
La Teatrería celebra 10 años de existencia en la colonia Roma de la CDMX, como recinto independiente con el reto continuo de mantener una cartelera recurrente para jóvenes audiencias.
“Creo que se ha consolidado como un espacio referente. El espíritu de La Teatrería es que más allá de pensar en obras que puedan ser negocios, siempre pensamos en obras que cuenten algo que nos importe a nosotros como seres humanos”, comenta el fundador y director, Óscar Carnicero.
En conversación con Crónica sobre lo que ha sido mantener este proyecto, el publicista, productor y director de arte confiesa que de haber sabido desde el inicio todos los retos que afrontaría… quizás se lo pensaría dos veces y muy probablemente “no lo haría”.
Señala que un proyecto teatral independiente en México implica “meter dinero personal para que el lugar siga existiendo y subsistiendo”, aunque concede que también hay una parte muy gozosa de hacerlo, “es una cosa bastante agridulce”.
“Es como chin, este mes me toca meter tanto -que sé que no lo voy a volver a ver, que no lo voy a recuperar- pero tiene una parte muy gozosa de la actividad y del quehacer teatral, en ese sentido lo vuelve bastante atractivo y a la vez bastante triste”, continúa.
Además, “el ingreso de taquilla no suele ser suficiente, pues yo te puedo decir que todos los que somos dueños de teatros independientes tenemos alguna otra actividad económica que nos permite inyectarle”, señala.
-Entonces ¿por qué seguir haciendo teatro?
“Es la gran pregunta mía, desde hace 10 años. Sin embargo, hoy día no me visualizo haciendo otra cosa. Es una cosa muy extraña. Yo creo que es muy importante hacer teatro porque nos conecta claramente con lo humano, en un momento en que incluso ya muchas películas tienen partes de inteligencia artificial, el teatro sigue siendo lo único 100% humano”, asegura Óscar Carnicero.
También le parece destacable que el teatro sea una oportunidad de conexión con el mundo fuera de las pantallas.
“Las artes escénicas son artes vivas y tenemos que defenderlas, no solamente quienes que las hacemos, sino todo el mundo”, invita y recuerda que “un teatro, en la zona donde esté regenera un poquito el tejido social”, en alusión a otras actividades que han podido realizar de mano con la comunidad local, como ser Centro de Acopio para causas emergentes.
CARTELERA
Este martes culmina la temporada de “Conejo Blanco, Conejo Rojo”, que más que una obra se ha planteado como experimentación teatral: la puesta en escena escrita por el dramaturgo iraní Nassim Soleimanpour está diseñada para ofrecer una experiencia completamente diferente cada noche, a cargo de intérpretes distintos cada vez, quienes sin ensayo previo descubren el guión dentro de un sobre, frente al público.
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