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Poner en marcha el Pabellón de la Biodiversidad no fue fácil: Susana Magallón

Susana Magallón, directora del IB-UNAM, relata los retos que enfrentó en su primer periodo al frente de la institución, de la que depende el recinto · Fue nombrada para un segundo periodo

A mitad de esta breve entrevista, José Franco se acerca a Susana Magallón para preguntarle: “¿Slim quiere saber qué paso con lo de los asteroides?”, a lo que la bióloga responde “hay que hacerlo”.

Estamos en el auditorio del Pabellón Nacional de la Biodiversidad, donde se acaba de presentar el nuevo programa de televisión sobre medio ambiente “Antropoceno en México”, que se transmite por TV UNAM. Los organizadores eligieron como escenario esta joya de la corona del Instituto de Biología (IB) para dar algunos detalles del programa.

Susana Magallón formó parte del panel que enfatizó la importancia de la realización de estos esfuerzos de comunicación de la ciencia dirigidos a la población mexicana, como una herramienta vital para la conservación del medio ambiente. En torno a la presentación ha recibido colmadas felicitaciones por su reciente nombramiento para dirigir el IB en un segundo periodo, cuatro años más.

En su primer periodo afrontó las circunstancias marcadas por la pandemia, pero uno de los mayores retos fue echar a andar el Pabellón Nacional de la Biodiversidad, cuya belleza y funcionalidad son un punto de referencia en la academia del país. El inmueble fue una donación de la Fundación Carlos Slim y fue inaugurado en octubre del 2021 entre la algarabía de funcionarias capitalinas, autoridades universitarias y el empresariado.

Poner en funcionamiento el sitio no fue sencillo, refiere en entrevista Magallón, quien recientemente fue elegida como miembro internacional de la Academia Nacional de Ciencias de EU por su destacada trayectoria científica.

Fue un “reto mayúsculo”, una obra negra que debía convertirse en un museo y centro de investigación, relata. El trabajo se realizó en conjunto con Inmuebles Carso –que erigió el Acuario Inbursa– en una interacción que no fue sencilla y que, por un lado, tenía a este grupo inmobiliario y, por otro, el personal académico que determinó los contenidos científicos del sitio.

Pero, “sin duda, ha sido una colaboración fructífera”, añade, puesto que ha permitido al IB y a la UNAM un espacio excepcional para las colecciones biológicas que están bajo el resguardo de la institución, así como para la realización de investigación a cargo de sus académicos y académicas. A la vez, y como condición para la construcción, el inmueble debía albergar un museo gratuito, resalta.

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“El Instituto de Biología alberga las colecciones biológicas nacionales, donde las de invertebrados y el herbario nacional se encuentran en la sede principal del instituto. En tanto, en el Pabellón se encuentran las colecciones de vertebrados: mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces”, ahonda Magallón Puebla. “El museo es un espacio gratuito de exhibición de estas colecciones, pero tiene a su vez investigación activa; hay lugares en el Pabellón con grandes ventanales donde los visitantes puede asomarse y ver qué están haciendo los investigadores, eso lo hace todavía más atractivo”.

Ahora, además de contener muestras representativas de la biodiversidad nacional, dioramas, paneles interactivos, investigadoras (es) en acción, centro de cómputo e incluso una pequeña área de exposiciones temporales, al estilo del Museo Soumaya (actualmente se exhiben esculturas de Salvador Dalí), el recinto podría contener además meteoritos.

La conversación con José Franco, académico del Instituto de Astronomía, se refería a la posibilidad de trasladar los meteoritos que se exhiben en éste al Pabellón, explicó Magallón.

Si bien el Pabellón Nacional de la Biodiversidad es de un magnetismo irresistible, es de lejos la única preocupación de Susana Magallón, y es que el IB es grande, mucho más grande.

“Tiene dos departamentos académicos, el Jardín Botánico y dos estaciones foráneas, una cerca de los Tuxtlas, Veracruz, y otra en Chamela, Jalisco”. Éstas han requerido también su atención y representan un área de acción importante en los próximos cuatro años, refiere.

En este periodo también tuvo como objetivo avanzar en las políticas universitarias de igualdad de género, basadas en la implementación de la política institucional que incluyó capacitaciones y conferencias, apoyadas en la comisión interna de igualdad de género del IB. “Hacia el futuro tenemos pensadas acciones específicas para seguirlo implementando”.

Entre esos otros temas por atender, la científica destaca las mejoras del invernadero Faustino Miranda –una pequeña selva tropical en el corazón de Ciudad Universitaria–; así como la transformación de sus estaciones foráneas en centros educativos de alto nivel.

Además, es necesario seguir fortaleciendo las líneas de investigación que el instituto ha desarrollado con éxito por casi 100 años, apunta. “Al mismo tiempo apuntalamos líneas de investigación más en la frontera del conocimiento, incorporando datos de diferentes fuentes y tipos de organismos, aplicando metodologías analíticas, matemáticas y estadísticas, para entender los procesos que generan la biodiversidad”.

Sobre el Pabellón, refiere que aún no todo está resuelto en el exultante edificio –ganador del Premio ADI a la Responsabilidad e Impacto Social–, puesto que se encuentra pendiente la misión llevar las colecciones que aún se encuentran en el edificio principal. Pero antes, habrá que ver dónde colocar los meteoritos.

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Susana Magallón Puebla fue elegida para un segundo periodo al frente del IB. Susana Magallón Puebla fue elegida para un segundo periodo al frente del IB. (Isaac Torres)

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