Opinión

Los desafíos de la agenda 2030 en educación

Los desafíos de la agenda 2030 en educación

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Durante este año hemos analizado, desde diferentes puntos de vista, a la educación. Por ejemplo: a distancia, cooperativa, emocional, de salud pública, financiera para la prevención y la resiliencia, para evitar la violencia de género y también para la paz, entre otros más que se publicaron. Ahora el llamado es para afrontar el desafío que implica la cuenta regresiva de la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la cual es un plan de acción que se hace del compromiso de los Estados miembros de las Naciones Unidas, con el objetivo principal de velar por la protección de las personas, del planeta y la prosperidad.

En esa determinación se tienen grandes objetivos como: fin de la pobreza; hambre cero; salud y bienestar; educación de calidad; igualdad de género; agua limpia y saneamiento; energía asequible no contaminante; trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; resolución de desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; protección y consumo responsable; acción por el clima; vida submarina; vida de ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas y, alianzas para lograr los objetivos.

Como se puede ver, en los principios de la Agenda 2030 el tema educativo ocupa el cuarto lugar, después de la pobreza, el hambre en el mundo y la salud.

El desarrollo de la educación de calidad exige una profunda revisión de la participación de los sectores gubernamental, civil y académico, con el objetivo de cuantificar y establecer mecanismos comunes que reflejen los avances en la implementación de las políticas públicas educativas, considerando los retos pertinentes.

Esto en el marco de las primeras siete metas específicas que se proponen para el 2030: alcanzar la universalización de la educación primaria y secundaria; brindar acceso y servicios de calidad en la atención de desarrollo para la primera infancia de preescolar; asegurar el acceso —en la igualdad de condición— para los tipos de educación técnica, medio superior y superior; aumentar las competencias para los jóvenes —y también para adultos— con fines laborales o de emprendimiento; eliminar las disparidades de género y promover igualdad y equidad en la educación obligatoria; mejorar los indicadores de alfabetización y las competencias académicas básicas; promover una educación sostenible en todos los niveles educativos.

En la actual administración del presidente Andrés Manuel López Obrador se planteó la defensa de la gratuidad desde los niveles básico, medio superior y se incluyó la educación superior, con ello se pretende evitar la exclusión de cientos de miles de jóvenes de las universidades e impedir que sean incorporados a la delincuencia y en conductas antisociales.

También se avanza en la dignificación de los centros escolares como resultado del acuerdo del Ejecutivo Federal, el Congreso de la Unión y, por supuesto, el magisterio nacional —mismo que no se dio de manera fácil, fue mediante un diálogo intenso—, reflexión de ambos grupos que llevó a la aprobación de un marco legal para la educación. Con el programa La Escuela es Nuestra se mejora la infraestructura ya que los recursos económicos para la construcción, reparación de aulas y mantenimiento de las escuelas públicas, llegan de manera directa de la Tesorería de la Federación a la escuela mismos que son administrados por el Comité Escolar de Administración Participativa, el cual está integrado por alumnos, maestros, padres y madres de familia.

Cabe señalar que este programa contempla, en una primera etapa, atender a 103 mil escuelas, lo que representa el 65 por ciento de las 173 mil existentes; de estos planteles escolares, 33 mil están en comunidades indígenas y los otros 70 mil se encuentran en zonas marginadas del campo e incluso la ciudad. También se incluyen a escuelas con la modalidad de multigrado que, como se sabe, tienen uno o dos maestros que atienden de cinco a cien niños que cursan del primero a sexto año de primaria, con montos que van de 50,000 a $500,000 dependiendo el número de alumnos.

Para el caso de los estudiantes que aspiran a una Educación Superior, operan ya las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García, con las que se dio preferencia a zonas de alta densidad; por ejemplo: Oaxaca cuenta con once planteles; Ciudad de México tiene diez planteles; Veracruz ocho, Chiapas y Michoacán tienen cinco planteles cada uno. Estos se dieron en lugares donde hay oferta nula de estudios universitarios con un alto grado de rezago social, marginación y violencia. En conjunto estas universidades ofertan 39,600 plazas para estudiantes mismos que son acreedores a una beca de 2,400 pesos mensuales.

Así es como se plantea una cultura para la paz y el bienestar, también con esta política —donde se prioriza las necesidades de los sectores más marginados e indefensos—, se impulsa una vigorosa acción transformadora en las zonas más pobres del país al recuperar sus raíces en la música, en las artes plásticas, las letras y las artes escénicas.

En fin, se va avanzando, pero aún hay mucho que recorrer en el tema de la educación que concatena a varios de los principios de la agenda 2030; los retos para el año que entra serán, sin duda, la plataforma para llegar con puntos por encima de otros países que integran el organismo. La tarea es inaplazable, el compromiso es permanente, los resultados aportarán al bienestar de cada persona en un mundo mejor.

Twitter: @UlisesLaraCDMX