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La naturalización de la violencia a la niñez en México

El justificar la violencia implica tolerar a lo largo de la vida la coerción, el chantaje emocional y las ofensas

Niños jugando en el parque
Una imagen de archivo con niños jugando. Una imagen de archivo con niños jugando. (La Crónica de Hoy)

Desde el 2010 México ocupa el primer lugar entre los 33 países integrantes de la OCDE en violencia física, abuso sexual y homicidios cometidos en contra de menores de 14 años, de los cuales la mayoría son ejecutados dentro de su hogar. Infortunadamente estos datos muestran narrativas de casos que sí han logrado denunciarse y que por tanto lograron cuantificarse, es decir, el daño está hecho.

La violencia física esconde detrás de su ejecución a la violencia emocional. Nadie golpea a otro (a) si no se le reconoce como inferior, como incapaz de regularse a sí mismo(a), y esta visión es lo que justifica la agresión de los(as) cuidadores sobre los(as) menores: “tiene que aprender”; o “una nalgada a tiempo es mejor”. La visión detrás de esto es mantener el control, que no dé lata, que vaya bien en la escuela, que sea obediente, limpio, organizado, esperando siempre una conducta sumisa, si esto no pasa entonces hay castigos que no son negociados y que siempre implican algún tipo de maltrato.

Quién lea esto pensará que la autora exagera, que no siempre pasa y que incluso hoy día los(as) niños(as) están muy consentidos(as). El dato que muestra la UNICEF es que en México 63% de niñas, niños y adolescentes ha experimentado una forma de castigo psicológico o físico por miembros de su hogar, es decir éste se encuentra arraigado en la cultura de crianza de nuestro país. Un ejemplo de ello es que en el día de las madres (de forma injusta dado que no son las únicas encargadas del cuidado y la crianza) se hacen chistes aludiendo a las distintas formas que ellas tienen para contener la mala conducta de sus hijos(as), el clásico "chanclazo", las advertencias, las amenazas, los chantajes, etcétera.

Al respecto, siempre aparecen adultos en redes sociales diciendo que el haber sido criados a chanclazos (con todo el maltrato que eso implica) los ha hecho más responsables y con mejores valores que los(as) jóvenes de hoy. No me atrevo a negar dichas virtudes, sin embargo si hoy día la violencia se sigue reproduciendo al interior de las familias, implica que preexisten consecuencias socioemocionales que les impiden generar una crianza positiva. Aquí es importante mencionar que si los(as) menores tienen la ropa de moda o la tecnología de última generación no los(as) salvaguarda de ser víctimas de violencia de forma recurrente es decir, la violencia no se relaciona con el ingreso económico.

El justificar la violencia implica tolerar a lo largo de la vida la coerción (amenazas para conseguir algo), el chantaje emocional (si no lo haces no te quiero o no eres digno de algo), las ofensas (cualquier tipo de insultos), el desprecio (el hacer sentir al otro incapaz e inferior), lo cual si se revisa la legislación son indicadores de maltrato infantil (no está tipificada como violencia pero ese es otro problema) aunque los datos sólo cuantifiquen la violencia física.

La experiencia de la violencia es un estresor grave en los(as) menores y puede ocasionar Estrés Post Traumático y ocasionar cambios fisiológicos y neurobiológicos alterando la estructura cerebral, esto implica dificultades en la regulación de las emociones, trastornos de ansiedad o ataques de ira, así como problemas de atención, aprendizaje o memoria, en resumen, los niños y niñas violentados se vuelven incapaces de regular el estrés y sus emociones, así como su capacidad de establecer vínculos estables y seguros con los demás. A largo plazo los problemas psicosociales se mantienen en el adulto lo cual se evidencia ante la incapacidad de ser empáticos, de regular la ira, la ansiedad e incluso esto puede llevar al abuso del consumo de alcohol, tabaco e incluso otras drogas ilícitas.

Los cuidadores se quejan de que a los(as) menores a su cargo se les olvidan los buenos momentos y se acuerdan solo de los malos, pero es una estrategia de sobrevivencia natural del cerebro, existe el sesgo atencional sobre lo que alguna vez hizo daño sea lo que sea, por ejemplo podemos tener aversión por comer fresas sin recordar con precisión la razón; lo mismo sucede cuando se es víctima de violencia, no se olvida. El que prevalezca el recuerdo emocional de la violencia (pueden no recordarse los eventos) permite que a lo largo del tiempo se reproduzcan estrategias de "sobrevivencia" los cuales son ser desconfiados o agresivos ante cualquier circunstancia o cuidadosos para no molestar a nadie, esta última es la más aceptada socialmente, pero al final la indefensión también aísla y las tres estrategias permiten de una forma u otra la prevalencia de eventos violentos en las relaciones (no sólo dentro del ámbito familiar).

La violencia ejercida en las familias es algo que es aprendido y reproducido constantemente, es un ciclo que va del contexto sociocultural a la vida cotidiana. Por ejemplo, no puede seguir fomentándose la legitimación del victimario sobre la víctima, culturalmente es aceptado el hacerse el/la fuerte, así como golpear antes de ser golpeado. Los valores sociales como ser solidario, amable, cooperativo, paciente, entre otras, se han dejado de ejercer para no parecer tonto, iluso o inocente, esto es consecuencia de la violencia que se aprende desde casa (sea como víctima o como testigo e incluso ambas).

Si como adulto identifica que es sobreviviente de la violencia en su infancia es fundamental aceptarse vulnerable para conectar, es decir, expresar sus necesidades directamente sin esperar que su familia las adivine. Es recomendable generar, fortalecer y crecer las redes de apoyo incluso fuera de la familia porque es importante recibir apoyo y compartir la crianza. Por último en las conversaciones cotidianas se deben sustituir las ofensas, las críticas, las burlas o las ofensas con la aceptación de las emociones y las necesidades del otro. Si alguien requiere ser escuchado habrá que acompañar sin interrumpir y sin dar soluciones.

Los datos que sustentan estas ideas aparecen en el libro: Planeación, desarrollo y experiencia de investigación-intervención psicosocial con familias en comunidad, el cual se puede encontrar el la red de librerías UAM.

*Académica del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la UAM mperez@xanum.uam.mx

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