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“Legisladores, no permitan cambios regresivos en la ley general de ciencia”

“La política no debe reinventarse cada sexenio", expresó en el Senado Teresa García Gasca, rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro

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La rectora refirió la importancia de incluir la obligación del Estado de destinar al menos el 1% de PIB para la ciencia.

La rectora refirió la importancia de incluir la obligación del Estado de destinar al menos el 1% de PIB para la ciencia.

ProCiencia

El campo de la actividad humana en el que menos cabe el autoritarismo y las definiciones centralistas es, quizá, el de la creación científica y artística y eso es lo que hacemos en las universidades, señaló Teresa García Gasca, rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

Durante el foro “Ciencia y Educación Superior en México: momento crítico”, realizado en el Senado, la académica se refirió al anteproyecto de la Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación elaborado por el Conacyt y que actualmente se encuentra en la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer).

En congruencia con la política científica en curso, el anteproyecto centraliza las decisiones del sector en la dependencia de gobierno, recordó. “El proyecto postula la creación de un Consejo Rector en el que sólo tienen voto los representantes del gobierno federal, el titular del Ejecutivo, la dirección del Conacyt y las y los titulares de todas las secretarías de estado, así como una pequeña representación de los gobiernos de los estados. ¿Y las universidades y los centros de investigación en donde se producen el saber? Nada, apenas un representante designado y sin voto”.

Durante la mesa “La autonomía en entredicho”, la rectora solicitó a los legisladores que “no permitan cambios regresivos” en la política científica del país. La científica refirió la importancia de incluir la obligación del Estado de destinar al menos el 1% de PIB para la ciencia y tecnología, lo cual sigue vigente en la ley actual, pero no se ha cumplido ni siquiera acercado.

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“La política para el sector no debe reinventarse cada sexenio".Enfatizó que se requiere de una ley abierta, incluyente y creativa que permita la generación de conocimiento, que guíe las prioridades en investigación y desarrollo de acuerdo al contexto actual. Se necesita “abrir el debate, celebrar la diversidad de ideas".

“MÁS CON MENOS”. 

Durante su participación, José Luis Solleiro, del Instituto de Ciencias Aplicadas de la UNAM, dijo que, en la actual administración, Conacyt, y con la inercia del fin del sexenio anterior, los recortes al presupuesto del sector no han detenido su caída. 

“En la última década la inversión se redujo, en 2010, del 0.49% del PIB, al 0.3 en 2020 (…) Cada año nos alejamos más de la meta del 1%, que no es graciosa, está en la ley. Me preocupa que la reducción presupuestal no les quite el sueño a los dirigentes del sector”. 

Agregó que el actual Conacyt ha destinado el 94% de su presupuesto a los programas de becas de posgrado y al Sistema Nacional de Investigadores, lo que deja sin presupuesto a proyectos de investigación, para el mantenimiento de laboratorios y el desarrollo de nueva infraestructura. 

“Para ejemplificar contraste, en entre 2012 y 2018 se destinaron 5 mil millones de pesos anuales a convocatorias de proyectos de investigación; en el 2022 sólo fueron mil 200 millones de pesos y se destinaron sólo a los llamados PRONACES". 

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SNI PERVERSO. 

Por su parte, y como parte de la mesa “Los desatinos de la política de ciencia y tecnología actual”, Héctor Vera, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), expuso el cisma en el que se encuentra el SNI, que sólo maquilla la precarización de los académicos suscritos a éste. 

Son becas que compensan sus salarios, pero sobre las que no tendrán derechos cuando sus miembros dejen de ser productivos o se retiren. “Somos trabajadores precarios de lujo, la precariedad está ahí, barnizada y maquillada por el lujo del apoyo económico o la distinción simbólica, pero la fragilidad estructural está presente y no se debe olvidar”. 

Añadió que el SNI es un sistema imperfecto de compensación salarial no siempre justo ni transparente en sus evaluaciones, pero, “bajo las actuales condiciones es necesario”. 

Refirió que se debe transitar hacia que el SNI no sea necesario y que haya en vez de ello buenos salarios para la generalidad de los académicos del país, y no sólo para el 10% que reciben la compensación en sus diferentes niveles. 

“Somos el 10% cerdos en engorda, para el sistema sólo es necesario pagar bien a este porcentaje; a quienes no lo reciben se sienten insuficientes en un sistema muy perverso. Todos estamos metidos en ello, pero casi no lo discutimos en esos términos”. 

El problema no ha tenido solución en el actual gobierno y enfatizó que los problemas de la comunidad no se van a resolver con más becas del SNI, puesto que no son una solución a largo plazo. “No más becas ni estímulos, sino mejores salarios, se debe detener la precarización del mundo laboral académico”.