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“Algunos giros para Gabriel Zaid”

En ocasión de los 90 años de Gabriel Zaid, miembro de El Colegio Nacional, Adolfo Castañón ha preparado el libro "Algunos giros para Gabriel Zaid", del cual nos ofrecen un fragmento para los lectores de "Crónica"

el colegio nacional

Portada del libro.

Portada del libro.

En ocasión de los 90 años de Gabriel Zaid, miembro de El Colegio Nacional, Adolfo Castañón ha preparado el libro Algunos giros para Gabriel Zaid. Esta obra recopila 18 textos que Castañón dedicó a Zaid entre los años 1993 y 2023. Compartimos con los lectores de Crónica un fragmento de este libro, que se presentará en la FIL Minería 2024 el próximo viernes 1 de marzo, a las 14 horas, en el Salón Filomeno Mata del recinto ferial.            

                                                    *** 

                                           (Fragmento)

Gabriel Zaid cumplirá 90 años el 24 de enero de 2024. Esa longevidad es digna de aplauso crítico y público; es saludable en la medida en que el poeta, nacido en Monterrey, ha encarnado a lo largo del siglo XX mexicano e hispanoamericano una referencia en el orden poético, literario, crítico y ético. Los textos aquí reunidos han sido escritos a lo largo de los años y no agotan desde luego el panorama de sus Obras completas en curso de publicación por El Colegio Nacional. El autor de Reloj de sol y Ómnibus de la poesía mexicana lleva el nombre que en hebreo dice “mi protector (es) Dios”, es portador del apelativo del Arcángel de la Anunciación, según Gutierre Tibón en su Diccionario etimológico comparado de nombres propios de personas (1986). Su apellido, sencillamente expresa la ecuación entre la “seda” y sus letras, según el mismo Gutierre Tibón en el Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos (1992).

Reúno aquí dieciocho textos y escritos diversos. Fueron escritos entre 1993 y 2023. Esta publicación traduce la gratitud de este autor hacia el editor, en particular de la muestra titulada “Asamblea de poetas jóvenes de México”, reunida por Gabriel Zaid en 1980 con la asistencia de Aurelio Asiain. Ahí se incluyó un poema mío que, gracias a eso, no sólo se salvó como texto sino que afirmó y confirmó mi vocación como poeta. A partir de finales de los años setenta, empecé a tener tratos esporádicos pero regulares con el poeta autor de La máquina de cantar (3a. ed. corregida y aumentada, 1974). Lo iba a visitar de vez en cuando, entre una y tres veces por año, para conversar, y llevarle cosas que creía yo que le podían interesar y para recoger títulos y obras que a él le sobraban. Paralelamente le iba yo haciendo llegar mis propias publicaciones y trataba de comentarle algunas de las suyas. Teníamos muchos amigos en común. Uno de ellos fue José Luis Martínez, quien presentó a la Academia Mexicana de la Lengua mi candidatura junto con Eulalio Ferrer y Mauricio Beuchot, quien se hizo portador del voto de Gabriel Zaid que había decidido retirarse de la Academia. Cada conversación con él, la lectura de cada artículo suyo me abría y abre horizontes. Pongo un ejemplo inmediato. El del artículo “Oficios”, publicado el 24 de septiembre de 2023, en el que menciona a José Vasconcelos y a Cristina Pacheco como antenas de la transmisión y conservación de los oficios. Uno de esos oficios es el de editor: ocupación que alía en su radio lo más terrenal y lo más abstracto. Esa ocupación es el eje de su primer libro Los demasiados libros cuya composición se ha ido actualizando cada vez a lo largo de los años y de las ediciones y traducciones.

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El de Gabriel Zaid es un nombre asociado a la libertad y a la creatividad, a la práctica de la poesía considerada como un espacio a la vez de la más alta responsabilidad y como un espacio lúdico.

Una de sus facetas menos evidentes es la de editor, la de organizador de materiales y conversaciones ajenas. Empezó muy joven con la obediencia a esta vocación: en 1971 publica un libro que revolucionó la bibliografía de la poesía y las letras mexicanas, me refiero al Ómnibus de poesía mexicana, editado por Siglo XXI, que incluye una compleja combinación de poesía indígena (no sólo náhuatl), popular (refranes, cánticos y oraciones, arrullos, juegos infantiles, coplas, canciones políticas, del campo y los suburbios, corridos, románticas, poesía burlesca, inocente), poetas de la Nueva España, románticos y modernistas, contemporáneos, amén de un sofisticado juego de referencias e índices. El ejemplar que tengo en las manos de este libro está encuadernado en piel y me ha acompañado en viajes, cabinas de radio, trenes, aviones y autobuses. Ómnibus es no sólo un proyecto literario, sino también un museo vivo e inclusivo de la sociedad pasada y presente. Otro caso de esa labor de rescatista lo dio con la edición de las Canciones completas de Cri-Cri, que han sido recogidas en un volumen, que fue prologado por José de la Colina, y contiene comentarios de Alicia y Ana García Bergua, Fernando García Ramírez, Francisco Hinojosa, Hugo Hiriart, Eduardo Lizalde, Eduardo Mejía, Juan José Reyes, Pablo Soler Frost, Rafael Vargas y Gabriel Zaid, su arquitecto invisible. Fue coeditado por los sellos Clío y SEP, en México, en 1999.

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De ahí que sea tan significativo de su generosidad inteligente la reciente recopilación y rescate de “La Vida A Leve”, “la sección lúdica de la revista Vuelta”. En este mismo libro el lector podrá encontrar una breve recensión de la misma. La tarea de “rescatista” y “salvador” es hermana de la de “restaurador” y acaso de la de “curador”. De ahí que no sea descabellado caracterizar a Zaid como un “curador” y un amigo de los rescates, pero, además de eso, está la presencia de él mismo como poeta y como portador de alegría e inteligencia a la conversación. No es poca cosa. Haber podido estar cerca de sus letras y de su voz a lo largo de los años ha sido un gustoso privilegio.

Las entradas a la obra de Gabriel Zaid han sido dictadas por el gusto y las ganas de conversar con el autor y sus lectores. No se trata de una publicación sistemática. Lo que se presenta aquí son senderos de exploración para adentrarse en una obra compleja y fascinante.

Llama la atención que la obra de este pensador no haya sido objeto, hasta ahora y hasta donde llega mi conocimiento, de un estudio académico digno de su complejidad. Ya sería hora de que lo fuera. Dejan constancia de una amistad personal que ha sido tan formativa como capaz de abrir en mi propia escritura, rumbos y horizontes. El título “giros” corrobora que estas evoluciones se han dado en forma circular. Los giros han sido también calas y exploraciones.

Cartelera de El Colegio Nacional en la FILPM.

Cartelera de El Colegio Nacional en la FILPM.

ECN

El valor de la integración

Gabriel Zaid, al ingresar al Colegio Nacional, leyó el ensayo —homenaje a Daniel Cosío Villegas— “Imprenta y vida pública”: allí vuelve a ocuparse de los universitarios que pasan de los libros al poder, y del dominio que tienen las ideas en las repúblicas modernas como fuente de legitimación y de la capacidad de algunos para echar a andar —“avivarla, conducirla, organizarla”— esa conversación sin fronteras que es el quehacer cultural. Concluimos, por su texto, que hay dos independencias, dos poderes: uno está en la cúspide política y en el decreto; otro en el gobierno que, nos dice Platón, debe tener el sabio sobre su propia alma. Pero existe, además, un tercer poder en el cual convergerían los dos anteriores: se trata del de enriquecer la vida pública mediante las empresas culturales: escribir, pero también fundar editoriales, periódicos y revistas, animar la vida pública, el ágora de la cultura. Zaid ha ponderado las excelencias de esta tercera vía de hacer política (y encauzar una vocación de servicio público) haciendo cultura. Obvio e innegable, como es lo que dice, el argumento se puede enriquecer si insistimos en algunas de sus dificultades.

Así pues, tenemos que los universitarios dejan los libros por amor al poder y que algunos universitarios, desengañados del mismo o conscientes de sus limitaciones, vuelven a los libros. Apuntemos que no vuelven indemnes de ese tránsito: el intelectual que ha aspirado a ser presidente y ha renunciado a esa aspiración, al volver al mundo de los libros puede caer en una tentación: la de ser el Presidente de la República de las Letras y asumir la jefatura de la espiritualidad, materializada en las empresas culturales. Se trata de una poderosa tentación…

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