Cultura

Inauguran las exposiciones: “Inscripciones”, de Said Dokins, “Gran Basamento”, de Deborah Castillo y “Ná’ Reza [Mano Rota]”, de Ana Hernández

Encierran a la Ciudad de México en el Laboratorio Arte Alameda

Plástica. Una de las exposiciones en el Laboratorio Arte Alameda.

Un mexicano caligraffiteó el interior de la nave central del Ex-Templo y Convento de San Diego, actualmente conocido como Laboratorio Arte Alameda, pero ¿cómo el autor convenció a las autoridades y al INBAL para que lo dejaran intervenir directamente el recinto? Les prometió que no se iba a notar.

Efectivamente, la intervención es invisible a plena luz del día. Junto al colectivo Graffiti Hardest Crew, al que pertenece el artista mexicano Said Dokins (Ciudad de México, 1983) confeccionó su propia “pintura de seguridad”, como la tinta que se utiliza para marcar los billetes y que sólo sea perceptible con ciertos tipos de luz UV.

Con ella pintó mapas-caligrama de la Ciudad de México y reflexiones personales sobre la urbe, en gran formato, directamente sobre las paredes del recinto.

“El mural solamente aparece cuando se prende esta luz ultravioleta. La idea es que perviva, que quede ahí escondido en el recinto, como una especie de tatuaje invisible y que se pueda activar eventualmente”, adelantó el artista.

Hacerlo le tomó un mes, pintando doce horas al día y con apoyo de varias personas para hacer marcajes y mover andamios, como parte de su intervención “Inscripciones”, que a través de instalaciones de pantallas e iluminación especial sintetiza las exploraciones que ha hecho en los últimos 3 años: escritura y registro con luz, con bacterias y con pintura invisible a luz del día para el ojo humano.

Si bien se trata de letras y palabras, la envolvente obra es cuasi-ilegible y alude a los horizontes de expectativas de cada visitante.

“El estilo, bastante abstracto y críptico, tiene que ver con un regreso hacia los orígenes de la letra, de la escritura, un poco lo que sería la escritura pre-fonética, cuando había jeroglíficos”, explica Said Dokins.

Para encontrar su propia fuente, el artista estudió caligrafía japonesa, caligrafía medieval y diferentes tipos de glifos de culturas prehispánicas.

“Combino todas estas referencias en un sistema personal de escritura, informado totalmente por la ciudad y mi relación en la calle”, agrega.

También se exhiben algunos detrás de cámaras y resultados de la intervención “Heliografías de la memoria”, que básicamente muestra al artista escribiendo con luz en distintos lugares históricos de la CDMX y a través del registro reflexiona sobre la fugacidad, la escritura y la ciudad.

“Hemos hecho intervenciones en espacio público y hay una discusión actual muy importante sobre la conservación de esta práctica callejera”, comenta el artista sobre el registro de este ejercicio, creado en colaboración con el fotógrafo Leonardo Luna.

Asimismo, se puede conocer el proyecto “Bio_res_crituras”, realizado en colaboración con el laboratorio de bioingeniería del TEC de Monterrey (Campus Querétaro), en el que junto a las doctoras Aurea Ramírez, Carmen González y Paola Angulo, se hicieron 4 ejercicios distintos para escribir y pintar con microbiota.

Plástica. Otra de las muestras.

“Es una amalgama de arte, ciencia y tecnología. Y Laboratorio de Alameda es el único recinto oficial del Estado que maneja las tres, es el mejor lugar en el que se puede presentar esta obra”, expresa.

En conjunto, la instalación reúne y sintetiza los momentos destacados en sus exploraciones sobre la escritura durante los últimos 3 años. Próximamente, en agosto, como parte de las actividades paralelas de “Inscripciones” el artista inaugurará la videoinstalación “De tripas corazón” en el mismo recinto.

LABORATORIO

El Laboratorio de Arte Alameda inauguró 3 exposiciones: “Inscripciones” de Said Dokins, “Gran Basamento” de Deborah Castillo y “Ná’ Reza [Mano Rota]” de Ana Hernández.

Sin hilos en común aparentes, las tres reflexionan sobre el lenguaje, el arte como postura política y la creación manual de cara a la contemporaneidad. Asimismo, las 3 instalaciones reúnen obra creada específicamente para esta ocasión.

Al entrar, a mano izquierda del recinto, se puede visitar “Ná’ Reza [Mano Rota]” de Ana Hernández (Santo Domingo Tehuantepec, Oaxaca, 1991).

Se trata de la primera exposición individual institucional de la artista, quien exhibe esculturas cinéticas, video y serigrafía con elementos característicos del Istmo de Tehuantepec.

“Habla de la profunda desconexión con la naturaleza, a partir de ollas de dos bocas se genera todo un ciclo de trabajo para llevar a cabo los alimentos”, indicó Ana Hernández, en un recorrido previo a la inauguración oficial.

Barro, maíz y polvo son símbolos para reflexionar sobre los ciclos de tiempo, la importancia de preservar los recursos naturales y los procesos transmitidos generacionalmente, como una vía alterna para conseguir la soberanía alimentaria fuera de la industrialización.

“¿Qué pasará con nosotros, si no escuchamos a la tierra?”, cuestionó la artista.

“Algo importante que me decía es que por más tecnología que pueda haber, la mano es el primer acercamiento al mundo. Sin la mano no podemos diseñar un dispositivo, la mano tiene que hacer ese gesto, entonces ¿cómo ocupamos las herramientas? ésta es una forma de presentar los dos mecanismos juntos”, añadió.

Por otra parte, a mano derecha de la nave principal del recinto está “Gran Basamento” de Deborah Castillo (Caracas, Venezuela, 1971), quien desde hace más de veinte años reflexiona en torno al poder, el cuerpo, el lenguaje y la construcción de la historia.

“Los discursos políticos contemporáneos ya no dicen nada, siento que están prendidos en una especie de loop histórico que no avanza ni retrocede, estamos parados en el mismo lugar”, señaló la artista, parada sobre una réplica del sitio arqueológico de Cuicuilco.

Detrás de la construcción temporal, como cortinas cuelgan dos discursos agujereados. De acuerdo con la autora, ambos fueron declamados en la ONU por dirigentes de ideologías políticas aparentemente contrarias (izquierda y derecha): Donald Trump, en 2017 y Hugo Chávez en 2006, los cuales se activan a través de un performance.

“La derecha e izquierda se enfrentan, pero al final para mí derecha e izquierda terminan siendo lo mismo”, detalló Deborah Castillo.

Las exposiciones estarán abiertas en el Laboratorio de Arte Alameda (Calle Dr Mora 7, sobre la Alameda del Centro Histórico de la CDMX) del 25 de julio al 26 de octubre de 2025. Se puede visitar de martes a domingo, en horario de 9am a 5pm.

Para más información sobre el programa de actividades paralelas, sigue las redes de Laboratorio Arte Alameda @artealameda.

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