialistas en prótesis, periodoncia, ortodoncia y patología bucal.
Cuando en 2014 Mancera anunció la apertura de la Clínica, el portal de Imagen Radio resaltó que la nueva unidad “permitiría que unos 240 mil pacientes reciban atención”. La meta que se vislumbró en ese momento está lejos de coincidir con la cobertura alcanzada a lo largo de sus ocho años de existencia.
El presupuesto de la Ciudad de México destinado a la salud bucal del primer nivel tampoco se ha fortalecido. Un incremento significativo permitiría ampliar la infraestructura pública y cubrir la necesidad de tratamientos de más personas, por ejemplo, la apertura de nuevas clínicas especializadas, pero la posibilidad de que más mexicanos tengan una dentadura totalmente rehabilitada o sana desde la infancia, apunta hacia otros lados.
Desde hace casi dos décadas, la Secretaría de Salud elabora el Programa de Acción Específico de Prevención, Detección y Control de las Enfermedades Bucales, con la participación de las instituciones sanitarias y académicas.
A grandes rasgos, el documento presenta un diagnóstico de la situación de la salud oral, establece metas y necesidades específicas de grupos de la población; el más reciente abarca el periodo de 2020 a 2024.
Uno de sus objetivos prioritarios es “mejorar el acceso y ampliar la cobertura de atención, a fin de reducir las desigualdades que excluyen a millones de mexicanos del derecho a la salud”. Sin embargo, poco se ha avanzado para cumplirlo.
En México habitan 129 millones de personas. “Garantizar el derecho a la salud es uno de los propósitos fundamentales del Estado”, señalan los autores del artículo “Utilización de servicios de salud en México: cascada de atención primaria en 2022”. Sin embargo, el 60% carece del acceso universal a servicios de salud que brinda la seguridad social.
Durante una conferencia virtual, en 2020 ante el gremio odontológico, Jorge Alejandro Muñúzuri Hernández, encargado de la Subdirección de Salud Bucal federal, describió el panorama nacional que deja desprotegidas a millones de personas.
“La capacidad instalada de la Secretaría de Salud sólo cubre el 15.6% de la población sin seguridad social”. Según su cálculo se necesitarían 68 millones de obturaciones para restaurar el daño de la caries únicamente de niños y adolescentes, sin embargo, sólo se han realizado 6.5 millones al año, es decir, ni el 10%, declaró el funcionario.
Muñúzuri Hernández expuso además el déficit de personal, ya que del total de dentistas que laboran en todo el país únicamente el 17% está en el sector salud público y el 83% trabaja en el sector privado.
“El Sistema Nacional de Salud del gobierno federal tiene muy pocos odontólogos y están haciendo amalgamas, extracciones; sólo tratamientos básicos […]. Las escuelas y facultades de odontología cubren a muchas más personas con necesidad de atención”, asegura Enrique Acosta, investigador de la Facultad de Odontología de la UNAM.
La apuesta del gobierno actual para cerrar la brecha de acceso a la salud en el país es la transición del sistema fragmentado en subsistemas hacia el Modelo IMSS-Bienestar, que busca la federalización de los servicios para atender a los más de 65 millones de mexicanas y mexicanos sin seguridad social.
La prestación de los servicios a esas personas había estado a cargo de los gobiernos de cada estado del país. A partir de la reciente reforma a la Ley General de Salud se comenzó la transferencia de los 707 hospitales y 13 mil 966 centros de salud a la red del IMSS-Bienestar, hasta ahora se han sumado 23 estados del país. Así se pretende consolidar la política de cobertura universal, y la atención bucal estará inmersa en el nuevo esquema.
Lorena tenía cinco años cuando sus papás la llevaron al circo. En la entrada les vendieron un paquete de dulces Brinca Brinca, que explotaban en la boca y eran muy azucarados. Durante la función la niña se acabó el paquete de dulces, al salir tenía un dolor insoportable de muelas.
Al día siguiente la revisó una de las cuidadoras de su preescolar que era dentista, detectó que la niña desarrolló caries en dos muelas de leche que todavía tenía. Poco después le pusieron unas coronas metálicas. Lorena asegura que la falta de un seguimiento de las lesiones le ocasionó que las muelas nuevas le brotaran cariadas.
“Tenía nueve años y fue horrible el dolor de los abscesos en esas dos muelas. Se me hinchó la cara [...] y en vez de ir inmediatamente al dentista mi mamá me ponía hojas de una flor para desinflamar y clavo directo en la muela”, narra Lorena.
Hoy, a sus 51 años, lamenta la persistencia de las experiencias dramáticas de la gente con lesiones bucodentales. Los niños y las niñas son grupos vulnerables y, por tanto, víctimas frecuentes de la desinformación de los padres.
La especialista Aída Borges opina que ha hecho falta enfocar las acciones, pues la Secretaría de Salud tiene un área de Promoción de la Salud que se encarga de la salud bucal, pero no la integra en la salud general.
“Los factores de riesgo para los problemas bucales son los mismos que para la obesidad o para el tabaquismo: el excesivo consumo de azúcar, un estilo de vida que no es saludable”, dice. Colocarlas en la misma dimensión que la diabetes y la obesidad, precisamente por su origen en común, es una de las estrategias más viables para atacar su imparable aumento.
Héctor Gómez Dantés coincide: “una mejor salud bucal tiene relación con el acceso a una alimentación nutritiva. Pero en esta época conseguir un plátano o unas verduras es más difícil que conseguir una bebida gaseosa o unas galletas”.
México es el país con el mayor consumo de refrescos y las compañías no están dispuestas a perder si las políticas sanitarias las limitan. El investigador recuerda que cuando se propuso el etiquetado en los productos de la industria alimentaria e impedir la venta de comida chatarra en las escuelas, un argumento para la prohibición fue que las porciones que se vendían eran grandes, en respuesta las compañías hicieron paquetes más pequeños. Es decir, “el mismo producto, pero de menor tamaño”, aseguró
La Federación Dental Internacional (FDI) se ha sumado a la urgencia de reducir el consumo de azúcares añadidos. En su Visión 2030, en donde reúne los ejes de acción para la salud bucal dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), propone que al menos el 50% de los países cuenten con políticas más restrictivas para proteger la salud de la población.
Si este consumo aporta a la prevalencia de las infecciones es porque la cavidad bucal es la puerta a todo lo que introducimos a nuestro organismo. “Siempre está en contacto con alimentos, líquidos y objetos. Eso requiere de mucha higiene y una mayor percepción de autocuidado”, precisó Luis Pablo Cruz Hervert.
En el camino hacia el control de las patologías bucodentales es igualmente relevante difundir su relación con otras enfermedades crónicas también de alta prevalencia. Por ejemplo, una persona con diabetes tipo 2 tiene mayor riesgo de presentar periodontitis.
“Si consideramos que en nuestro país hay una epidemia de diabetes y por el otro lado la enfermedad periodontal es tan prevalente, pues tenemos ahí los ingredientes para unos problemas de salud importantes […]. Porque es una relación bidireccional”, advirtió el doctor Luis Alberto Gaitán.
Se refiere a que la enfermedad periodontal se hace grave en casos de diabetes descontrolada y, a su vez, el exceso de azúcar en la sangre va a agudizar la enfermedad periodontal; es decir, se forma una interrelación hacia el empeoramiento de las dos enfermedades.
La periodontitis se ha relacionado con infartos prematuros, debido al estado inflamatorio crónico que produce en el organismo. Este vínculo peligroso es casi invisible para la población de un país con más de 12 millones de diabéticos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021.
La dentista Aurora Caballero lo observa en sus pacientes. “Tienen cambios en el pH de la saliva; su pH es más ácido y eso acelera los problemas en la encía. Una encía enferma está inflamada, es brillosa y de un color rojo, cuando debería ser pálida, no tan inflamada y de una textura similar a una cáscara de naranja que es dura. El proceso de inflamación empieza a separar el diente de la encía y la comida se empieza a filtrar”.
El doctor Enrique Acosta es autor de estudios sobre la percepción de la Odontología como profesión. Ve en el modelo de formación de los dentistas que siguen las universidades mexicanas, de corriente estadounidense, una de las limitaciones para avanzar en el acceso a la salud bucal.
“El modelo de servicio odontológico está orientado a la práctica privada, entonces el futuro dentista viene a estudiar una carrera que le permita poner un consultorio donde haya un éxito económico [...] no se involucran en cuestiones de salud pública”, refirió.
La Odontología pública se ocupa de los grupos más desfavorecidos; sin embargo, “opera como el sistema privado, o sea, el modelo de atención es el mismo como si fuera un consultorio privado”, expuso el académico.
Acosta refiere que en la mayoría de los países la Odontología no ha transitado hacia un modelo de servicio, aquel que la vincula más estrechamente con la salud integral.
Por ejemplo, un dentista podría participar en la lucha contra el tabaquismo: si llega un paciente con los dientes manchados por nicotina o tiene pobre salud de las encías por el cigarro, le podría platicar sobre la necesidad de abandonar el hábito e inclusive dirigirlo con alguien que le dé apoyo.
“Son estrategias que nos van a permitir evolucionar la atención odontológica hacia el modelo de servicio, para ofrecerle una oportunidad de salud bucal a toda la población”, afirmó el académico.
Otra vertiente para avanzar en el control de la caries y la enfermedad periodontal involucra también a los odontólogos. Por mucho tiempo estos profesionales han ofrecido alivio mediante las extracciones; los pacientes de mayor edad creen todavía que esa es la única alternativa. En años recientes la tendencia es hacia la restauración del daño y el mantenimiento de las piezas.
Pero las medidas restaurativas difícilmente podrían extenderse en el sistema público, sería insostenible atender a los millones de bocas enfermas, como se advierte en Niveles y Tendencias Mundiales, Regionales y Nacionales en la Carga de Afecciones Bucales de 1990 a 2017: Un Análisis Sistemático para el Estudio de la Carga Mundial de Morbilidad de 2017. Allí los autores consideran más factible impulsar una cobertura universal basada en la Odontología de mínima intervención, que plantea el tratamiento desde las primeras etapas.
En el mundo han surgido otras iniciativas que van más allá, como la Alianza por un futuro libre de caries. Uno de sus objetivos a lograr con sus socios locales, entre ellos México, es que todos los niños nacidos después de 2026 permanezcan sin la infección durante su vida.
Luis Antonio Rodríguez opina que depende mucho de la población. La apuesta del Programa Salud Bucal de la Ciudad de México es reforzar las campañas en las escuelas.
“El poder llegar a los niños yo creo que es lo que más puede ayudar para que tengan su cultura de promoción y prevención, porque ya en los adultos es muy difícil incidir en que se apeguen a sus tratamientos”.
El epidemiólogo Gómez Dantés concluye que dada la relevancia de las condiciones bucales para la salud general del ser humano debería ser de lo más común y corriente ir al dentista. “Debe haber un acceso continuo, permanente, gratuito y no lo hay”.
Mejorar la prevención es la estrategia más prometedora para reducir estas infecciones, sin embargo, en este momento más de la mitad de la población mexicana necesita alivio a sus dolencias dentales. Es urgente transitar hacia un cambio en favor de la atención para evitar muertes prevenibles como la de Ángel, que podrían aumentar si el desconocimiento del alcance de la enfermedad se combina con las carencias de acceso a los servicios de salud.
*Colaboración especial de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM
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