Cultura

La bibliosmia de un acervo, casi millonario, ha sustituido el aroma a pólvora que acompañó la historia de La Ciudadela por casi 200 años

La Ciudadela: Fortín de las letras

Flanqueada por dos bellos y vivos parques, y a espaldas la de la broncera estatua de José María Morelos, La Ciudadela custodia hoy día la Biblioteca de México “José Vasconcelos”.

Fondo Alí Chumancero (Iván Guevara Ramírez/Iván Guevara Ramírez)

Neoclasicismo

La Ciudadela (Iván Guevara Ramírez/Iván Guevara Ramírez)

A simple vista, La Ciudadela es un edificio de poca altura e insospechadas dimensiones, sus graves muros apenas son visibles entre los álamos, liquidámbares y truenos que ornamentan los jardines que le rodean. Sin embargo, este lugar ocupa un puesto de honor entre los cientos de edificios coloniales que reposan en nuestra capital.

La Ciudadela fue uno de los primeros edificios de cara neoclásica en alzarse sobre la Gran Ciudad de México. Este y otros edificios, como el Palacio de Minería, son testigos del momento en que el Siglo de las Luces, es decir, aquel periodo que conocemos como la Ilustración, alcanzó a la ciudad mexicana, por aquel entonces una de las capitales del dilatado imperio español.

Fondo México (Iván Guevara Ramírez/Iván Guevara Ramírez)

Casi todo el neoclasicismo que podemos ver hoy en la ciudad, particularmente en el Centro Histórico, es fruto de los Borbones de España y de su vasto cuerpo de reformas.

Durante treinta años (1780-1810) estos déspotas ilustrados anegaron la ciudad con una serie de reformas intervencionistas del espacio urbano que tenían por objetivo modernizar y embellecer la capital.

Poco a poco, la sobriedad neoclásica sustituyó al recargado y enfebrecido delirio barroco y la razón instrumental, utilitaria y pragmática se apoderó de la arquitectura colonial.

Morelos en la Ciudadela (Iván Guevara Ramírez/Iván Guevara Ramírez)

La Ciudadela es fruto directo de la Ilustración y de todas aquellas reformas que le acompañaron.

Real Fábrica de Puros y Cigarros

Desarrollar la industria y racionalizar la producción fue una de las máximas de la Ilustración borbona; así, la Corona ordenó al virrey Revillagigedo dotar a la ciudad de su propia fábrica de tabacos.

Por encargo del virrey, un ingeniero militar, experto cartógrafo y dibujante llamado Miguel Constanzó, sería el encargado de proyectar la nueva fábrica, es decir, el edificio que hoy llamamos La Ciudadela.

Primer patio interior (Iván Guevara Ramírez/Iván Guevara Ramírez)

La Ciudadela se construyó entre 1793 y 1807, contemplando el espacio que ocuparían siete mil trabajadores e inspirándose en su homóloga sevillana, en la metrópoli.

Para la industria de la época La Ciudadela fue un verdadero hito pues, por primera vez, un espacio fabril de estas dimensiones daba prioridad a la producción sobre el lujo, la presentación y la administración.

Ciudadela

Las empresas borbonas, y el destino que éstas habían conjurado para La Ciudadela, fueron cortadas de tajo apenas tres años después de fundada la fábrica de tabacos. La guerra de independencia estalló en los dominios de la Nueva España y fue durante este capítulo que el edificio en cuestión se ganó su actual nombre, a fuerza de escaramuzas.

En la jerga militar, se nombra ciudadela a una pequeña fortaleza ubicada al interior de una ciudad; durante la contienda por la independencia, La Ciudadela actuó justo de tal forma para las tropas realistas.

Patio de maniobras (Iván Guevara Ramírez/Iván Guevara Ramírez)

El virrey Félix María Calleja convirtió el edificio en un polvorín y búnker de artillería, mitad fortaleza mitad prisión en la que, en 1815, sería encarcelado Morelos como preludio a su ejecución en Ecatepec.

Gustavo y Bassó

Durante los gobiernos posindependentistas, la ahora sí oficialmente llamada Ciudadela, continuó sirviendo como cuartel y depósito de armamento hasta que la revolución le estampara en pólvora una vez más.

En febrero de 1913 ocurrió, en las calles del Centro Histórico, un Golpe de Estado en contra de Francisco I. Madero y su vicepresidente José María Pino Suárez; el episodio se nombraría la Decena Trágica.

El autor material del golpe fue un militar llamado Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz. Victoriano Huerta, uno de los generales del recién electo Madero, organizó la conspiración.

Durante los combates, Díaz hizo de La Ciudadela su cuartel y Madero instó a Huerta a que le sitiara y consiguiera su rendición, esto, sin saber de la complicidad entre ambos.

La confusión de aquellos días, tanto fuera como dentro de La Ciudadela, terminó por cobrarse la vida de Gustavo A. Madero, hermano del presidente, y del intendente del Palacio Nacional, Adolfo Bassó.

Gustavo y Bassó habían sido aprehendidos por los golpistas apenas comenzó el episodio.

Fondo Carlos Monsiváis (Iván Guevara Ramírez/Iván Guevara Ramírez)

Se dice que Bassó fue acribillado al interior del edificio, mientras que Gustavo fue brutalmente martirizado y fusilado en el patio, justo al norte de La Ciudadela, donde ya se hallaba la estatua de Morelos, plantada apenas un año antes.

Biblioteca de México

Tras las tribulaciones de la revolución, La Ciudadela pasó por un periodo de desuso y relativo abandono hasta que, en la década de los cuarenta, el gobierno de Manuel Ávila Camacho decidió convertir el sitio en la Biblioteca de México.

La Ciudadela dejó atrás su pasado de sangre y fuego para llenarse de letras.

Ávila Camacho y Jaime Torres Bodet, entonces secretario de Educación Pública, inauguraron la nueva biblioteca en noviembre de 1946.

Fondo México (Iván Guevara Ramírez/Iván Guevara Ramírez)

José Vasconcelos ocupó la dirección de la biblioteca hasta su muerte en 1959 y, desde el año 2000, su nombre se agregó al de la Biblioteca de México.

Hoy

En La Ciudadela habitan casi un millón de unidades de información bibliográfica, entre libros, revistas y periódicos. En alguna de sus enormes salas de lectura, el usuario puede consultar libros de toda materia y disciplina: filosofía, teología, ciencias duras, ciencias sociales, bellas artes, deporte, geografía e historia, entre muchas otras obras.

Un Fondo Reservado y las bibliotecas personales de José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime G. Terrés, Alí Chumacero y Carlos Monsiváis, también están abiertas a tu curiosidad.

Fondo Alí Chumancero (Iván Guevara Ramí/Iván Guevara Ramírez)

Acá también encontrarás el Fondo México, una biblioteca que reúne más de 32 mil unidades de información dedicadas solo a la nación mexicana y a su cultura.

En el patio central, nombrado en honor a Octavio Paz, se proyectan ciclos de cine de los que conviene estar al pendiente en el sitio web.

Luego de pasarte la tarde leyendo bajo vigas de roble y entre frescos jardines interiores, la Librería Alejandro Rossi, del FCE, podría ser la última parada antes de dejar La Ciudadela.

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