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La derrota ante Gran Bretaña fue un golpazo que combinó frustración y humillación por haber comprado un sueño sin bases y haber sido cómplice de una dictadura sanguinaria, añade. Presenta su novela “Demasiado lejos”

Eduardo Sacheri: En Argentina se puede hablar de las Malvinas, pero no de la guerra por recuperarlas

El escritor Eduardo Sacheri estuvo en México para presentar su novela “Demasiado lejos”.
Eduardo Sacheri

En Argentina se puede hablar de las Malvinas, pero no se puede hablar de la guerra contra Gran Bretaña por la posesión de las islas, porque la derrota fue un golpazo que combinó frustración y humillación por haber comprado un sueño sin bases y haber sido cómplice de lo que en el fondo seguía siendo una dictadura sanguinaria, dice el escritor Eduardo Sacheri.

Una reflexión con la cual habla de su reciente novela “Demasiado lejos” (Alfaguara) y en la que hila varias historias para narrar esa guerra: lo que vivió la sociedad y cómo era la política argentina en esos 74 días que duró el conflicto bélico, que fue el detonador de una transformación profunda en Argentina. En ese tiempo, Leopoldo Galtieri, era el dictador militar y lanzó la invasión el 2 de abril en las Malvinas.

Por un lado, retrata la derrota que aceleró la caída de la dictadura militar que venía desquebrajándose y cambió la sociedad en la que, en ese tiempo, había temas prohibidos como el idilio gay de Solana y Weissman que deben ocultar o el tener novio a cierta edad. También retrata el machismo que sufre una de las protagonistas, Alcira, en medio de los militares, la orfandad de Antonio, la intensa religiosidad, la censura, la corrupción….

El libro rastrea la guerra que es rastreada en sus grandes nombres, en sus grandes apellidos, y paralelamente explora en profundidad a una nación mediante esos personajes pequeños, anónimos y cotidianos que darán un giro a su vida.

Eduardo, quien estuvo en México para presentar su novela, lo sintetiza así: el fin de la dictadura militar en Argentina marca también el final de una época cultural y el inicio de una modernidad, si uno quiere verlo de ese modo. Ahora, anuncia, en noviembre viene otro libro “Qué quedará de nosotros” y es el relato de lo que pasó a los militares tras la guerra.

Eduardo, tu novela narra el fin de una época del siglo pasado que fue terrible para toda Latinoamérica y en Argentina la guerra de Las Malvinas en medio de una dictadura.

Sí, las Malvinas clausura la dictadura argentina a su manera, por caminos extraños, porque increíblemente o no, esa guerra fue el último gran momento, entre comillas, de la dictadura.

Toma un viejo sueño nacional como es la recuperación de esas islas y le ofrece al dictador un último momento de oxígeno, de popularidad, de fortaleza, de cohesión social, de aplauso... Y mientras dura la presencia argentina en esas islas, aún con la guerra de por medio, aún con la destrucción, aún con las vidas de los soldados en riesgo, consigue permanecer en un buen lugar entre la sociedad. Porque en ese 1982 la dictadura militar está resquebrajándose.

Los desaparecidos, la crisis económica, los reclamos salariales..., todo ya está en plena ebullición en contra de los militares. Sin embargo, la sociedad argentina acepta poner todo eso en pausa mientras dura la guerra. Como si la patria, la nación, dicho así con esa amplitud estuviera por encima de todo.

Esto me pareció muy interesante como un fenómeno cultural, social y político.

La novela es un retrato duro de los grandes cambios de una sociedad desde su interior, de los más íntimo que son las personas, las familias, amigos...

La Argentina cambió profundamente a partir de la guerra de la Malvinas y, aunque fue una enorme frustración por la derrota al final, provocó precipitar el fin de la dictadura y el descrédito de los militares y además permitió que la democracia argentina emergiera bastante sólida y, de hecho, nunca más hubo golpes militares en mi país.

El gobierno del presidente Alfonsín, que fue el primer presidente de la democracia, logró algo absolutamente épico, que fue que se pudiera juzgar a los responsables máximos de la dictadura y fueran a prisión. La cultura argentina se modernizó y se hizo más laica y votó un renacer de diversidades culturales, etc.

Entonces, la guerra de Malvinas es como el último acto de una Argentina que estaba terminándose. Hoy en día, digamos, creo que Argentina es una sociedad moderna, plural, bastante caótica con sus enfrentamientos, pero que respira un igualitarismo y una horizontalidad muy marcados.

“Demasiado lejos”, ¿por qué este título a la novela?

A diferencia de otras guerras que se padecen con bombas que caen desde los cielos, la guerra de Malvinas, para la mayoría de los argentinos, quedó demasiado lejos. Fue un relato, fue una narración, que se hacía desde los muy pocos medios de comunicación que había en la época, sumado a que era una dictadura.

Entonces, la televisión estaba en manos de los militares, las radios estaban en manos de los militares, la prensa escrita no, pero había una tutela de los militares sobre lo que se escribía.

Por ello, los argentinos nos construimos una novela durante la guerra que demostró ser muy falsa, pero claro, lo demostró solo en su último capítulo, solo en su epílogo, porque si las tropas argentinas se rindieron el 14 de junio, hasta el 11 de junio todos estábamos convencidos de que Argentina podía ganar la guerra.

"Demasiado lejos" El libro es editado por Alfaguara.

Desde fuera del país no se tenía esa visión y se sabía que el avance británico era imparable, aunque para Argentina fue común vivir durante tres meses en una gran ficción, en un gran cuento de hadas que nos contaron y nos contamos, porque, digamos, a uno pueden engañarlo, pero uno también puede colaborar en el engaño.

Y creo que la sociedad argentina que sentía por el territorio de Malvinas es un amor enorme, cosa que sigue siendo así. Hay una cosa mágica de atracción sentimental enorme con esas islas, eso era así antes de la guerra y sigue siendo así después de la guerra. Pero bueno, cabalgando sobre ese amor, la sociedad argentina fue muy crédula y fue una partícipe necesaria de ese conflicto.

Si la sociedad argentina hubiera mirado con frialdad la empresa militar, los militares no hubieran tenido la posibilidad de llevar adelante la guerra como la llevaron. Al contrario: los militares casi, por supuesto que quisieron hacerlo, pero la sociedad los empujó en la misma dirección.

Fueron muy pocas las voces que dijeron esto está mal, va a terminar mal, esto no tiene sentido porque vamos a perder, no tiene sentido sacrificar a nuestros soldados en este conflicto. Y esas voces no solo fueron pocas, sino que padecieron la crítica de las mayorías que los veían como traidores, enemigos de la patria, agentes ingleses. Bueno, así funcionan las sociedades.

Una ficción que recorrió Latinoamérica: la ficción de Nicaragua, la ficción de El Salvador, la ficción de México…

Hay una batalla, no por la realidad, sino por cómo contamos la realidad. Como si nuestros conflictos se hubieran trasladado desde el ámbito de lo material al ámbito de las ficciones que construimos alrededor. En Argentina los enfrentamientos políticos pasan más por ahí y me parece que es un fenómeno que pasa, creo que en toda Latinoamérica y creo que no solo en Latinoamérica.

¿Y con esto, cómo fue el sentir de quienes entrevistaste para este libro tras la derrota?

Fue un golpazo que combinó frustración, humillación por la derrota y culpa. Culpa en el sentido de cuando empezó a pasar el tiempo hubo un despertar del sueño de esa noche de borrachera donde pierde la conciencia y haces un montón de cosas desagradables y al día siguiente, sobrio, te muestran lo que pasó. Uno puede decir: ¡uy!, me hago cargo, qué mal estuve haciendo esto, y se puede archivar eso o decir: no quiero verlo nunca más.

Quienes vivieron esa época y estuvieron en la Plaza de Mayo aplaudiendo a un dictador, cantando el himno nacional, mostrando una bandera, poniendo dinero para fortalecer a las tropas y defendiendo en tus discusiones en el café de lo que estaba haciendo el gobierno militar, y junto toda esa información y después de la derrota y les paso el video y les digo: miren lo que fueron ustedes esos tres meses, lo que hizo mayormente la sociedad argentina fue decir, no lo quiero ver nunca más. Por eso, de la guerra de Malvinas no se habla en mi país. Sí se habla de las Malvinas, pero no de la guerra.

Entonces queda el resquemor de no pensar, de no analizar, de haber comprado un sueño sin bases y haber sido cómplice de lo que en el fondo seguía siendo una dictadura sanguinaria, porque no habían dejado de serlo. Entonces, creo que esa sensación hace que sea muy incómodo hablar de la guerra .

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