Como toda ciudad capital, la CDMX erigió cientos de monumentos en su enorme traza. Evocando mitos fundacionales, valerosos episodios de defensa a su sagrado suelo, y apologías para sus hijas e hijos ilustres, los monumentos de la Ciudad de México muestran al mundo aquello de lo que la nación mexicana se siente orgullosa.
La sociedad civil, por otro lado, está aquí para rescatar aquello que subyace a la opacidad y a los silencios.
Antimonumentos
Han brotado sobre la ciudad como escandalosos contrapuntos que recuerdan al Estado los temas pendientes; grosso modo: guardar y hacer guardar la ley.
49 ABC
El 5 de junio de 2009, en Hermosillo, la Guardería ABC fue consumida por un incendio que se originó en una bodega adyacente, propiedad del Gobierno de Sonora. De entre cinco meses y seis años de edad, 49 niños fallecieron a causa del fuego y por asfixia, mientras que otros 106 pequeños resultaron heridos, 80 de los cuales habrán de lidiar de por vida con sus lesiones.

Peritajes e investigaciones posteriores revelaron que, ni la bodega, ni la guardería, contaban con detectores de humo, extintores ni salidas de emergencia adecuadas.
La negligencia de las autoridades del Estado de Sonora, y de los administradores de la guardería, así como el pusilánime involucramiento del orden federal en el asunto, han retardado la impartición de justicia en torno a esta tragedia por más de una década.
En 2017, las familias de los niños acaecidos en la guardería colocaron un antimonumento frente a las oficinas del IMSS, organismo que pagaba por subrogación a la guardería.
Migrar es un derecho
El 22 de agosto de 2020 colectivos y organizaciones defensoras de los migrantes colocaron un antimonumento frente a la embajada de los EEUU. Se trata de una pieza que hace referencia a una serie de eventos ocurridos entre el 22 y el 23 de agosto de 2010 en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas.

Durante tales días 77 migrantes, hombres y mujeres, provenientes de Centro y Sudamérica, fueron interceptados por un grupo armado que los retuvo con intenciones de exigir un pago por su liberación. Ante el fracaso de la operación, 72 de los migrantes fueron ejecutados, 2 sobrevivieron y 3 permanecen desaparecidos hasta el día de hoy.
El antimonumento que se alzó a la memoria de este grupo de migrantes esgrime sobre su base consignas por el derecho que tenemos todos a migrar. Es un llamamiento a denotar la responsabilidad que recae sobre el Estado como garante de la seguridad de todas aquellas personas que transitan, de la manera que sea, a lo largo de su territorio.
La justicia no tiene fronteras y la dignidad no posee nacionalidad.
Desastre anticipado
En febrero de 2006 una explosión por acumulación de gas metano, provocó el derrumbe de varios túneles en una mina de carbón llamada Pasta de Conchos, en Nueva Rosita, Coahuila. La explosión sepultó a 65 mineros que laboraban al interior de la mina.
De los 65 trabajadores que quedaron atrapados en la oscuridad de la mina, se ha logrado extraer los restos de 13 de ellos, de los cuales cinco han sido identificados y devueltos a sus familiares, pero aún restan 50 mineros por ser exhumados.

Las pesquisas que siguieron a la tragedia revelaron que Grupo México, empresa operaria de la mina, había recibido alertas sobre la existencia de concentraciones peligrosas de metano al interior de sus túneles, esto, semanas antes de la explosión.
El digno hito que se postra hoy frente a la Bolsa Mexicana de Valores, acusa de negligencia a esta compañía y señala, desde 2018, la grave impunidad que mantiene indemnes a los culpables de este desastre.
Ocupar y reivindicar
El 25 de septiembre de 2021 un grupo de defensoras de los derechos humanos y familiares de víctimas de feminicidio, así como mujeres sobrevivientes de muchas otras violencias, ocuparon la entonces Glorieta de Colón. De ser un símbolo apologético del colonialismo, la glorieta se convirtió en un tótem de la resistencia para todas las mujeres que luchan y que buscan reivindicar cada una de esas gestas.

Una noche en Iguala
De entre los cientos de casos de desaparición forzada que pesan sobre la conciencia de las autoridades mexicanas, el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa supura aún en carne viva, a medida que graves detalles siguen aflorando.

Este antimonumento evoca lo ocurrido en Iguala, Guerrero, la noche del 26 de septiembre de 2014. Durante esa noche, una serie de eventos, en los que se presume la colusión entre autoridades locales y federales con grupos de la delincuencia organizada, culminaron en la detención y desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa “Isidro Burgos”.
La pieza que vemos hoy fue colocada en abril de 2015 y, entre flores y filacterias, califica de espuria la “verdad histórica” que las autoridades mexicanas relataron en torno al caso.
David y Miguel
Se trata de dos jóvenes que fueron secuestrados el 5 de enero de 2012 sobre la carretera con rumbo a Ixtapa Zihuatanejo, Guerrero. Pese a que sus familias pagaron lo demandado por los secuestradores para concertar su liberación, David y Miguel nunca fueron devueltos.

Los familiares de ambos jóvenes, de 19 y 20 años de edad al momento de ser plagiados, argumentan que, desde que fueron detenidos, se obtuvieron datos de capital importancia para su rescate y la detención de los implicados.
Pese a la información suministrada, las autoridades correspondientes no llevaron a cabo ningún operativo, dejando el caso estancado.
El antimonumento de David y Miguel fue colocado en enero de 2018.
Jueves de corpus

El día de Corpus Christi de 1971, es decir, un 10 de junio, sobre el cruce de la calzada México-Tacuba y la avenida de los maestros, Los Halcones, un grupo paramilitar, atacó una manifestación en oposición al entonces gobierno de Luis Echeverría Álvarez.
De forma no oficial, se le atribuye a Los Halcones, y a los servidores públicos que les apoyaron, haber causado la muerte de más de doscientas personas ese día.
Hoy, ninguno de los actores sobre los que pesan sospechas y acusaciones, ha sido juzgado, y menos condenado, por algún motivo relacionado con este hecho.
El evento que evoca este antimonumento, desde 2021, se conoce como El Halconazo.
Antimonumenta
En el calor de la protesta por el día Internacional de la Mujer de marzo de 2019, las mutiladas familias de varias víctimas de feminicidio colocaron la “antimonumenta” frente al Palacio de Bellas Artes.

La antimonumenta se halla allí para recordarnos que sigue sin haber justicia para cientos de mujeres que han sido víctimas mortales de una sociedad machista y patriarcal.
Agua sí, termo no
El busto de Samir Flores pretende recordar al Estado, y a la población civil, que en nuestro país, los defensores de los derechos humanos y de los bienes comunes naturales, viven bajo una suerte de espada de Damocles.
Samir fue asesinado el 20 de febrero de 2019 tras oponerse, en calidad de defensor del territorio y comunicador indígena, a la instalación de una termoeléctrica en Huexca, Morelos.

Desde el 21 de febrero de 2020, la impasible figura de Samir Flores exige justicia para él y la cancelación del Proyecto Integral Morelos, el plan que propuso establecer la termoeléctrica.
1968
Frente a dos de los símbolos más poderosos de la ciudad, este hito exige no olvidar a los estudiantes de 1968, particularmente a aquellos que protagonizaron los eventos del 2 de octubre, en Tlatelolco. El antimonumento fue colocado en el marco del 50 aniversario de la masacre de Tlatelolco, en 2018.

Sobre la base del macizo, el Estado y el ejército son señalados como los autores materiales e intelectuales de la hecatombe en la Plaza de las Tres Culturas.
El 2 de octubre cosechó entre 300 y 400 muertos y más de mil heridos entre estudiantes, activistas, periodistas y civiles en general.
Y por los miles más
Los antimonumentos ejercen una narrativa alterna los orgullos patrioteros, señalan los fracasos institucionales y los sentires de la sociedad civil con respecto a los cierres que jamás se consumaron. Cada uno de estos punteros es una invitación a la reflexión profunda en informada, no se trata de anclas dolientes que pretendan debilitar la energía moral de la ciudad y sus habitantes, no es su labor proyectar rabia o despertar ánimos agónicos con cada asomo, son en cambio pilares, cimientos sobre los cuales plantear futuros que honren las pérdidas y hagan justicia, recordatorios de tiempos sombríos que urgen a los mexicanos a despertar y construirse en la paz y el bien común, a enseñar y desarrollar conciencias empáticas y móviles.