Nacional

“Noción de que la Universidad era mejor antes, añoranza de quienes desean verla pequeña”…

Imanol Ordorika parte de una frase de Barros Sierra para pintar a la institución como ´espejo del mejor México posible´. Tanto en sus prácticas cotidianas de investigación y docencia como en sus movimientos políticos, dice, ha sido precursora permanente del cambio en el país.

UNAM: PALPITAR DE UNA NACIÓN

Imanol Ordorika, titular de la Dirección General de Evaluación Institucional

Busca con avidez una fecha, una frase. Desfilan las hojas adelante y atrás, hasta el hallazgo tardío de esa cita extraviada en la memoria.

Y al fin, ahí está: 11 de mayo de 1966, tiempos de convulsión previos al movimiento del 68. Palabras de Javier Barros Sierra al tomar posesión ante el Consejo Universitario como nuevo rector: “Debe entenderse bien que la Universidad no puede ser privilegiado claustro de perfecciones, sino tan sólo el espejo del mejor México posible a cada instante, con sus excelencias, pero también con una no escasa porción de sus defectos”.

Imanol Ordorika, titular de la Dirección General de Evaluación Institucional y hombre avezado en política, lo relee un par de veces:

“Dicen ahora: ´hay violencia en la UNAM´, sí, pero hay violencia en todo el país y la institución no es una esfera de cristal. O reprochan inequidad de género, la hay en el mundo, y aquí también se discute, se ataca y se expresa en las movilizaciones de mujeres universitarias. No sólo en sus prácticas cotidianas de investigación y docencia, sino en sus movimientos políticos, la Universidad ha sido precursora permanente del cambio en el país, baluarte de la democratización en México”.

-¿Cuáles serían sus principales bondades? -se le pregunta como colofón a la serie publicada por este diario durante las últimas diez semanas, y la cual comprendió la descripción de instituciones y tareas universitarias esenciales para el país.

-Su diversidad de corrientes de pensamiento y su inclusión, porque está siempre abierta a los sectores más diversos de la población. Tanto por sus labores sustantivas o su quehacer político, ha sido y es una Universidad de vanguardia: desde el movimiento estudiantil de 1929 que ganó la autonomía hasta el movimiento del 68 por las libertades democráticas, los movimientos del CEU en 86 y 87 y del CGH en el 99 y 2000, que lucharon por la gratuidad.

-¿Y cuáles, sus desafíos?

-Tenemos programas que no son tan buenos como otros, hay posibilidades de mejorar la enseñanza del bachillerato, podemos hacer más para que los mejores profesores impartan clase a los estudiantes desde momentos tempranos, y el gran reto es ampliar la participación de los universitarios en la toma de decisiones, sin dar espacio al autoritarismo y la antidemocracia.

-Llevas 45 años en la institución, ¿el pasado ha sido mejor?

-No, los egresados de hoy son mejores que los de antes, los estudiantes que se reciben también son mejores, al igual que profesores e investigadores. Cada año hay más publicaciones, libros. La Universidad está en permanente expansión, no se trata de idealizar, porque también tiene problemas, pero la noción de que antes era mejor es un argumento falaz, una añoranza de quienes desean ver una universidad pequeña.

-¿Se ha dicho que ha sido tomada por una élite conservadora?

-No es que ahora lo diga el gobierno, hay ensayos y libros, incluso uno mío, que hablan sobre la disputa del campus: desde que se hizo la actual Ley Orgánica, en 44-45, ha sido un grupo más o menos homogéneo, dominado por médicos y abogados y algunos ingenieros, que ha mantenido el control y el poder en la Universidad. Pero siempre ha ganado la visión crítica.

-¿Son válidos los calificativos de derechista, neoliberal, conservadora?

-Hace falta más conocimiento sobre la UNAM. Es falso que se haya corrido a la derecha: acabamos de tener en 2019 los movimientos de las mujeres, luchando por la violencia e igualdad de género, eso no es de derecha. Está equivocado quien piensa que con unos cuantos calificativos se puede caracterizar a una institución tan diversa y compleja como esta. Si tan sólo pudieran checar nuestro sistema de información académica (SIIA) se darían cuenta de cuántos artículos y publicaciones hay criticando el neoliberalismo. Está a disposición del gobierno federal. Lo que pasa es que, no de ahora, sino desde hace mucho, las universidades públicas son incomodas para las esferas gubernamentales porque son espacios de crítica, y eso no les gusta. Todos los presidentes han tenido conflicto con la UNAM.

Lee también

“Criticar al gobierno, papel que corresponde a la Universidad”…

Daniel Blancas Madrigal

-La incomodidad no parecía ser tan franca como ahora…

-Son estilos personales, y la Universidad ha hecho bien en no enredarse en un debate personal. Sí se necesita una respuesta institucional contundente de cara a la sociedad, y en parte estamos respondiendo con nuestro sistema de información. La Universidad también responde con sus investigaciones sobre un extenso abanico de temas sociales y útiles para la población: salud, pobreza, educación, seguridad, marginación.

-Se pregunta, ¿dónde están médicos, abogados y otros profesionistas?

-¿Cuántos egresados de la UNAM hay en el gabinete de la 4T? Están en todos lados. Hay una diversidad ideológica que se traduce incluso en conflictos universitarios, en debates intensos dentro de la UNAM. En el periodo de Felipe Calderón se dijo que la UNAM no rendía cuentas, y se hizo un proyecto llamado ´Toda la UNAM en Línea´. Y ahora, nos volvemos a abrir. ¿Dónde está la UNAM? Colaborando con la SEP en un sistema transparente (Sistema Integrado de Información de la Educación Superior) que ayuda a la toma de decisiones.

Además del SIIA y del SIIES, la UNAM ha conformado un tercer sistema de datos abierto a la población: es sobre todas las actividades académicas relacionados con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible definidos por Naciones Unidas (pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, equidad de género, agua limpia y saneamiento, energía no contaminante, trabajo decente, reducción de las desigualdades, entre otros).

“Tenemos una minería de datos en cada rubro, de 2014 a 2020. La ONU publicó una serie de palabras clave para clasificar proyectos de investigación y publicaciones. Usamos esas palabras, las pulimos e incrementamos, y es posible hacer búsquedas, por ejemplo, sobre qué cursos se imparten de tecnologías del agua, y lo mismo sobre los demás temas. Hay una muestra muy clara de cómo la UNAM se está ocupando de lo que, a nivel nacional e internacional, se consideran los problemas más impactantes de la sociedad contemporánea”.

Una vez más, asoma su esencia: el motor de las grandes pasiones universitarias es contribuir a la solución de problemas. Ha sido palpable en el Sismológico, en la Biblioteca Nacional, en el Observatorio Astronómico, en el Jardín Botánico y en todos los espacios abrigados por la UNAM para el país.

“Ofrecer respuestas a los grandes dilemas nacionales y generar conocimiento”, dice Imanol, ya en la despedida.

“Y algo muy importante -añade-: preservar y difundir la historia y cultura mexicanas, que ha sido despreciable en los últimos gobiernos. No han querido financiar proyectos culturales, de literatura o historia. Lo que no sirve para producir, les ha parecido inservible. Por eso es paradójico que hoy el Conacyt vaya en el mismo sentido. ¿Dónde queda nuestra identidad y nuestra cultura? La UNAM será siempre una defensora de eso”…