
Ernest Saemisch (1902-84) fue un corresponsal, productor de teatro, escritor y pintor alemán quien es revisado por el cineasta Eugenio Caballero en la exposición más extensa efectuada en México con 220 obras y museografía de su hijo, Canek Saemisch. Ernst se estableció en nuestro país en 1964 a raíz de casarse con la mexicana Gertrudis Zenses.
Saemisch pintó mayormente sobre papel con acuarela, tinta o pastel, ya que le interesaba la inmediatez definitiva y sin posibilidad de error del trazo con estos materiales, conectando improvisación en la representación con la indomable fuerza de naturaleza y tierra. En sus inicios representó seres humanos y bordeó o incluso llegó a la plena abstracción y su contrapunto con la geometría. En Saemisch podemos ver al Expresionismo Alemán, e incluso en sus rostros de Nazis hay correspondencias con Francis Bacon; en su serie de los 50’s, Mujer Portuguesa, a raíz de una tragedia marítima, una mujer dolida al fusionar su mano y rostro anticipa a la tensión pintura-representación de Luc Tuymans; y en su gestó pictórico y paisajes, Ernst conjuga Expresionismo Abstracto y Expresionismo Alemán. Además del elemento oriental, en sus tintas chinas de Árboles Danzantes con Coches, ¿Ernst intuye la rudeza gráfica de Raymond Pettibon?.
Formado en la europa de la Bauhaus, Saemisch nunca fue un pintor innovador y resultó un artista moderno tardío, y aun cuando valoró al arte prehispánico, a Rufino Tamayo y José Clemente Orozco ó abordó al mito de la serpiente y el hombre, Saemisch siempre fue un artista alemán que no logró “mexicanizarse” a diferencia de Mariana Yampolsky, Elizabeth Catlett, Carlos Mérida o Waldemar Sjölander. Así como Hans Hofmann influyó en La Escuela de Nueva York, ¿Qué hubiera pasado si gracias a la impecable ética y gran calidad pictórica de Saemisch, este pintor se hubiera convertido en influyente maestro y mentor de la fallida Generación de la Ruptura en México?
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