
Como alférez del Renacimiento español en América, la Catedral Metropolitana de Guadalajara, cuyo nombre real es Basílica de la Asunción de María Santísima, se revela como añoso relicario de la ciudad y se coloca como el símbolo identitario más poderoso de la capital jaliciense.
Su historia, entintada desde del 14 de febrero de 1542, le mantiene no solo como el corazón confesional de la entidad y repositorio de la tradición arquitectónica renacentista de la metrópoli española, sino como eje de la ciudad misma, pues ésta creció entorno al recinto, lo que le convierte, presumiblemente, en el edificio más viejo del que se tenga registro en Guadalajara.
Renacimiento
La importancia de la Catedral no descansa únicamente en su longevidad, de cuatro siglos ya, sino en el despliegue de las múltiples virtudes arquitectónicas que exhibe. A cargo del alarife Martín Casillas, el edificio materializó una mezcla, única en el mundo, de elementos clásicos, barrocos y neoclásicos que conviven en perfecta estética con los elementos característicos del renacimiento español. Así, el recinto deleita al público con los hechizos del cinquacento italiano a la vez que evoca los recuerdos del califato de Córdoba y de Al Ándalus, en la Hispania musulmana, mediante el despliegue de los estilos mudéjar y morisco. Todo, coronado por dos torres de corte neogótico revestidas de azulejos amarillos y azules provenientes de Sayula, a 60 kilómetros al sur de Guadalajara.
La cantería, en la fachada, exhibe la típica usanza novohispana, es decir, la presencia de elementos ornamentales vernáculos como el tezontle rojizo y la cantera rosada y amarilla, pétreos retazos del subsuelo mexicano que refuerzan la identidad americana de la catedral.
Vientre Gótico

La Catedral se desdobla a partir de una nave central basilical de cuyo centro se desprenden tres naves más, dos de ellas rematadas por cúpulas y cupulinos. Al interior, el recinto se antoja gótico sí, pero anegado por la contradicción estilística que le insuflan cientos de miles de hebras de luz solar filtrada a través de grandes vitrales tintados provenientes de Francia y que evocan diversos episodios de la vida de María de Nazaret, refirmando la consagración de la entera basílica al misterio mariano de la Asunción.
Columnas agrupadas, típicas del gótico, dividen el vientre de la catedral en seis secciones que albergan nueve altares cuyo mármol y platería se conjugan en pleitesía hacia las figuras de la Nuestra Señora de la Asunción, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Zapopan, Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino, San Nicolás, San Cristóbal y San Juan de Dios.
Muros, enjutas, bóvedas y pechinas guardan frescos y sacras pinturas que retratan múltiples escenas del canon bíblico, San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan emergieron del godete de Carlos Villaseñor; Felipe Castro pintó La Adoración de los Reyes; y La expulsión de los mercaderes del templo, de José María Uriarte, adorna el arco de medio punto sobre la tribuna del órgano catedralicio.
Tesoros

Existen algunas joyas dentro de la catedral, específicamente, son cuatro los tesoros del recinto:
PÚLPITO. A decir de muchos, el elemento más hermoso de la basílica, hecho de alabastro y ornamentado en bronce cincelado, muestra en su cénit un retrato de Santo Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia y patrono de los estudios teológicos.
SILLERÍA DE CORO. Con finos y elegantes sitiales de madera de cocobol, es el sitio del coro del Cabildo Eclesiástico; desde 1832 22 sillas en lo bajo y 31 en lo alto son ocupadas por quienes, con su regio canto, acompasan el rezo del Oficio Divino
ÓRGANO MONUMENTAL. Fabricado por la Casa Merklin, de París, e instalado por la fabril habilidad del organero tapatío Francisco Godínez Morales en 1893, musicaliza la oración a 38 registros que controlan el flujo de aire en los tubos.
SEÑOR DE LAS AGUAS. Se trata de un crucifijo monumental de hechura típica del siglo XVI que fue rescatado después de habérsele visto flotando en la laguna de Magdalena, esto luego de que la parroquia que le contenía, en San Juanito, fuera arrasada por una tromba.
Reliquias

Los templos, para los griegos, debían servir no solo como sitios de culto y peregrinaje, sino como riscos metafóricos desde los cuales el ser humano pudiera observar el cielo, buscar señales divinas y entregar reliquias. A propósito de estas últimas, la Catedral Metropolitana de Guadalajara guarda algunas:
MÁRTIRES CRISTEROS. El cubo de la torre norte catedralicia guarda un relicario con partículas óseas de 28 mártires de la Guerra Cristera, a los que el Papa Juan Pablo II declaró Nuevos Santos de la Iglesia Católica. “Viva Cristo Rey” se halla grabado en el relicario junto a las fotos y los nombres de los santos.
SANTA INOCENCIA. En el altar de San Clemente reposan las reliquias de Santa Inocencia, cuyo relato señala que se trató de una niña que ansiaba asistir al catecismo, aún en contra de los deseos de su padre. Así lo hizo y, al llegar el día de su primera comunión, pidió prestado un vestido blanco a las monjas para cumplir con el sacramento de la eucaristía. De acuerdo con la leyenda, el padre descubrió las intensiones de su hija y, furioso, le arrebató la vida apuñalándola en el abdomen, acto seguido, los amigos de la pequeña le llevaron hasta la catedral, donde finalmente murió.
Leyendas

En suelo consagrado las leyendas pululan. Entre tesoros, reliquias y altares, la catedral ha gestado algunas:
ÁNIMA SOLA. A un costado de la puerta principal del recinto cuelga el cuadro del Ánima Sola, con la imagen de un fraile que continúa expiando en el purgatorio, cuenta que el clérigo osó liberar del limbo a una multitud almas que no debían ser absueltas aún. Hoy, el condenado acepta los rezos de los feligreses que acuden con piadosos a pedir por su salvación y, de paso, su favor.
OBISPOS. En el lugar descansan los restos de los obispos Francisco Gómez de Mendiola y Juan Santiago de León. De acuerdo con la leyenda, la gente acude a sus féretros para pedir deseos. El interesado debe pensar en su petición y luego tocar tres veces la madera, si ésta emite un solo toque en respuesta, significa que los obispos han aceptado la petición, mientras que, si del material emanan tres sonidos, uno debe cambiar o replantear la solicitud. Hoy, el par de obispos reposan en las criptas junto con otros clérigos tapatíos como el cardenal Jesús Posadas Ocampo, abatido por el fuego cruzado del crimen organizado en el aeropuerto de Guadalajara en 1993.
Pasadizos y curiosidades

Hay quien asegura que bajo la catedral existe una red de túneles que fueron utilizados por los cristeros para ocultar armas, reliquias sagradas y demás tesoros de la iglesia, así como para movilizarse por todo el Centro Histórico de Guadalajara sin ser detectados por las huestes federales. Un rumor que fue confirmado, al menos parcialmente, cuando durante la construcción del nuevo tren subterráneo, al oeste de la basílica, fueron destruidos dos túneles subterráneos que emergían en distintos puntos del Centro.
Como último dato a relucir, sobre la fachada de la catedral se lee en latín: NISI DOMINUS EDIFICAVERIT DOMUM, IN VANUM, LABORAVERUNT QUI AEDIFICANT EAM. O lo que es lo mismo, “Si el señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen”.