Opinión

El comisionado de la NFL “tiende su Cama” frente a las elecciones en EU

El comisionado de la NFL “tiende su Cama” frente a las elecciones en EU

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Hace exactamente una semana el comisionado de la NFL, Roger Goodell, dio la nota al aceptar públicamente que tanto la Liga como él se habían equivocado al no haber atendido, escuchado, entendido y comprendido las protestas y reclamos de la comunidad de color tanto entre jugadores como en la sociedad, específicamente el caso de Colin Kaepernick, quien inició con el gesto de arrodillarse durante la entonación del Himno Nacional de Estados Unidos al inicio de cada encuentro.

De aquello han pasado ya cuatro años, exactamente en agosto de 2016, y dadas las enormes presiones sociales a las que se ha visto sujeta aquella nación, era de esperarse reacciones de arrepentimiento o condescendencia por parte de la comunidad en general hacia el movimiento contra la injusticia social en cuanto a razas y sobre todo contra la población de color.

Sin embargo, lo que llamó mi atención es que tras las declaraciones de Goodell, nadie, absolutamente nadie, ha emitido un juicio respecto a tales palabras del todo poderoso señor Goodell y lo que sin duda implican. ¿O es que acaso nadie quiere tocar el tema o no se han percatado del trasfondo político del mensaje del comisionado ante la cercanía de la elecciones presidenciales en EU y la tendencia que parecen seguir a dos meses de los comicios?

Para decirlo en pocas palabras, Goodell ya tendió su cama para caer en blandito en caso de que sea el partido Demócrata el ganador de la elección con Joe Biden a la cabeza, secundado por la ex fiscal Kamala Harris, por cierto afroamericana, como vicepresidenta de la nación.

Goodell, nada tonto, sabe lo que podría suceder de no aceptar su error de haber ignorado las protestas de la comunidad de color. Digamos que está a tiempo de mostrar su arrepentimiento antes de que, como todo parece indicar, caiga el oscuro y racista “reino de Donald Trump”.

IMPOSIBLE OCULTARLO CON UN DEDO

Para nadie es un secreto que la Liga, por más apertura e inclusión que haya permitido en las últimas décadas, es una organización con tintes discriminatorios, porque una cosa es que la mayoría de sus jugadores sean de raza negra y otra muy diferente que los puestos de poder se mantengan en manos de los blancos.

Y es que de los siete comisionados que ha tenido la Liga desde 1920 a la fecha, todos han sido de raza caucasica. Quizá Jim Thorpe, su primer comisionado y que sólo duró un año en el cargo, es la excepción al haber sido de raíces de nativos norteamericanos. Pero por lógica podemos intuir que dicho nombramiento se debió más a una cuestión de imagen al poner a un símbolo deportivo de los años 20 al frente de la naciente liga que por otros motivos. Es decir, ganar credibilidad.

De ahí en adelante sólo hombres blancos: Joe Carr (1921-39), Elmer Layden (1941-46), Bert Bell (1946-59), Pete Rozelle (1960-89), Paul Tagliabue (1989-2006) y Roger Goodell (2006-vigente).

Dada la mano dura de la ex fiscal Kamala Harris y la demanda social de una igualdad de razas en todos los niveles no sería raro que el dedo de la justicia señalara a la cabeza de la NFL dados sus antecedentes.

EN LA MIRA DE LA DEMANDA SOCIAL

Para prueba basta recordar la controvertida extensión de contrato que se le dio al comisionado Goodell en 2017 y que provocó algunas divisiones entre dueños de la Liga. Un salario superior a los 50 millones de dólares anuales, uso de un jet privado de por vida y seguro médico vitalicio para él y su toda su familia. Cabe señalar que los contratos para los comisionados son como un cargo al estilo del Papa en el Vaticano (hasta que decida retirarse).

Lo anterior bien podría ser una buena razón para analizar a una Liga que no permite hombres de color en puestos importantes, que nunca ha sido dirigida por gente de raza negra y que aún ahora existe un acuerdo no escrito, no hablado pero si implícito de que los grandes puestos sólo son para los blancos.

En realidad no es gratuito que jamás haya existido y aún ahora menos, un dueño negro entre los 32 propietarios de equipos en la NFL.

Asimismo, que el hombre que la dirige ostente un privilegio salarial y de poder de magnitudes asombrosas, por no decir, groseras e insultantes. Un ejemplo es que algunas de las sanciones impuestas por Goodell han estado por encima de la misma Ley de los EU en casos como el de Emitt Smith cuando la misma corte lo absolvió por supuesta violencia domestica contra su novia, o al mismo Tom Brady por los balones con menor presión de aire (que no es lo mismo que desinflados). En ambas situaciones Goodell dictó sus sentencia, inapelable, y no hubo poder legal para echarla hacia atrás.

Tras lo anterior, la pregunta es ¿Una vicepresidenta como Kamala Harris pondría un asunto así entre sus tareas a evaluar? Quizá sí. Por tal motivo, no fue de extrañar que Goodell saliera más arrepentido que nunca a señalar que la NFL cometió un error al ignorar a Kaepernick y su protesta social. Incluso, no tuvo más remedio que exhortar a los dueños de equipos a contratar al ex mariscal de campo.

A LA FUERZA

Como señalamos anteriormente, es muy difícil aceptarlo como aficionado, pero no como crítico del deporte que tanto nos apasiona, de que la NFL mantiene ese tinte racista y que sin buscar tanto podemos comprobarlo en que no hay dueños de color, poquísimos gerentes generales (cargo por debajo del dueño) de color, y apenas cuatro entrenadores en jefe de color de los 32 coaches existentes (Brian Flores, Miami; Mike Tomlin, Pittsburgh; Anthony Lynn, LA Chargers y Ron Rivera, Washington).

De hecho es una vergüenza que se haya tenido que instituir una ley para obligar a los dueños de equipos a entrevistar a candidatos de las minorías para el puesto de coach general cuando buscarán un entrenador en jefe. En 2003 se instituyó la llamada Ley Rooney, en honor a Dan Rooney, hijo de Art Rooney, primer propietario de los Acereros de Pittsburgh. Dan sugirió que debía haber una oportunidad para los coaches de color, y predicó con el ejemplo al contratar en su momento de Mike Tomlin. De no existir tal regla, seguramente no habría entrenadores en jefe negros en la NFL.

LOS TESTIGOS EN EL TIEMPO

Quizá esos son los hechos más evidentes, pero qué hay de otros que no son tan conocidos o no tienen los reflectores del crédito ganado en el campo o borrados por el tiempo.

Un caso, el del coach Tom Flores, de ascendencia mexicana, que a pesar de haber ganado dos Super Bowl con los Raiders en los 80 y hacer un trabajo destacado durante su trayectoria también con Seattle, a la fecha no ha sido inducido al Salón de la Fama.

Otros, y de la penosísima etapa racista a todas luces sin tapujos en la Liga fue el caso de Ernie Davis, el fabuloso corredor negro de Syracuse y primer jugador de color en ganar el codiciado Trofeo Heisman del futbol colegial en 1961.

George Preston Marshall, dueño de los Pieles Rojas de Washington y simpatizante confeso del racismo, reclutó a Davis en 1962. Davis se negó a firmar con el equipo y Preston por su parte lo negoció con Art Modell, dueño de los Browns de Cleveland, diciéndole que en realidad no permitiría que un negro engrosara sus filas. Al final, el cambio fue por otro jugador de color, Bobby Mitchell, un sensacional receptor y corredor del que irónicamente Preston Marshall se hizo seguidor por su estilo de juego.

Años más tarde, iniciaría la disyuntiva entre dar o no una oportunidad a los mariscales de color. En 1968 llegó a la Liga un tal Marlin Briscoe a Denver, temporada en que lanzó 11 touchdowns en apenas 14 juegos. Sin embargo eso no significó nada para el coach Lou Saban (padre del ahora exitoso entrenador colegial Nick Saban), quien decidió cambiarlo de pasador a receptor, donde por cierto Briscoe fue muy exitoso.

En 1974 apareció James Harris, otro mariscal negro con estatus de verdadero titular con los Carneros. En dos años ganó 20 de 24 juegos como abridor, pero nada de eso le valió y su lugar fue ocupado por un talentoso pasador de nombre Pat Haden por decisión del entrenador Chuck Knox.

Ante todo lo descrito, no cabe duda que la NFL podría estar bajo la lupa de este movimiento social tal y como ha sucedido con el caso del equipo de Washington que ha dejado el mote de Pieles Rojas por presiones sociales, económicas y políticas.

Goodell está al tanto de todo eso y más, y ante el cambio social que parece inminente en EU, sabe que más vale ofrecer una disculpa y esperar que pase la tormenta que afianzarse en su trono y mantener una necedad que por más que le busquen se tambalea sin apoyos para sostenerla.