Cultura

Entrevista con la autora sobre una historia sobre la pérdida, la memoria y los vínculos que se vuelven extraños

La escritura es como hacer un bonsái: Gilma Luque sobre El hombre en el jardín

La escritora mexicana Gilma Luque acaba de publicar su novela El hombre en el jardín (Hachette), obra con la que obtuvo el Premio Internacional de Novela Breve Rosario Castellanos. En entrevista con La Crónica de Hoy, la autora comparte el origen de este libro, el peso de los espacios en la vida de sus personajes y su forma de entender la escritura: un proceso de poda y depuración, como si se tratara de un bonsái.

Más allá de su faceta literaria, Luque se define de manera sencilla y honesta: “Me gustan los gatos, las nubes, los árboles, leer. Tengo 47 años, vivo en la Ciudad de México, soy de aquí, pero también me gustan Mazatlán y Guanajuato”.

Libro | Autora (Cortesía)

Una novela sobre la pérdida y la extrañeza

La idea de El hombre en el jardín comenzó a gestarse en 2018, mientras Luque vivía en la colonia Nápoles y presenciaba cómo antiguas casas eran demolidas para dar paso a nuevos edificios. Ese paisaje de destrucción y transformación inspiró la historia de Inés y Emilio, una pareja en proceso de separación.

En la novela, Emilio decide abandonar la casa y mudarse al jardín, instalando una casa de campaña y renunciando a cualquier responsabilidad. Desde la ventana, Inés observa cómo el hombre que amó se convierte en un extraño.

“Quise llevar al absurdo la metáfora de lo que significa dejar de reconocer a alguien que formaba parte de tu vida”, explica la autora.

Espacios que definen emociones

Para Luque, los lugares no son escenarios neutros, sino espejos de la vida interior de los personajes. La casa que habita Inés, heredada de su abuelo, simboliza una existencia marcada por el peso de lo que otros le han dejado. “Nunca se apropia de ese espacio, como tampoco logra apropiarse de sus propias decisiones”, dice.

Del mismo modo, el abandono de la madre condiciona la manera en que Inés entiende el amor y el miedo a volver a entregarse. Así, la novela explora la fragilidad de los vínculos humanos, tanto en lo íntimo como en lo familiar.

El estilo: podar hasta lo esencial

Aunque suele escribir con imágenes y sentencias poéticas, en esta obra Luque buscó un lenguaje limpio, directo y depurado. “El trabajo fue ir cortando, como hacer un bonsai, para que quedara lo que realmente tenía que decir”, afirma.

Con frases sencillas y escenas cargadas de atmósfera, la escritora construye un relato que, pese a la desolación, encuentra belleza en los detalles: un árbol creciendo dentro de una casa vieja, el granizo, la persistencia de un jardín.

Dos extraños que deciden amarse

La autora reconoce que en sus novelas suele trabajar con narradoras en primera persona, casi siempre mujeres. En El hombre en el jardín, Inés es nuestra guía y a través de su voz el lector se enfrenta a la experiencia de amar a un extraño.

“Creo que cualquier relación es así. Mientras alguien está en tu vida lo sientes íntimo, cercano; pero cuando ya no está, se deshace en la memoria y vuelve a ser un extraño”, señala.

Para Luque, la novela es también una reflexión sobre lo efímero de los vínculos, la imposibilidad de reconstruir completamente lo que se ha perdido y la dificultad de dejar ir una historia.

“Es más difícil soltar que empezar”, concluye.

Presentación

Su próxima presentación será el 20 de agosto en la Gandhi Mauricio Achar a las 19:00 horas.

Para más información se pueden consultar las redes de Hachette o de la autora, Gilma Luque.

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