Academia

Falkor, el compañero de campo

Los viajes de colecta son en muchos de los casos el clímax del estudio de todos los organismos

Therya ixmana

Estudios de botánica.

Estudios de botánica.

Las salidas de campo, además de aprendizaje y formación profesional, nos brindan muchas experiencias personales. La convivencia con el equipo de trabajo hace de las salidas de campo un tiempo más ameno, lo que sin duda, ayuda a obtener mejores resultados.

La historia de Falkor empezó con su antecesor, el “Osito Molar”. A mediados de la década de los noventa, en una brecha lodosa que conducía a un campo de cultivo con trabajadores agrícolas, cerca de la Boca de Santo Tomás en Baja California, México; encontramos un oso de peluche tirado en el fango de la brecha. El oso era de unos 30 cm de alto y mostraba todos los símbolos de un juguete que había sido usado intensamente y que había tenido mejores ayeres. Roto en algunas partes donde se podía ver la felpa, una oreja medio desprendida y también le faltaba un ojo. Pensamos que ese debería de ser el juguete de un niño del campo agrícola, por lo que lo recogimos y lo colocamos entre el parabrisas y el limpiabrisas de la camioneta de campo con la finalidad de que el dueño lo viera y lo tomara. Los días pasaron y nadie reclamó al oso. Se le curó de todos sus males y se le bañó, quedó más presentable y se decidió que el “Osito Molar” debería irse con algún niño, por lo que viajaría con nosotros entre el parabrisas y el limpiabrisas hasta que alguien lo tomara. Pensamos que en la primera ciudad alguien lo tomaría, pero la historia es que nadie lo tomó; a pesar de que antes de cada salida de campo se colocaba en su lugar especial para hacer feliz a un niño. Las décadas pasaron y “Osito Molar” viajó por prácticamente todas las carreteras de México, conocía además de los vehículos oficiales del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), los pertenecientes al grupo de trabajo, por lo que viajó en “La Conejita”, “La Vaca”, “La Neotoma” y “El Tráiler” hasta que en una salida de campo para colecta de excretas de murciélagos al estado de Chiapas un niño lo pidió y se le obsequió; finalmente “Osito Molar” había cumplido su cometido. Sin embargo, todos los miembros del equipo de trabajo sentimos la pérdida de un compañero de tantas salidas de campo.

La partida del “Osito Molar” dejó un hueco en el equipo de trabajo, ya que, en los momentos de estrés, soledad y cansancio, él era el compañero de trabajo que te escuchaba atentamente y te acompañaba. Es por ello que en el 2017, se incorpora al grupo “Falkor” el dragón de la suerte a través de los sueños que ha acompañado a los diferentes equipos de trabajo del grupo de mamíferos en sus viajes y travesías por todo el país.

Siempre hemos dicho, si el “Osito Molar” y “Falkor” hablaran ¿qué tanto podrían contar? Bueno si yo les dijera, muchísimo, es por ello que en esta participación pondremos palabras a los dos fieles compañeros de aventuras y viajes. Solamente para dar un punto de partida de las aventuras vividas. El viaje de colecta más largo que vivieron fue de seis meses de trabajo de campo, en el que recorrieron prácticamente todo México a excepción del noreste, que ya desde entonces no era una zona fácil de trabajar por los problemas de seguridad, pero si se trabajó en las sierras de Sonora, Sinaloa y otras partes de la Sierra Madre Occidental. Los grupos de trabajo variaban de dos a cinco personas, aunque por un periodo limitado llegaron a ser seis. Los equipos por lo general eran siempre mixtos en género y en nivel de estudios. Aunque, por lo general se atendía principalmente a un proyecto de investigación, se trabajaba en más de una tesis de grado de los estudiantes participantes. Las salidas de campo se extendieron desde las playas desérticas del noroeste de México hasta las selváticas del trópico y los bosques de alta montaña del centro y sur de México. La diversidad de hábitats prácticamente incluyó a todos los que se presentan en México. Se muestrearon especies representativas de los diferentes ambientes, por lo que el equipo de trabajo tuvo la capacidad de conocer a prácticamente todos los géneros y la mayoría de las especies de mamíferos con distribución en el país. Durante estas salidas, “Osito Molar” y “Falkor” estuvieron presentes cuando se colectaron los ejemplares que posteriormente serían usados para la descripción de nuevos taxa. Aunque ellos siempre se quedaron en la camioneta, en espera de la llegada de sus compañeros, fueron parte de las exploraciones que se realizaron a pie, a lomo de mula, en lanchas, cuatrimotos, embarcaciones, incluso en avionetas. En la gran mayoría de las ocasiones se establecían campamentos que por lo general eran temporales de solamente una noche, aunque muchas veces se nos hospedó en alguna casa de los habitantes de las comunidades, estaciones biológicas, casas de amigos, edificios de gobierno, escuelas o incluso iglesias; hasta en los parques centrales de algunos poblados del sur de México se colocaron los campamentos. Los hospedajes formales en hoteles eran la gran excepción.

Los métodos de colecta que vieron implementarse fueron de todo tipo, desde trampas para roedores hasta redes de niebla para murciélagos y otros métodos para registrar mamíferos mayores. La verdad el “Osito Molar” y “Falkor” eran muy recelosos a la hora de preparar el material, porque la mayoría del material que se colectaba se preparaba en campo, pero ellos nunca participaron en esta actividad, siempre se quedaban cuidando la camioneta, esperando que el equipo terminara sus actividades, empacaran todo y empezara nuevamente el rodar de las llantas. Es muy difícil poder determinar cuantos kilómetros de México recorrieron en sus andadas de colecta; pero tomando un aproximado de los registrados en las bitácoras de la camioneta únicamente del grupo, sin considerar las oficiales del CIBNOR pueden ser más de 110,000 km; lo que incluye varios viajes, muchos de ellos muy productivos. Este cúmulo de viajes fue la piedra angular de la formación de la Colección de Mamíferos que alberga el Museo del CIBNOR; la cual se convirtió en una de las más importantes del país, ya que es muy representativa en el número de especies de Norteamérica, es decir, de México, Estados Unidos de América y Canadá.

“Osito Molar” y “Falkor” eran la representación de los principios básicos de las colectas que se realizaban. En la que se tenían reglas muy claras y que se respetaban a rajatabla, sin ninguna excepción e independiente de las prisas que se tuvieran, lo cansado o lo fastidiado que se estuviera por el cansancio del trabajo repetitivo por largos periodos de tiempo. Las reglas incluían: 1) Todo ejemplar colectado debe de ser respetado en su integridad y solamente será colectado si éste estaba dentro del esquema de un proyecto de investigación o es representativo. 2) Cada uno de los ejemplares debe de ser tratado con la mayor dignidad posible y debe de buscarse que su taxidermia sea digna de la especie y que respete al ejemplar como un ser. 3) Cada ejemplar incorporado debe de ser optimizado al máximo, aprovechando la mayor cantidad de información biológica y ecológica que se pueda obtener. 4) Los ejemplares son un legado biológico-ecológico-histórico que deben de ser una referencia de información para el entendimiento, conocimiento y conservación de los mamíferos. 5) La información obtenida de cada uno de los ejemplares debe de ser la máxima posible y en muchas de las ocasiones para entender los parámetros de las especies y cómo éstos pueden ser usado para su conservación. 6) El material una vez incorporado a la colección científica debe de ser preservado, curado con los estándares más altos, para que se preserve en el tiempo y pueda seguir proporcionando información biológica de la especie.

Los viajes de colecta son en muchos de los casos el clímax del estudio de todos los organismos y es el momento en el cual se puede diferenciar al que investiga, independientemente de su grado de estudios, en si busca la excelencia no. Esa es la prueba en la que se demuestran las capacidades adquiridas, la posibilidad de ampliarlas y sobre todo que tengan la habilidad de análisis. Es en el campo cuando tienes la oportunidad de entrar en el ambiente de la especie a estudiar, ver, analizar y razonar sobre su biología, ecología, relaciones con otras especies y el hábitat en general. Es la capacidad de poder entender al organismo en sí, desde un punto de vista integral. En el trabajo de campo es donde se diferencia al que colocó las trampas como una rutina y obtiene un ejemplar sin entender mucho de la especie, del que puede recolectar un cúmulo de información de la misma actividad e integra al organismo y todos los patrones ecológicos, biológicos, geográficos, del micro y macro ambiente, a medida que va recorriendo la línea de trampas y revisando los ejemplares obtenidos. Realizando un esquema mental del microambiente de las especies presentes, las áreas de superposición y distención, las características que incrementan su presencia y ausencia. Las que permiten localizarla y las que garantizan su ausencia. El tener la capacidad de leer el libro de ecología que el ambiente les presenta y que pone a su disposición para que entiendan a las especies, aunque en ocasiones les haga malas pasadas, pero al final solamente son exámenes sorpresa para mantener la atención y el enfoque en el tema principal. Esas personas que trabajan en desarrollar esa comunión con los patrones de las especies, son las que al final de la jornada de trabajo pueden discriminar cuando hay incoherencias, que a simple vista no se aprecian, pero que serán el punto de enfoque para prestar atención en aspectos diferenciales que deben de ser atendidos. En comparación con una persona que solamente avienta y recoge trampas y jamás los verá y mucho menos entenderá, a pesar de los años que tengan haciendo la actividad.

Y sí, “Falkor” en realidad es el dragón Fújur. El dragón blanco de la suerte y del buen tiempo, que con alegría ilimitada te trasporta al mundo real como mejor persona. Falkor es un personaje de la novela “La historia interminable” (traducida al español como “La historia sin fin”), escrita en 1979 por Michael Ende. Nuestro compañero fue nombrado así, ya que en el trabajo de campo es necesaria la suerte, el buen ambiente, la alegría, el entusiasmo y que al final del camino todo lo vivido te sirva como profesionista, pero sobre todo como persona. Es un hecho que los viajes de colecta son experiencias únicas y enriquecedoras, pero también tienen su otro lado, cuando hay que soportar altas o bajas temperaturas que calan en los huesos, o interminables ronchas causadas por los numerosos moscos, jejenes, arañas, avispas, abejas y un sin fin de alimañas más, excoriaciones de la piel por salpullidos, rozaduras, quemaduras de sol, etc. Vivir el sacar el vehículo de atascos en playas, arenas, salitrales, lodazales, inundaciones, ríos y hasta de la nieve. Pero el verdadero reto del trabajo de campo, cuando éste se realiza por largos periodos de tiempo, son las relaciones interpersonales, que en muchos casos se encrespan al pasar de los días y se potencializan con las molestias física, cansancio, fatiga y las relaciones personales previas. En poco tiempo pasan del amor al odio y viceversa, pero todo esto debe de ser superado para poder llevar a buen fin el trabajo en conjunto y el objetivo encomendado. En las observaciones realizadas a su grupo de trabajo, “Osito Molar” y “Falkor” se dieron cuenta que la tercera semana siempre es la crítica, es cuando la liga de la tolerancia, confianza y buena actitud llega a su tención mayor y cuando se producen las diferencias más fuertes. Es el punto de inflexión que debe de ser pasado de la mejor manera, porque de ello depende la armonía, empatía y disfrute de la gran experiencia que es estar en la naturaleza.

En la actualidad, el trabajo de campo cada vez se pierde más por diferentes factores, desde la formación universitaria hasta el mismo trabajo profesional, con más frecuencia hay quien realiza sus estudios con un conocimiento mínimo de las condiciones naturales en las que habitan las especies, por lo que el análisis de los datos no queda apegado a la realidad en su totalidad. Incluso hay quienes ya desde la comodidad de su inexperiencia en campo critican el trabajo hecho, justificando argumentos teóricos de los que tienen vaga experiencia de unos cuantos días de campo o entrevistas realizadas. Hay quien argumenta que las colectas científicas afectan a las poblaciones de las especies, sin percatarse que solamente el papel (desde el que se usa para imprimir hasta el sanitario, entre otros) y todos los procesos industriales asociados, que puede usar en un año regular de su vida, se traduce en más en muertes de diferentes ejemplares comparado con las ocasionadas por las colecciones científicas más grandes del mundo.

Ojalá “Falkor” pudiera platicar de sus vivencias con más a detalle y transmitir esa alegría interminable por el trabajo de campo, a pesar de las problemáticas que existen en la actualidad para llevarlo a cabo, y que las personas comprendieran lo necesario para hacer este un mejor mundo. Entonces “Falkor” realmente sería el dragón de la suerte. Mientras tanto, está esperando impaciente para acompañarnos en nuestra próxima aventura por el campo.

Therya ixmana 3(1):4-5

https://mastozoologiamexicana.com

* Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S. C. La Paz, Baja California Sur, México. sticul@cibnor.mx