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“México es un país joven en el desarrollo de su ciencia y su industria”: Guillermo Aguirre

El nuevo presidente de la ADIAT señala que la industria ligada a la innovación aportaría a México autodeterminación económica y capacidad de reacción ante cambios externos que son impredecibles

entrevista

Guillermo Aguirre es autor de 18 patentes, 56 registros de propiedad intelectual y siete libros.

Guillermo Aguirre es autor de 18 patentes, 56 registros de propiedad intelectual y siete libros.

Academia de Ingeniería

La inversión de la industria mexicana en ciencia y tecnología no es comparable con la que hacen otros países porque hace menos de 30 años que salimos del modelo económico de industria protegida, luego cruzamos por una apertura comercial acelerada que acabó con muchas empresas nacionales y hace sólo dos décadas que empezamos a competir globalmente con innovaciones propias. Esta nueva etapa de la industria ligada a la innovación es la que puede aportar al país autodeterminación económica y capacidad de reacción ante cambios externos que son impredecibles.

Así opina y comparte a los lectores de Crónica el doctor en Ingeniería Guillermo Aguirre Esponda, nuevo presidente del mayor organismo empresarial comprometido con la construcción de puentes entre la planta productiva y la ciencia, tecnología e innovación mexicanas: la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico (ADIAT).

“Somos un país joven en el desarrollo de una industria propia”, indica el nuevo representante de la asociación civil fundada hace 30 años para agrupar a directivos empresariales comprometidos con la innovación.

Aguirre recuerda que hasta el fin del siglo XX ni siquiera se podía rastrear o medir la transferencia de ciencia y tecnología mexicana a la planta productiva nacional porque no había indicadores sobre la inversión de la industria mexicana en investigación y desarrollo. Esta carencia comenzó a ser subsanada al arrancar el siglo XXI con los estímulos gubernamentales a la innovación en la industria, que otorgaban créditos fiscales a las empresas que demostraran invertir en innovación. Estos mecanismos crearon las primeras herramientas e indicadores para medir los impactos de la innovación en competitividad, generación de empleos y hasta pago de impuestos.

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“Hay indicadores de los que se habla poco, como el número de empleos que se han abierto dentro de las empresas para investigación y desarrollo de soluciones; así como las empresas creadas para aportar soluciones tecnológicas a otras empresas mayores. Eso apareció hace menos de dos décadas”, agrega el hombre que fue uno de los articuladores del cambio que llevó la inversión privada en ciencia y tecnología de 2 mil millones a más de 27 mil millones de pesos, en la administración 2000-2006, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

ETAPAS INDUSTRIALES.

Ingeniero mecánico y maestro en diseño mecánico por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (FI-UNAM), Guillermo Aguirre Esponda ha laborado en academia, gobierno y empresas. A lo largo de su formación como maestro por la Universidad de Loughborough y doctor en Ingeniería de Diseño por la Universidad de Cambridge, ha colaborado en la apertura de centros de diseño universitario; mientras que en el gobierno mexicano se desempeñó como Subdirector Adjunto de Tecnología,en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y en la iniciativa privada como Director de Tecnología de Grupo Vitro.

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: Guillermo Aguirre Esponda, nuevo presidente de la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico (ADIAT).

En recapitulación breve, Aguirre Esponda recuerda que a principios del siglo XX había una industria fuerte en minería y otros campos, pero era de propiedad extranjera y predominaban las importaciones de productos manufacturados. Algunas industrias del país hacían esfuerzos y aportaban, pero de manera muy aisladas. 

Después de la Revolución se probaron esquemas en los que se protegía a quienes empezaran a fabricar algunos productos y procesos en México, pero esta protección no significaba estimular el uso de ciencia o tecnología mexicana por lo cual los empresarios de limitaban a importar procesos o maquinaria extranjera que les garantizaba tener un mercado protegido por ser los primeros en “hacer” algo en México, aunque no fuera con tecnología mexicana.

“Cuando cambia ese modelo, en los años 90, y se retira el proteccionismo, las empresas mexicanas deben competir con empresas extranjeras que sí habían hecho innovación y muchas no sobrevivieron”, detalla en entrevista con este diario, el doctor en Ingeniería.

EMPRENDIMIENTO CIENTÍFICO.

Tercero de siete hermanos, Guillermo recuerda con afecto a su padre, agente de seguros, y a su madre, secretaria de la misma empresa aseguradora, a quienes agradece la educación y el acceso a libros que en su infancia le ayudaban a responder su curiosidad constante sobre cómo funcionan las cosas: desde los juguetes que recibía hasta los grandes inventos electrónicos de su tiempo. Desde su perspectiva: México es un país joven en muchos de sus campos, principalmente en el desarrollo de su ciencia y su industria.

“Esta juventud se puede entender cuando uno estudia el tiempo que se necesita para desarrollar una institución científica sólida, madura. Si nos remontamos a la historia de Conacyt, vemos a principios de los 70 que comenzó a dar becas para la formación de los doctores en ciencias que necesitaba este país. Por eso tenemos apenas 40 o 45 años con la primera generación de doctores que consolidaron el sistema científico. 

"Es verdad que México no ha invertido en ciencia lo que se quisiera, pero hay que reconocer que ha estado invirtiendo sostenidamente en investigación, formación de cuadros y creo que ya llegó un momento en el que nuestros centros de investigación ya han madurado y hoy tienen ofertas importantes de soluciones para la sociedad: medicamentos, nuevos materiales, procesos, equipos, que se han desarrollado en centros de investigación mexicanos y que, por esa juventud del sistema, todavía no habían encontrado caminos para salir a la sociedad”, explica el universitario.

El 29 de agosto ADIAT nombró a Guillermo Aguirre como su nuevo presidente para el periodo 2022-2024.

El 29 de agosto ADIAT nombró a Guillermo Aguirre como su nuevo presidente para el periodo 2022-2024.

ADIAT

“Una de las directrices que tendrá mi trabajo en esta Presidencia de ADIAT, será estimular el emprendimiento científico y lo que buscaremos es tratar de responder a la pregunta: ¿Cómo haremos, desde ADIAT, para construir esos canales que nos ayuden a traducir la investigación en beneficio social? Y creo que la gran fortaleza de ADIAT es que, en 33 años hemos crecido cerca de muchos mexicanos que ya han logrado casos exitosos de esa aplicación del conocimiento. Nosotros queremos retomar y difundir esos casos, mexicanos, que enfrentaron dificultades que se experimentan en México, para que otros investigadores, centros de investigación y empresarios retomen su experiencia para sus propios procesos”, dice el autor de 18 patentes y siete libros.

Existe un gran número de centros de investigación en México que están celebrando entre 40 y 45 años. Cada uno de ellos tiene bancos de conocimiento y soluciones generadas que pueden aprovecharse.

“Estamos conscientes de que el sistema científico y tecnológico en México está mucho más avanzado que hace pocas décadas. Si uno observa lo que pasa en el país encontramos varios parques tecnológicos; empresas conviviendo y trabajando con centros de investigación y numerosas soluciones que ya no son conceptuales, sino prácticas. Estimular y articular lo que ya está puede potenciar mucho al sistema científico y tecnológico. Requerimos generar mensajes con mucha contundencia; comunicar las experiencias mexicanas positivas que han superado crisis y hacer más visibles a esos líderes mexicanos que ya son maduros y nos pueden ayudar a implementar muchas capacidades”, detalló.

Innovaciones perdurables

Una lectura de la infancia y juventud que marcó el pensamiento de Guillermo Aguirre Esponda fue la de un libro de inventos de los años 30 del siglo XX que se llamaba “Las maravillas del conocimiento”. Estudiar ese volumen le generó un sentimiento mezclado de sorpresa y nostalgia. “Cuando leí ese libro vi que se hablaba de teléfonos, fusibles y máquinas de vapor, fabulosos, pero ya rebasados. Así nació en mi el deseo de inventar cosas nuevas y perdurables, que no fueran sustituidas tan rápido”.