Cultura

La artista presenta su exposición “La imagen interceptada”, la cual es una mirada a su obra reciente. La muestra se inaugura este 2 de agosto en el Museo Universitario del Chopo a las 12:00 horas

Carla Rippey: “El registro de las destrucciones es importante porque son cosas que no podemos olvidar”

Chopo. Carla Rippey inaugura muestra en el Museo Universitario del Chopo. (Ana P. Amador Castillo)

“La imagen interceptada” ofrece una mirada reciente sobre la obra de la artista estadunidense Carla Rippey (Kansas, 1950): de ruinas arruinadas a collages colgantes, la muestra curada por Tania Ragasol se hila por el impulso de contraponer conceptos como lo cotidiano y el desastre, lo perdurable y lo efímero, lo doméstico y lo salvaje.

“La idea es que sea trabajo reciente. Incluso ves que las últimas obras las estamos montando ahorita, la tercera parte de la expo es obra del último año”, comenta Carla Rippey. La muestra se inaugura este 2 de agosto en el Museo Universitario  del Chopo a las 12:00 horas.

En entrevista previa a la inauguración, todavía a medio montaje y entre un torbellino de actividades y pendientes por resolver, la artista se da un momento para platicar con Crónica.

Sentadas junto a la pieza móvil “Oráculo” (2025), Carla Rippey saca una hoja con la estructura curatorial impresa y un montón de garabatos hechos a lápiz, y procede a explicar que la mayor parte de esa obra tiene que ver con ruinas y hay dos o tres series que siguen esta idea.

Dentro del núcleo que denomina “Meditaciones sobre la precariedad”, la artista aborda el desastre, “o catástrofe, cuando la historia invade la vida cotidiana”.

“Por eso entrando hay una obra que se llama domicidio, que es la palabra domicilio con la palabra homicidio. Es un neologismo que se usa mucho en Estados Unidos y se usa en español también, para la destrucción de casas por guerra”, ahonda.

Detalla que tan solo en esa primera pared hay más de 200 imágenes de casas destruidas por guerra, “traté de poner el lugar, la fecha y cuando podía la/el fotógrafo. Y la mayor parte son de Gaza, porque mi obra trata de lo que me está impactando, pero hay de Yemen, de Ucrania, un poco de Rusia, Israel, además los lugares más afectados por la guerra en este momento”.

Le parece que el registro de estas destrucciones es importante porque “son cosas que no podemos olvidarnos de eso, tenemos que estarlo viendo” y considera iluso pensar el arte como una cosa muy fina y alejada de la realidad del mundo.

“Pero ni es para sanar ni es como denuncia. Es un registro. Es como trato de hacer las cosas coherentes para mí misma en estas exploraciones. Y además hay cosas que creo que vale la pena que la gente lo vea y que lo piense, pero que pueden llegar a sus propias conclusiones, obviamente yo sí tengo una forma de enfocarlo en ciertas direcciones, los títulos que pongo son otra capa para la obra”, comparte. Para ella es “obvio” que el arte tiene una función de reflexión.

Chopo. Una de las piezas de la muestra.

RECORRIDO

La segunda parte de la muestra se llama “El ocaso de los Imperios” y vuelve el tema de las ruinas, pero esta vez como vestigios de la antigüedad, en los que representa tres lugares y épocas diferentes: México en el siglo XIX, el Mediterráneo cerca de 1850, y Palmira Siria, cuando fue destruida por ISIS.

“Las ruinas fueron arruinadas”, señala la artista.

En cada instancia eligió las imágenes que más la impactaron y que en sus elementos ya contienen una “intervención”, sea la violencia de ISIS irrumpiendo en el paisaje, o la naturaleza apropiándose de lo que alguna vez fue civilización en México.

“Pero luego, la última intervención es la mía porque los estoy cosiendo, escogiendo la imagen, dando el color, cosiéndolos y montándolos, un poco también porque quiero que la gente presencie eso que a mí me impactó”, expresa.

La tercera parte de la estructura curatorial está dedicada a los rostros, gestos y monumentos mutilados. Se integra por libros de artistas, dibujos de reliquias, esculturas y máscaras antiguas provenientes de México, Japón, Nigeria.

Respecto de Oráculo, collage en tiras de máscaras japonesas, pendientes del techo, apunta que le interesaba ver “¿cómo cada cultura se representa a sí misma? ¿Cuál es su concepto de sí misma? Y son muy diferentes las máscaras”.

Y si bien le gusta profundizar en distintas culturas, le parece que hablar de lo que ha aprendido en esos procesos sería “hacerlo muy escueto, muy fácil”.

“No me funciona pensar en el arte como un aprendizaje. Digo, hay aprendizajes técnicos y eso sí los aprecio y trato de intentarlos, cuando se trabaja técnicamente, pero creo que va más bien con lo de la reflexión - que hago la obra para reflexionar- entonces sí puede afectar la forma en que vivo mi vida, pero no no es como una tarea escolar que aprenda algo”, agrega.

Entre las piezas de esta exposición también sobresalen las que Carla Rippey hizo sobre su propia infancia, con fotos de su padre y papel tapiz.

“Se llamó la figura en el tapiz y de ahí empecé a trabajar con la idea de infancia en general y de los animales, conceptos como domesticados de animales que se meten…esa parte se llama Criaturas doméstico-salvajes y hay, por ejemplo, conejos de peluche que se supone que son bonitos, pero son siniestros y cosas así, todo trabajando con la maquinaria de la infancia”, elabora.

Asimismo, evoca la serie “Territorios en blanco, el vacío” sobre la exploración de la Luna y del Polo Norte, creada a partir de un dato que le pareció impresionante: los seres humanos llegaron al Polo Norte solamente 60 años antes de ir a la Luna, lo cual le parece muy poca distancia temporal.

En total, Carla Rippey invita a “una muestra de cómo se puede combinar tecnologías actuales, en particular Photoshop, la impresora, el internet, con texto tradicionales, en particular el tórculo de grabado, dibujo en grafito sobre papel, la artesanía de libros, la costura y los cursos de la cerámica”.

Añade que este desplegado podría ser un ejercicio de apropiación y resignificación de imágenes “por medio de archivos digitales e impresos y una manera de procesar lo personal y lo público por medio de las imágenes elaboradas”.

De acuerdo con la curadora Tania Ragasol, cortar, mezclar y recontextualizar imágenes es un acto político y curativo de Carla Rippey, y encuentra una relación con los conceptos de “estética del collage” y “fragmentación positiva”, acuñados por Lucy Lippard en los años setenta para hablar del arte feminista.

En la descripción de la exposición, la curadora destaca que la artista ha coleccionado de manera sistemática diversos materiales (fotografías, álbumes, revistas, periódicos e imágenes de la “red”).

“Ese conjunto conforma un acervo que Rippey toma como materia prima para su obra artística ya que interviene imágenes encontradas y las resignifica al interrumpir (interceptar) su lectura original y proponer nuevas narrativas”, dice el texto curatorial.

Para más información sobre esta exposición, así como actividades que se organicen paralelamente, sigue la página web del www.chopo.unam.mx y sigue sus redes sociales @museodelchopo

¿QUIÉN ES LA ARTISTA?

Carla Rippey es hija del fotorreportero, James Rippey y la doctora en literatura, Barbara Wright. Nació en Kansas City, en el estado de Kansas en Estados Unidos, y radica en México desde 1973.

Estudió en la Sorbona, en París, Francia así como en la Universidad Estatal de Nueva York, y aprendió a grabar en metal en la Universidad de Chile y la Universidad Católica de Chile, en 1972 y 1973.

Entre otras cosas, Carla Rippey realizó carteles para el movimiento feminista en Boston y para el movimiento de izquierda en Chile durante la gestión de Salvador Allende. También fue directora de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” en CDMX, de 2013 a 2017, y es integrante del Sistema Nacional de Creadores desde 1997. Desde 2018 forma parte de la Academia de las Artes.

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