Academia

Roger Bartra: Las chispas críticas pueden provocar cambios importantes

La crítica despierta dudas e incide en la sociedad, surgen chispas a partir de ella, dice el antropólogo, con motivo de la publicación de “Mutaciones” su biografía intelectual · En entrevista, el académico atisba temas como el dogmatismo, el marxismo, la libertad, la verdad, la conciencia, el exocerebro, entre otros

Biografía intelectual

Roger Bartra ha escrito sobre marxismo, sociedades agrarias, las redes imaginarias del poder político, la antropología del mexicano y la conciencia, entre otros temas.

Roger Bartra ha escrito sobre marxismo, sociedades agrarias, las redes imaginarias del poder político, la antropología del mexicano y la conciencia, entre otros temas.

León Muñoz Santini/Telos/FundacionTelefónica

A diferencia de esa creatura fascinante que nunca será salamandra, Roger Bartra ha mutado. El axolote, casi como la identidad del mexicano, permanece casi inerte, incapaz de salir de su estado embrionario o infantil; están congelados en el tiempo y en la infancia. 

Aunque mexicano, visto como extranjero, Bartra no se identifica con esta idea irónica que aborda en “La jaula de la melancolía”, puesto que ha sido un arqueólogo, antropólogo, sociólogo… que ha sufrido varias metamorfosis a lo largo de su vida y su pensamiento. Éstas son plasmadas en “Mutaciones” (Debate), su biografía intelectual.

En entrevista, el antropólogo atisba temas que describe a profundidad en su libro, como el dogmatismo, el marxismo, la libertad, la verdad, la conciencia, el exocerebro, así como la conciencia crítica, esta última escasa en el mundo, no obstante –y como lo demostró a través de varias décadas con la transición democrática– “esas chispas críticas pueden provocar lentamente cambios importantes".

“He tenido diversas metamorfosis, algo poco usual en el mundo académico. Normalmente los académicos permanecen en un tema o pocos fijos durante casi toda su vida, a mí me ha dado por saltar de uno a otro. Me considero por ello un académico, investigador, antropólogo, científico, pero también un ensayista. Los ensayistas suelen dar saltos y mutaciones con mayor frecuencia, están menos atados a los cánones tradicionales, por lo que es libre de abrir nuevos caminos, abordar nuevas ideas, internarse en territorios extraños, diferentes en los cuales ha crecido y se ha formado”.

Al escribir sus memorias intelectuales, relata, Bartra notó que una de las peculiaridades de su vida había sido brincar de un tema a otro, deteniéndose largo tiempo en cada uno, pero sin darle sólo una “pasadita” superficial. “Cuando dejé la arqueología para internarme en la antropología social, y estudiar las sociedades agrarias en México, me detuve mucho, no fue fugaz; lo mismo ocurrió con otras fases, no es improvisar e ir de un lugar a otro, por el contrario, creo en la reflexión y la formación lenta para abordar temas complejos y difíciles”.

– Estas metamorfosis tienen como eje la quinta dimensión, la verdad, como le decía su madre. ¿Existe la verdad?

–Existe la pluralidad de verdades, el problema es que son mutantes también, cambian. Las verdades fijas y establecidas suelen anquilosarse y no abrir nuevos caminos, por lo que es algo relativo. En el libro expreso que la obsesión por la verdad tenía un lado negativo: el dogmatismo, fui un ferviente marxista. Pero a su vez tenía un lado positivo, la actitud científica de respetar los datos que vienen de la realidad, tomarlos y analizarlos con cuidado para saber si son verdaderos. Esa es una actitud científica, que busca la objetividad y hace a un lado los criterios subjetivos.

–Usted reflexionó sobre las trampas de sus propios dogmas, una actitud inasequible en la actualidad, al menos por muchos gobiernos, como el nuestro.

–Uno de los dogmas más fuertes que existen en la vida política es el nacionalismo, la pretensión de que existe una nación monolítica única, la cual el político en turno define como la verdadera nación y quienes no estén de acuerdo se equivocan o son calificados como traidores. Al mismo tiempo que los políticos se aferran a dogmas, son muy oportunistas y demagogos y cambian fácilmente de opinión de acuerdo a las necesidades del momento, de la oportunidad. Un político navega con muchas dificultades en un mar lleno de contradicciones, oscilando entre el dogma nacionalista y su oportunismo para tratar de adaptarse a la situación. Hay una relación peculiar entre dogma y oportunidad, eso lo vemos en muchísimos políticos, sobre todo los más demagogos que, si bien afirman una posición muy dogmática, son capaces de venderla y cambiarla, como nuestro Presidente, un decidido antimilitarista que pregonó que el Ejército debía regresar a los cuarteles y ahora vemos todo lo contrario. Cambió de parecer y ahora es un militarista desenfrenado.

–“Tú sabes que no eres ni serás un hombre político. Para serlo te faltan, fundamentalmente, empuje brutal y combativo, te sobren sensibilidad moral y espíritu estético”, le dirigió su padre en una carta cuando era joven. ¿Cómo lo lee el Bartra actual?

–Desde la perspectiva actual ahora veo que tenía toda la razón, no soy un hombre político, no tengo pasta de líder político, no me interesan los puestos políticos, como tampoco me interesaban antes, aunque estaba muy politizado y creía en varios dogmas, pero no me veía como un líder. Me politicé intensamente, pero en mis muchos años de mi militancia en la izquierda como comunista, nunca tuve cargo de ninguna naturaleza ni aspiré a ello. Cuando llegué a la dirección de la revista “El Machete" (que sólo duró 15 meses) fui más o menos obligado a formar parte del comité central del Partido Comunista Mexicano contra mi voluntad, ahí me sentí incómodo, pero no era un dirigente, no tenía poder ni nada. He sido consciente de que no tengo pasta de dirigente político.

En “Mutaciones”, Roger Bartra expone varios momentos clave de su vida intelectual, aunque sólo atisba algunos de su vida personal.

En “Mutaciones”, Roger Bartra expone varios momentos clave de su vida intelectual, aunque sólo atisba algunos de su vida personal.

León Muñoz Santini/Telos/FundacionTelefónica

–En “Mutaciones” deja ver cómo a lo largo de su vida la conciencia crítica fue siempre una constante, un recurso que escasea en el mundo actual.

–En la mayor parte de la gente en diferentes oficios u ocupaciones predomina el conformismo: conformarse con la realidad que le rodea, con el lugar que le ha tocado, es la actitud más común. Pero en la sociedad existen franjas minoritarias numéricamente que son importantes, de personas críticas que desarrollan el pensamiento crítico y con ello mueven las aguas, poniendo en duda las cosas. Su función es muy importante y, desde luego, uno aspiraría que cada vez hubiese más personas en esta franja, pero desgraciadamente eso no ocurre y quienes tenemos actitudes críticas somos pocos y a veces marginables.

Sin embargo, como la crítica despierta dudas e incide en la sociedad, surgen chispas a partir de ella y eso suele motivar algunos cambios importantes. En México lo que sucedió con aquellos que fuimos críticos del autoritarismo y buscábamos una alternativa democrática, que éramos pocos, vimos en el 68 un momento importante. Éramos marginales, pero esa idea crítica de combatir el statu quo autoritario, el inconformarse con el autoritarismo predominante y el despotismo priista creció hasta que impulsó, varias décadas después, una transición democrática. Esas chispas críticas pueden provocar lentamente cambios importantes.

AMLO, un militarista "desenfrenado"

En “Mutaciones”, Roger Bartra expone varios momentos clave de su vida intelectual, aunque sólo atisba algunos de su vida personal.
"Hay una relación peculiar entre dogma y oportunidad (..) como nuestro Presidente, un decidido antimilitarista que pregonó que el Ejército debía regresar a los cuarteles y ahora vemos todo lo contrario. Cambió de parecer y ahora es un militarista desenfrenado".

–¿Somos libres de expresar nuestras ideas o estamos prisioneros en la burbuja de nuestra época, cultura y condición social?

–La idea común es que las personas estamos dominadas por las circunstancias, hay una relación de determinación y no hay libertad, sino que se va reaccionando a partir de causas en el entorno por lo que, en el fondo, no somos libres. Yo digo lo contrario: alcanzar una condición de libertad no es fácil, porque efectivamente existen determinaciones de carácter económico, financiero, social, político, cultural…, que nos van moldeando y empujando. Cierto, somos criaturas de nuestra época, no nos podemos escapar, aunque tengamos muchas ganas de viajar al pasado o al futuro, pero estamos atrapados en la burbuja de nuestras circunstancias y época. Pero dentro de eso sí podemos escapar de esa cadena determinista de causas y efectos y alcanzar una condición en la que podemos decidir libremente a partir de la reflexión, de la consulta con amigos, familiares. Es ambivalente, pero mi posición fue la de una rebeldía ante el determinismo.

– En su obra el tema del cerebro y la conciencia es una mutación más, un tema muy diferente a los abordados anteriormente.

–Eso que se llama conciencia, la conciencia de estar consciente –porque otros animales son sólo conscientes de su entorno–, es la cualidad de un solo animal, el humano. Somos conscientes de ser conscientes, un fenómeno difícil de explicar, un misterio que aún no ha sido realmente comprendido o revelado. Me propuse abordarlo desde la antropología para tratar de ver qué es lo que habían logrado los neurocientíficos al respecto. Me puse a investigar los avances de la neurología y escribí “Antropología del cerebro”, donde desarrollé y planteé mi teoría-hipótesis de que para entender la conciencia hay que pensar que no toda está dentro del cerebro, sino se extiende al exocerebro o conjunto de sistemas simbólicos de sustitución.

"Mutaciones" es editado por Debate.

Debate

En “Mutaciones”, Roger Bartra expone varios momentos clave de su vida intelectual, atisba algunos de su vida personal, que queda lejos de la ansiedad por lo público y exhibido de nuestros días. La “belleza de la vida privada” y de lo cotidiano tiene una riqueza que no debe ser subestimada, dice.

“Quienes nos dedicamos a escribir y publicar obras, como resultado de nuestra reflexión e investigaciones, tenemos que enfrentar ese orgullo y reconocer que la vida interior que no se hace pública es, posiblemente, mucho más rica, multicolor y florida que esta vida que hacemos pública. Eso nos hace pensar que debemos respetar a aquellos que no están dedicados a producir una obra, pero cuya vida interior es de una riqueza enorme”.