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Recuperar las experiencias de las mujeres en la historia minera

Es ineludible mirar también hacia esas actividades básicas, e imprescindibles, desarrolladas por mujeres y reconocer el valor socioeconómico de las mismas

la ciencia en el país

Mineras.

Mineras.

Pixabay

Las omisiones y los silencios, a veces, nos descubren tanto como los ruidos y estruendos. En este sentido, los sujetos silenciados en y por la historiografía reflejan las interpelaciones y rutas seguidas en la producción del conocimiento histórico. Cada escuela, tendencia o corriente ha desarrollado enfoques específicos desde los cuales poder observar el pasado. Estos, indudablemente, se encuentran muy vinculados con los contextos en los que surgen y se despliegan. La institucionalización y la profesionalización de la disciplina histórica, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, como explica B. G. Smith, engendró un proceso de borrado de las mujeres como sujetos y productores de esa historia “científica”. (1)

Los hombres de la élite ocuparon los puestos en las universidades y llenaron los seminarios o espacios de discusión, al mismo tiempo que la estancia y consulta de los archivos fueron también más asequibles para ellos por la facilidad a la hora de movilizarse hasta esos repositorios (2). Poco a poco, durante los años 70 y 80 del siglo pasado, en un contexto de cambios, comenzaron a ampliarse las perspectivas, los temas y los sujetos de análisis posibilitando que, poco a poco, las mujeres emergieran como autoras y sujetos.

Desde entonces, los estudios históricos sobre las mujeres han experimentado un importante desarrollo. Esa perspectiva que interroga al pasado de otra forma, que busca un conocimiento más integral e inclusivo, ha obtenido resultados muy enriquecedores. Si bien, todavía queda un amplio camino por recorrer y muchos discursos que deconstruir. En este sentido, la historia de la minería en México, al igual que ocurre con la de otras regiones y países, representa primordialmente un universo masculino, donde los papeles protagonistas, los más valorados socialmente, son desempeñados por hombres: trabajadores y propietarios o empresarios. En esas narrativas, las mujeres sólo aparecen en un plano secundario, desempeñando labores de reproducción y mantenimiento de las familias. Si bien, desde hace algunos años, investigaciones con perspectiva de género, han permitido reflexionar detenidamente sobre las actividades que las mujeres desarrollaban y los espacios que ocupan en las sociedades y economías mineras. De este modo, se ha comenzado a recuperar la experiencia de las mujeres en la historia minera. Se pueden señalar, al respecto, varias reflexiones e ideas, en este lugar mencionaré tres que me parecen fundamentales, relativas a Nueva España pero que bien podrían llevarnos a otras regiones y épocas.

Por un lado, es necesario valorar los trabajos de mantenimiento para el desarrollo de la minería. La aportación laboral de las mujeres ha sido, habitualmente, poco valorada y ha quedado en un segundo plano debido a la menor consideración otorgada a las actividades de reproducción y cuidados. No obstante, pocas cosas hubieran sido posible sin dichas actividades. Las tareas de limpieza de espacios laborales y habitacionales, de elaboración de comidas, de cuidado de personas enfermas y de los hijos y las hijas, etc., son fundamentales para el funcionamiento de esas comunidades; sin ellas las labores mineras se hubieran detenido. Hasta ahora, se ha prestado más atención a las actividades relacionadas directamente con la minería, como el trabajo en las galerías subterráneas, pero es ineludible mirar también hacia esas actividades básicas, e imprescindibles, desarrolladas por mujeres y reconocer el valor socioeconómico de las mismas.

Por otra parte, hay que tener presente que las mujeres también participaron, de forma directa, en la actividad minera. Al respecto, los estudios sobre el trabajo minero suelen representar espacios muy masculinos. Por diversos motivos, entre los que se hallan una serie de creencias que relacionaban la entrada de las mujeres a las minas con derrumbes y otras desgracias, el trabajo en el interior de las minas parece haber requerido sólo mano de obra masculina. Aunque sería interesante indagar más al respecto, pues investigaciones sobre otros ámbitos, como el europeo, muestran la intervención de mujeres en el interior de los pozos (3). Pero, sin duda, lo que se ha señalado en los últimos años, es la conveniencia de atender a las actividades realizadas en superficie, como la selección, la molienda, el lavado o el transporte del mineral, para recuperar los conocimientos y las experiencias de las mujeres en la industria minera.

También, y es el último punto al que me voy a referir, algunas mujeres desempeñaron un papel activo en los negocios mineros. En esa época, el marco jurídico otorgaba una situación de minoría de edad a las mujeres, que limitaba su capacidad de obrar para gestionar su patrimonio. Así para que una mujer casada pudiera realizar transacciones económicas precisaba de un permiso o una licencia de su marido. Diversos estudios, sin embargo, han demostrado que a pesar de esas limitaciones las mujeres no dejaron de participar en la administración y gestión de propiedades mineras. En el caso de las viudas, la legislación reconocía su capacidad de acción, ellas podían administrar sus propiedades sin necesidad del permiso de un varón. También las casadas, a través de un poder del marido, pudieron tomar decisiones en los negocios familiares. Tomaron las riendas de sus negocios, sin duda, no exentas de trabas y cuestionamientos.

No cabe duda de que es necesario regresar a las fuentes con nuevas preguntas y con otras miradas. Realizar más investigaciones en esta línea, para superar las ideas, de largo recorrido, que han considerado a la minería como un espacio económico masculino, desde la esfera laboral hasta la empresarial, y a los centros mineros, en general, como un “universo de hombres”. 

1. Bonnie G. Smith, The Gender of History: Men, Women, and Historical Practice (Cambridge, Mass. London: Harvard University Press, 1998), Capítulo 3, “What Is a Historian?”.

2. Smith; Dora Barrancos, «Género, sociedad e historiografía», Cuadernos del Ciesal Año 12, núm. 14 (diciembre de 2015): 87-88.

3. El trabajo de Christina Vanja para la minería preindustrial de Europa así lo muestra. Christina Vanja, «Mining Women in Early Modern European Society», en The Workplace before the Factory: Artisans and Proletarians, 1500-1800, ed. Thomas Max Safley y Leonard N Rosenband (London: Cornell University Press, 1993).

* Profesora investigadora del CIESAS Ciudad de México