Vivimos en tiempos de Hipermodernidad. Esto significa que la sociedad contemporánea se encuentra atravesando por una nueva fase del capitalismo global, potenciado por las tecnologías digitales de la información y articulado a través de cibermedios de comunicación masiva y de las redes socio-digitales. Nos encontramos en un momento en el desarrollo de la civilización humana caracterizado por el cambio permanente y el flujo constante de información, lo que propicia la aceleración y codificación de vida social y política, así como el control cibernético de todos los procesos de producción, distribución, circulación y consumo de bienes materiales y simbólicos.
En este contexto histórico, secuela de la revolución tecnológica digital de los años 70 del siglo XX, derivada del desarrollo de la microelectrónica, informática, la cibernética y las telecomunicaciones. Los sistemas educativos en el mundo han entrado en una profunda crisis, perfilándose en el horizonte de la educación grandes desafíos, como son: la superabundancia de información y la disponibilidad inmediata de contenidos; la obsolescencia del conocimiento y la dificultad de ajustar el currículo escolar a la velocidad y el ritmo de producción y distribución de información y nuevos conocimientos; el dislocamiento de la relación maestro-alumno como se conocía hasta ahora; o la incertidumbre respecto a la futura reconfiguración de los mercados de trabajo.
Ante este panorama es preciso repensar el sentido de la educación para poder ajustar la acción pedagógica al interior de las instituciones educativas, a las nuevas condiciones socio-técnicas en las que vivimos los maestros y los alumnos hoy en día.
Partiendo de esta realidad social, el sentido de las prácticas educativas tendrían que reorientarse en varias direcciones: antes que nada, hacia el fomento de prácticas pedagógicas dirigidas a la actualización y mejoramiento constante de planes y programas de estudio; y, desde esa plataforma, hacia el ejercicio de la innovación educativa, el desarrollo de habilidades de aprendizaje digital y la aplicación de nuevas estrategias didácticas y materiales educativos, multimedia e interactivos, haciendo por supuesto un uso apropiado de la tecnología digital; pero sobre todo, se necesita reorientar las prácticas pedagógicas hacia el desarrollo del pensamiento crítico respecto al uso de la tecnología digital y las redes sociodigitales en la vida social y profesional.
Para que esto suceda, las instituciones educativas tendrían que estar dispuestas a generar procesos de apropiación social de la tecnología digital, a través de la promoción de programas de alfabetización digital, en sus modalidades informática y multimedial.
Los procesos de apropiación social de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en contextos educativos pasan por varias etapas: primero, se requiere tener acceso a las TIC, tanto al hardware, es decir, las computadoras, los dispositivos móviles, los teléfonos inteligentes, entre otros, así como al software, esto es, los programas informáticos y las aplicaciones que permiten utilizar el equipo tecnológico para procesar información y comunicarse a través de las redes digitales, lo que significa tener acceso a Internet, conectividad en las instituciones educativas y que los sujetos educativos estén conectados al ciberespacio.
Cubierta esta condición básica se pasa a la etapa segunda del uso social, lo que generalmente implica usar la tecnología digital de manera intuitiva para socializar, entretenerse o consumir bienes y servicios. No obstante, esto no significa que se usen los recursos tecnológicos adecuadamente o para provecho de los usuarios, sino en muchos casos, al contrario, se convierten en un problema en sus vidas, el plano social, económico, psicológico e incluso en el biológico, pues como se sabe, el uso excesivo e indiscriminado de las redes sociodigitales puede, eventualmente, derivar en adicción a la pantalla y sus plataformas, así como, en trastornos físicos, cognitivos y emocionales en los sujetos.
Por estos motivos y, para hacer un uso apropiado de las TIC en el ámbito educativo, es preciso pasar necesariamente por la tercera fase, la de alfabetización digital, tanto informática, como multimedial. La primera implica aprender el lenguaje de las máquinas, para programarlas y trabajen por nosotros; la segunda, requiere pasar por todo un plan de estudios articulado en cinco ejes:
• Un eje tecnológico objetivo específico de aprender sobre el funcionamiento del hardware y el uso apropiado del software y las aplicaciones que sirvan para aprender, investigar y crear conocimiento propio.
• Un eje lingüístico donde se aprenderían los distintos lenguajes de los medios de comunicación: oral, escrito, visual y audiovisual.
• Un eje socio-cultural, cuyo objetivo central sería conocer lo que hay detrás de la pantalla, entender el funcionamiento de industrias culturales y como se crean los hábitos de consumo cultural.
• Un eje cognitivo centrado en el desarrollo del pensamiento crítico, de habilidades de aprendizaje digital y aprendizaje autogestivo.
• Y, finalmente, un quinto eje ético-político en torno al propósito de fomentar la Democracia Digital y formar Ciberciudadanía consciente de su papel en sociedad contemporánea y su lugar en el ciberespacio.
Una vez alfabetizados, los usuarios pasarían a la siguiente fase formativa, en la que estarían en condiciones de hacer uso apropiado de las TIC transformándolas en tecnologías para el aprendizaje y la creación de conocimiento propio (TAC) y, con ello, permitiendo la culminación del proceso de apropiación social.
Así pues, desde esta perspectiva y en el contexto de la Hipermodernidad, la alfabetización multimedial debe entenderse como un proceso derivado de aprender a hacer uso apropiado de las TIC y a dominar los múltiples lenguajes de los medios: oral, escrito, visual, audiovisual, a través de los cuales nos comunicamos, se transmite la información y se construye el conocimiento en el ciberespacio. Es un proceso formativo que tiene como fin último la emancipación del sujeto del poder de los medios, al transformar a los educandos en sujetos autónomos, capaces de desarrollar una conciencia crítica respecto al control que ejercen los cibermedios de comunicación de masas en sus respectivas vidas.
*Profesor-investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Director del proyecto Laboratorio-Aula Multimedia (LAM) https://multimedia.xoc.uam.mx

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