
Rey Andújar transita por un tiempo post tómico con su novela “El germen de lo fatal”, para enlazar los caminos de México, EU y República Dominicana, en un tiempo donde la mentira es el elemento sustancial para dominar el mundo.
Y es ahí donde desgrana con humor, con un desparpajo de punk caribeño esa terrible realidad: el mundo de mentiras que han creado las grandes corporaciones y sea sostenido por los políticos para describir una sociedades desencantadas e incrédulas.
Una novela cyberpunk cuyo derrotero transita por la tecnología y lo contestatario.
Si, me veo como un neuromancer y busco plantear cosas con las computadoras que son más biológicas que técnicas. Por otro lado, está ese sentimiento de la incredulidad a lo que está en el entorno.
Por ejemplo, cuando Trump pone aranceles y luego los frena un tribunal, es algo que ni entre esos güeyes se lo creen. Esto, la incredulidad o no sé si sea la falta de conciencia, generó que hoy ya no le creas a los políticos o a las cosas o a los hechos, porque parece ser que no hay un futuro.
Se trata entonces de lo que se llama la hipernormalización, que lo explica bien Adam Curtis en su documental, con el cual muestra un mundo de mentiras establecido por las grandes corporaciones y sostenido por los políticos. Es lo que llamamos la relación de promesas de políticos con la gente, un sistema de transacción.
Eso mismo es lo que vemos con los payasos en un show de reality TV, donde uno, del otro, no son diferentes, y pasa lo mismo con los deportes, con la farándula, las telenovelas y lo más lamentable: el periodismo se está situando cada vez más en puros gritos y mucha repetición, plagios e información falsa.
Si vemos lo que se transmite por la televisión, los locutores te dicen: las tiendas trabajan normal y hay abasto, pero en realidad las tiendas están vacías, sin nada que ofrecer.
Estamos viviendo, aparte de una época de mucha mentira y la gente está incrédula.
¿Esta mentira está dejando de forjar la confianza en el otro?
Como sabes que no tienen interés para ti, tú no quieres creerle, porque sabes que te están mintiendo y sabes que no son de confiar los políticos ni las grandes corporaciones. Han pulverizado ese botón de la confianza con las mentiras.
Lo diferente pasa en el arte, por ejemplo: en la novela, la poesía o las humanidades, que aunque estén tan golpeadas ahora, son los vehículos para crear vínculos de confianza, de esperanza, porque no se puede vivir sin esperanza.
Con esto y otras acciones, podamos construir maneras alternas, creando comunidades, publicando libros, haciendo sinfonías, proponiendo obras de teatro, porque son vehículos necesarios para poder mantener vivo ese músculo del vínculo, ese interés de querer confiar en el otro.
Al final del día, creo que aspiramos a lo bueno como humanos. Si el humano tiende a la muerte, dentro de esa tendencia a la muerte y al decaimiento, existe una pulsión de vida de ser mejor. Y claro está, cuando tú oyes un buen poema, cuando te seduce una buena pieza de danza, vuelves a creer en la humanidad.
Es lo que plantea Nuccio Ordine, en la utilidad de lo inútil, que son las artes, lo más importante en la vida. No te va a resolver tener pan, pero sí te va a resolver la satisfacción de sentir que estoy vivo y lo puedo hacer.
Esa es la diferencia. Tengo una novela que se llama así, “Los gestos inútiles”, y lo importante que son esos gestos inútiles.
La falta de apoyo a las artes no creo que sea por irrespeto hacia quienes gustan de las artes. El error aquí sería creer que los políticos, esos tecnócratas, esos presidentes, tienen algún tipo de irrespeto por el que se interese por las artes. No lo creo.
El problema es que dan a la cultura por hecha. En la política y la sociedad, esa gente que toma decisiones a nivel político para que puedan existir los ecosistemas de artes, ciencias y educación, lo da por hecho, que no requiere apoyo.
Porque oyen las canciones, saben que se publican libros, hay funciones de un ballet folclórico en la calle de vez en cuando por ahí o hay un grupo de niños tocando en un parque. Entonces dan la cultura por hecho. Pero el trabajo de los funcionarios, ya sea desde el Presidente, al Ministerio de Cultura, a la Unesco, lo que sea, es proporcionar políticas donde se crean esos ecosistemas.
No es montar conciertos. Es hacer, por ejemplo, los sistemas para que se programen recursos, espacios, tiempos y una orientación hacia dónde deseas para que luego puedas tener un Dudamel dirigiendo una sinfónica.
La realidad es que como no lo hacen, los ciudadanos crean el ecosistema para que eso pase, para que se den esas triangulaciones y esas relaciones. Porque vuelvo y te repito, ellos no lo saben. Ellos te lo pueden decir en la sobremesa, pero no lo saben de verdad.
¿Cómo comentarías tu novela a un lector, siendo tú lector?
Le diría que es una novela que hace unos juegos muy sutiles y además quiere demostrar al lector que con el caos que se está viviendo, de cómo nos hemos visto forzados a vivir un capitalismo salvaje, también existen un pedazo de un poema, un pedazo de una historia de amor que juega un poco con referencias a Sor Juana.
¿Pero también es un espacio divertido?
Un periodista me dijo que era el texto más cachondo que había leído en los últimos tiempos.
Al final, lo que quieres, es que te lean y aunque digo que no soy un escritor, entre comillas, famoso, pero tengo algo, que si me lees, es muy difícil que te pase desapercibido, o sea, creamos una relación .