Academia

“La ciencia se trata de una inversión a largo plazo y tiene tiempos que no son políticos”

Necesito entender por qué una computadora devuelve cierto resultado; no sólo meter una instrucción y esperar, añade. El 5 de mayo ingresará como nuevo miembro de El Colegio Nacional y será el primer experto en computadoras en la institución

entrevista

Carlos Coello cuenta que cuando llegó a Estados Unidos a estudiar su maestría en cómputo le obligaron a estudiar clases extras de matemáticas, a pesar de ser egresado de ingeniería civil.

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La computación es una disciplina totalmente transversal, pues se usa en numerosos campos de la actividad humana, y ha alcanzado a millones de personas gracias a dos variables muy importantes: el desarrollo de herramientas de programación tan sencillas y accesibles que ahora permiten elaborar soluciones digitales incluso desde teléfonos celulares, y la evolución de los superconductores que hicieron posible tener procesadores de cómputo cada vez más pequeños y eficientes.

Las anteriores son reflexiones que comparte en voz alta el investigador Carlos Artemio Coello Coello; mexicano reconocido a nivel mundial en Ciencias de la Computación por sus aportaciones al campo llamado Computación evolutiva.

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El próximo viernes 5 de mayo, el doctor Coello ingresará como nuevo miembro de El Colegio Nacional y así se convertirá en el primer experto en computadoras que se une a la asociación civil creada en 1943 para reunir a los sabios vivos de México y organizar cátedras de sus campos, dirigidas a todo el público. Grandes mentes nacionales han nutrido la lista de miembros de El Colegio Nacional como Alfonso Reyes, Octavio Paz, Miguel León Portilla, Diego Rivera o Rufino Tamayo.

Días antes de asumir esa responsabilidad, Coello Coello separó parte de su tiempo para compartir algunas ideas para los lectores de Crónica. De buen humor dice que debe hacer muy buenas tareas dentro de El Colegio Nacional “porque si hago un mal papel y no van a volver a invitar a ningún computólogo. También habla de las dificultades que implicó intentar dedicarse a las computadoras hace casi 40 años, cuando muy pocos imaginaban que esta área avanzaría con la velocidad vertiginosa que la humanidad ha testificado.

El científico, que actualmente es investigador y profesor en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) y en el Tecnológico de Monterrey, comentó a este diario que cada vez hay más gente que usa el cómputo, pero en realidad no sabe cómo funciona. Esto contrasta con su inclinación, desde joven, para buscar entender por qué una computadora devolvía un cierto resultado cuando se le ingresaban instrucciones que sólo eran secuencias de número "uno" o "cero".

"Yo siempre he querido conocer qué es lo que causa ese efecto que devuelven las computadoras", apuntó en la entrevista realizada durante una pausa de un viaje de trabajo a Chicago, Illinois, Estados Unidos.

El científico oriundo del estado de Chiapas, contó que cuando entró a la preparatoria lo único que tenía seguro era que le gustaban las matemáticas. Posteriormente, cuando inició la licenciatura, en 1985, eran pocas las opciones que podía elegir en la universidad pública en Tuxtla Gutiérrez sólo tenía como opciones para estudiar Medicina, Administración, Derecho o Ingeniería civil. Eligió esta última, pero a la mitad de la carrera ya estaba convencido de que quería dedicar el resto de su vida a la computación; ya fuera estudiando un posgrado o volviendo a empezar una licenciatura, fuera de Chiapas.

No habían terminado la década de los 80s. Encaraba muchas dificultades, pero su determinación fue tan clara que, casi 35 años después, después de obtener becas para estudiar maestría y doctorado en la Universidad de Tulane, en Louisiana, Estados Unidos, hoy es un reconocido investigador y profesor en Cinvestav y en el Tec de Monterrey.

¿Qué responsabilidad y qué carga implica ser miembro de El Colegio Nacional? Pues es claro que todos los miembros dicen que es un honor, pero también hay quienes han declinado serlo, como el cineasta Alfonso Cuarón.

-- Claro. Desde esa perspectiva, es un gran reto; no solamente por la labor de divulgación que involucra, pues a mí me gusta mucho la divulgación, sino porque en mi caso siento una responsabilidad muy grande ya que voy a representar a toda una comunidad. Yo soy el primer computólogo en ingresar a El Colegio Nacional. Eso es un enorme honor, pero también siento una gran carga pues debo hacer las cosas muy bien porque si hago algo mal va a perjudicar la imagen de toda la comunidad y no van a invitar a nadie más. Sí es muy bonito, pero lo más bonito para mí es que se reconoce el grado de madurez que ha alcanzado en nuestro país la computación. Yo tengo que honrar eso organizando buenos eventos de temas que interesan a mucha gente; no sólo mi área que es la computación evolutiva sino otros temas que interesan mucho a la gente como Inteligencia Artificial, Ciberseguridad, entre muchos otros.

-- Usted trabaja en las Ciencias de la computación, que a veces no son tan visibles como las tecnologías de la computación, que han avanzado aceleradamete ¿Por qué debemos seguir apostando por la ciencia y no sólo por las aplicaciones tecnológicas de la computación?

-- La tecnología es ciencia aplicada y no podría existir sin la ciencia básica. Cuando uno hace ciencia básica, pareciera que se hace ciencia en el vacío o que se hacen cosas que no sirven para nada, pero todo sirve aunque en el momento en que se desarrolla no se hace pensando en una aplicación en particular, la investigación se hace pensando en resolver un problema. Hay ejemplos de soluciones a problemas de matemáticas que se han aplicado a robótica, pero no se abordaron pensando en robótica. Muchas veces lo que falta es quién conecte esos dos mundos, el de la ciencia básica y el de la aplicación tecnológica. Así es como surge la tecnología.

Explicar esto a los tomadores de decisiones, políticos o administrativos, es difícil porque ellos no tienen formación científica ni tecnológica. Es muy común que haya políticos que quieren resultados rápidos y deciden sólo ponerle dinero a la ciencia aplicada, como hizo en Estados Unidos George Bush hijo, pero provocó un desastre. Pensar en el gobierno como si fuera una empresa que pone dinero y debe tener un retorno de inversión en uno o dos años es un gran error. La realidad es que en la ciencia se trata de una inversión a largo plazo; tiene tiempos que no son políticos porque se construye poco a poco y alcanza resultados de manera incremental. Sí hay resultados disruptivos, pero eso ocurre de vez en cuando.

-- Cuando usted era joven y empezó a aprender computación tenían que hacerse programas muy largos para resolver cosas muy sencillas, como hacer un dibujo, cambiar de color de pantalla o hacer una operación matemática ¿Qué hizo para no frustrarse y abandonar en esos años?

-- Lo que a mí me ayudó mucho fue ese deseo de entender. Nunca me conformé con recibir el resultado o el efecto que entregaba una computadora cuando se le metía una instrucción. Yo buscaba libros y revistas para tratar de entender por qué se generaba un efecto, por ejemplo el cálculo de una tangente o de un seno. Eso me llevó también a aprender algunos lenguajes de programación que ya casi no se enseñan, como el llamado lenguaje máquina, que era binario, es decir, puros número uno y cero.

Después me tocó un momento en el que hubo un gran debate porque llegaron nuevos programas que permitían hacer muy fáciles las cosas, pero que consumían muchos recursos de cómputo: eran muy lentos, generaban código gigantesco. Todo era con la idea de hacer las cosas más fáciles para las personas. Para muchos de nosotros no era la solución ideal, pero después de un tiempo llegamos a valorar que esa era la ruta para poner la computación en manos de más personas. Hoy vemos que hay niños que usan programas, que son de muy alto nivel, para programar robots de LEGO.

Hoy hay programas muy complejos que ayudan a que las personas den instrucciones muy sencillas a las computadoras. Facilitar la programación fue un paso fundamental para llevar la tecnología a un nivel de uso masivo. Si comparamos lo actual con las computadoras de los años 80s, donde las pantallas eran verdes, sí podemos decir que ocurrió una evolución tan acelerada que se puede comparar con un salto cuántico.

La velocidad de cómputo se duplicaba cada 18 meses

El doctor Coello explica que, desde fines de los años 80s, el acelerado avance en programación coincidió con la fabricación de procesadores de cómputo cada vez más rápidos; lo cual fue descrito con la llamada Ley de Moore, que señaló que cada 18 meses se duplicaba la velocidad de cómputo. “Eso fue un cambio tan acelerado que nunca se había registrado en la tecnología y es difícil que se vuelva a presentar. Hoy, por ejemplo, cualquier celular tiene mucho más memoria y velocidad que las computadoras con las que yo estudiaba a fines de los años 80s. A la par de esa velocidad en los procesadores se desarrolló software y otros programas de cómputo que hoy son muy superiores cualquier software que se usara en los años 80s en las computadoras profesionales”.