A lo largo de los 1.2 kilómetros de largo de la bonaerense avenida de Mayo, que une el Congreso argentino y la Casa Rosada, sede presidencial, decenas de miles de mujeres argentinas marcharon ayer por la tarde para reclamar igualdad de derechos con los hombres, libertad para decidir sobre su cuerpo y contra la violencia machista.

La pancartas feministas, como “América Latina va a ser toda feminista”, “Basta de violencia machista” o “Libres e iguales” quedaron algo arrinconadas por una mayoría de pancartas que hacían referencia al aborto, la gran batalla del feminismo argentino, y que llevó ayer a que el morado típico del 8 de marzo compartiera protagonismo con el verde, símbolo de la lucha por el derecho a un aborto legal, libre, seguro y gratuito.

“Es mi cuerpo, yo decido”, rezaba una pancarta. “Aborto legal en el hospital”, resumía otra. “Niñas, no madres”, exigía otra, en referencia a las jóvenes violadas obligadas a parir.

Mujeres de todas las edades, desde niñas hasta ancianas con bastón, desfilaron por la avenida, en un país sacudido por las cifras de feminicidios: En 2018, una mujer fue asesinada en Argentina cada 30 horas.

Es más, en este inicio de 2019, dos niñas de 11 y 12 años fueron obligadas a parir en hospitales del norte del país pese a que quedaron embarazadas porque las violaron. Los bebés murieron, y ellas quedaron con secuelas irreparables. Y esto, pese a que su situación está en teoría amparada por los poquísimos supuestos que permiten abortar en Argentina.