Academia

El CIESAS: pionero en Humanidades Digitales

la ciencia en el país

El proyecto Amoxcalli.

El proyecto Amoxcalli.

Ciesas

¿A qué se refiere precisamente esta atractiva, pero a veces ambigua disciplina? Aunque las definiciones varían, podemos decir que las humanidades digitales son el resultado de un diálogo entre las ciencias computacionales y distintas disciplinas humanísticas (entre ellas la antropología, la historia, la arqueología, la lingüística e incluso la geografía cultural), que tiene como consecuencia que los métodos y técnicas de las primeras se utilicen para resolver problemas de las segundas, y, en sentido inverso, que las preguntas de investigación de las humanidades impulsen la creación de nuevos softwares y métodos para la recuperación y el análisis de información de fuentes no utilizadas anteriormente en las ciencias computacionales (Bauch, 2017; Favila, 2022; Murrieta-Flores y Gregory, 2017; Murrieta-Flores y Martins, 2019).

Como investigadora de reciente ingreso al CIESAS con un proyecto planteado desde las (geo)humanidades digitales de inmediato me surge la siguiente pregunta ¿qué lugar ha tenido esta institución en este capítulo de la historia de la interdisciplina? Desde mi punto de vista el CIESAS se posicionó como pionero en México de este campo, sin necesariamente enunciarlo como tal en su momento, pero de manera que a la distancia resulta imposible negarle dicho carácter.

Existen dos proyectos dirigidos por Luz María Mohar Betancourt, adscrita desde 1973 al CIESAS e investigadora de la unidad regional de la Ciudad de México, que son, sin duda alguna, proyectos de humanidades digitales y que atienden dicho problema. El primero de ellos se titula Amoxcalli; el segundo Tetlacuilloli. Podemos vincular ambas iniciativas con las humanidades digitales porque, como se ha explicado líneas arriba, el campo se integra por una comunidad de académicos, científicos de la computación, desarrolladores de software y una enorme diversidad de usuarios, que comparten la preocupación por 1) digitalizar para preservar; 2) hacer accesible la información y 3) crear formas sistemáticas de extraer información o datos para su análisis.

Esto es precisamente lo que logró el proyecto Amoxcalli, el cual fue financiado en 1999 por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México para llevar a cabo la digitalización de más de trescientos expedientes que incluían documentos con pictografías, así como manuscritos en alfabeto latino, localizados en la Biblioteca Nacional de Francia. A más de 20 años de iniciado el proyecto, estos documentos pueden consultarse en su plataforma digital, que otorga acceso a la imagen de los facsimilares con una resolución excelente que permite realizar acercamientos a sus detalles. Por otro lado, se realizó la paleografía de los documentos escritos, que también puede ser consultada por los usuarios, e incluso es posible revisar las traducciones al español de los manuscritos en náhuatl.

Además de esto, se presentan estudios individuales de cada documento, y probablemente uno de los desarrollos más innovadores del proyecto es un diccionario de glifos con las propuestas de su lectura en náhuatl que resulta sumamente útil para los análisis iconográficos y etnohistóricos. Este diccionario permite realizar consultas tanto en español como náhuatl, y ofrece la localización en los distintos documentos donde aparece el elemento de interés.

Quisiera enfatizar que este proyecto tiene más de veinte años. Es decir, la noción que podemos tener de que las humanidades digitales en México tienen un desarrollo reciente es errónea. Amoxcalli no solo cumple con todas las características que se enuncian el día de hoy para proyectos de HD, sino que además posee dos de los rasgos más complejos de éstos. El primero, es que es resultado de una colaboración interinstitucional. Difícilmente los proyectos de HD pueden concluirse exitosamente desde una sola institución. Amoxcalli se logró gracias a la participación de más de sesenta colaboradores pertenecientes a la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Veracruzana, la Universidad de Varsovia, el Colegio de México y muchas otras instituciones. El segundo tiene que ver con las difíciles brechas de comunicación que pueden surgir entre humanistas y científicos de la computación. No está de más recordar a quien lee estas líneas que los resultados de Amoxcalli le hicieron acreedor al premio Manuel Gamio en el año 2011, que es otorgado a las mejores investigaciones que surgen en el seno de las disciplinas antropológicas e históricas.

El otro proyecto que nació en el CIESAS y que, así como Amoxcalli, es claramente un proyecto de humanidades digitales, es Tetlacuilolli. En la misma línea de su antecesor, esta iniciativa se ocupó de la digitalización de los códices de tradición nahua localizados en el Museo Británico de Londres, así como de la elaboración de un diccionario de 7644 glifos contenidos en estos, cada uno con su ficha técnica.

Detrás de Tetlacuilolli y Amoxcalli identifico las virtudes, retos y necesidades de un proyecto de humanidades digitales como en los que he tenido oportunidad de participar en los últimos cinco años: la colaboración internacional, la gestión de datos, el diálogo con científicos de la computación, la catalogación de documentos, y un aspecto más que no he mencionado: el mantenimiento a las páginas que resguardan los documentos y diccionarios de glifos. Este aspecto, propio de la creación de los repositorios digitales y de los procesos de curaduría digital de bienes digitales, es uno más de aquellos que pueden convertirse en un obstáculo en los proyectos de HD. En este caso, la curación digital exitosa, como la de ambos proyectos del CIESAS, ayuda a mitigar la obsolescencia digital, con lo cual se mantiene la información disponible a los usuarios por un tiempo indefinido.

El propósito de este breve texto ha sido ofrecer una reflexión sobre la posición del CIESAS como una institución innovadora y pionera en un campo que, como se ha mencionado, difícilmente desaparecerá.

 * Investigadora CIESAS Ciudad de México