Los recursos genéticos se definen como el material genético proveniente de animales, plantas, hongos, microorganismos, secuencias genéticas o cualquier material metabólico que derive de genes y que tengan un uso actual o potencial para un fin científico, económico, o cultural. De manera inicial, estos recursos se conformaban principalmente de plantas o animales de interés comercial para la agricultura, la industria o la farmacia, como germoplasma (ej. semillas) de plantas o variedades silvestres que pueden mejorar la calidad y productividad de plantas domesticadas y cultivadas (ej. maíz, trigo, algodón) o para la generación de nuevos fármacos o químicos especializados para mejorar procesos de producción.

En años recientes, gracias al avance en el desarrollo de la biotecnología que permite secuenciar genomas completos en poco tiempo y a bajo costo, o de utilizar dichos recursos de forma eficiente para generar, por ejemplo, vacunas contra el coronavirus que causa la covid-19, es que se ha incrementado exponencialmente la cantidad de recursos genéticos generados a partir de una alta diversidad de organismos y agentes. Desde el sector científico destaca la información genética de especies que no tienen un interés comercial, pero que son especies características de un ecosistema, de interés etnobiológico, en peligro de extinción, o vulnerables al cambio climático global. Gracias a esto, por ejemplo, sabemos que hay genotipos (información genética particular de un organismo) en especies de árboles que están adaptados a condiciones climáticas extremas y que por ende pueden usarse para reforestar áreas boscosas donde el cambio climático proyecta que incrementará la temperatura.

En México, hay diversas instituciones que se enfocan al estudio y conservación de los recursos genéticos (ej. CNRG-INIFAP, CIMMYT), y existe el “Comité Sectorial de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura (CS-RGAA)” creado en el 2020, que tiene como objetivo el aprovechamiento de los recursos acuáticos, agrícolas, pecuarios, invertebrados y microbianos del país. Se reconoce que los recursos genéticos son la base de la seguridad alimentaria, ya que la diversidad genética es la base para la evolución y genera mayor capacidad para mantener la resiliencia y adaptación de los sistemas productivos a las condiciones cambiantes. Recordemos que México es un centro de origen, diversificación y domesticación de múltiples especies para la producción de alimentos e insumos a nivel mundial como el maíz, cacao, aguacate, chile, amaranto, algodón, fríjol, etc. Actualmente existen diversas investigaciones científicas para estudiar la diversidad genética de parientes silvestres a lo largo del territorio mexicano, para mapear el acervo de diversidad, así como su capacidad de adaptación al cambio climático entre otras vulnerabilidades.

A su vez, hay un incremento en la generación de información genética para una gran cantidad de especies endémicas mexicanas. Tal es el caso de los copales, árboles sagrados del México prehispánico, que se caracterizan por poseer resinas aromáticas y que se usan para la producción de incienso (copal). También su madera blanca y suave, se usa para la producción de artesanías (alebrijes, baúles y máscaras). Son especies caducifolias, es decir que pierden las hojas en la época de secas y son características de los bosques tropicales secos y que diversificaron en México, siendo el mayor centro de diversidad con más de 90 especies. Recientemente en el INECOL se generaron por primera vez las secuencias completas del genoma nuclear y de cloroplasto de tres especies: Bursera bipinnata, B. palmeri y B. cuneata. Gracias a esta información disponible en plataformas de acceso libre en el internet (NCBI https://www.ncbi.nlm.nih.gov/), es posible que otros científicos puedan utilizar estos recursos para desarrollar marcadores moleculares para estudiar otras especies de copales, de las cuales no se cuenta aún con información genética. Estos árboles son especies claves para la restauración de los bosques tropicales secos, que cubren grandes extensiones del país, por lo que la disponibilidad de sus recursos genéticos puede utilizarse para mejorar el éxito de las estrategias de reforestación de áreas degradas.

En conclusión, el conocimiento y conservación de los recursos genéticos son claves para lograr la seguridad alimentaria y el bienestar de la población, ya que son la base para mantener la resiliencia y adaptación ante los cambios ambientales. Conocer nuestros recursos genéticos es una tarea inmensa e importante y de la cual estamos avanzando.

La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional

* Red de Diversidad Biológica del Occidente Mexicano, Instituto de Ecología, A.C.