
Cuando a Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, le tocó presentar las publicaciones recientes de la Biblioteca José Emilio Pacheco, junto con Rosa Beltrán, le vino a la mente contar aquella vez que al escritor mexicano se le cayeron los pantalones en público.
“Una cosa que vivimos fue la entrega del Premio Cervantes, era una cosa maravillosa: estamos en la puerta de la Universidad, no se había puesto los tirantes del pantalón, estamos esperando al rey, llega el rey, se le caen los pantalones y se queda calzoncillos”, relató entre risas, para los asistentes que deseaban conocer la dimensión cotidiana de José Emilio Pacheco (J.E.P).
“Antes de subírselo, Cristina (su esposa) estaba ‘ay, ésta va a ser la noticia, va a ser la noticia, súbete el pantalón!’”, continuó.
Ante la audiencia que acudió a la presentación, en la que también se encontraban Laura Emilia Pacheco y otros personajes, como Benito Taibo, Luis García Montero compartió recuerdos cariñosos sobre el escritor de la generación del medio siglo, a quien consideró una persona bienhumorada y proveedor de momentos divertidos.
Por su parte, la escritora Rosa Beltrán, quien también convivió con J.E.P recordó que él mismo contaba esa anécdota de los calzones y decía “es que nunca había estado delante de un rey”.
Durante su intervención, Luis García Montero expresó que el mundo de José Emilio está caracterizado por la duda como necesidad humana.
Asimismo, le parece que la escritura de José Emilio Pacheco es una manera de valorar la importancia de la forma, sin renunciar al sentido que hay debajo. Además, su poesía ha servido como un esfuerzo de conocimiento “que me aleja de cualquier tipo de populismo fácil”, manifestó.
LA BIBLIO
Como parte del programa de la 38° Feria Internacional del Libro de Guadalajara
algunos de los emblemáticos títulos que se han publicado al momento son: “El viento distante”, “La sangre de medusa”, “Morirás lejos”, “El principio del placer y otros cuentos” y “Las batallas en el desierto”, en narrativa; y en poesía “Elementos de la noche”, “Islas a la deriva”, “Desde entonces”, “Irás y no volverás”, “No me preguntes cómo pasa el tiempo” y “El reposo del fuego”, según indicó Rosa Beltrán.
Próximamente, seguirán editándose títulos que conforman la colección.
“Un escritor/a es también los lugares donde publica”, consideró la escritora y catedrática.
En ese sentido, Rosa Beltrán parafraseó a Villoro, apuntando que J.E.P publicó en el periódico en una época en la que se podía hacer cultura desde la noticia y donde la cultura era noticia.
“Quiero rescatar esto porque ya no se hace. Esto no sucede”, denunció en el marco de la ocasión.
Respecto del personaje, Rosa Beltrán coincidió en el humor como característica fundamental y subrayó su capacidad para desaparecer como figura en el relato y dejar que el héroe tuviera su momento.
Editorialmente eso se vio reflejado en las múltiples reediciones que hizo de cada obra, actualmente famoso por no publicar exactamente el mismo texto dos veces y por volver y volver a las correcciones y mejoras, excepto una: el poema Alta traición.
“Él tiraba todos los papeles que tenía, para no tener más, y no conservaba originales o por lo menos eso decía. Tenía, sin embargo, un cuaderno en el que estaban muchos poemas, aparecidos en 1966”, explicó sobre la proveniencia material del famoso texto antipatriota.
De algunos de esos poemas existen hasta 10 versiones, ya que “José Emilio tenía la obsesión de corregir muchas veces, aún libros ya publicados, para su revisión. En cambio, Alta traición aparece en las hojas amarillentas sin tachaduras, ni enmendaduras”.
“Después, varios de sus amigos escritores quisieron hacer correcciones, como Hugo Hiriart, que hablaba de ‘gente’ como un colectivo genérico singular, pero José Emilio le refutó”, agregó Rosa Beltrán.
La anécdota resume una personalidad que, aunque creía en el espíritu crítico de sus amigos, cuando estaba seguro de algo, lo defendía a capa y espada.
Otra de sus características, tanto como escritor como persona, era su catastrofismo, una especie de pesimismo capaz de convertir en tragedia cualquier situación cotidiana.
“Siempre estaba viendo algo que se iba y no iba a volver, pero nunca era nostalgia romantizada en la que el pasado fuera mejor. Nada nunca fue mejor, pero a la vez es lo que uno ama entrañablemente, por eso es tan intenso y complejo a pesar de su aparente sencillez”.
Para ella, ese inventario es de sus orgullos editoriales. También destacó que el próximo año se cumplirán 10 años de la Cátedra José Emilio Pacheco, en la UNAM.